_
_
_
_
Venezuela
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Venezuela en la agenda de Trump

El Gobierno venezolano pretende hacer ver que la presencia en el país del comisionado trumpista Richard Grenell es la reedición de la operación avalada por Biden de la que sacó provecho Maduro

Venezuela
Nicolás Maduro muestra la espada de Simón Bolívar al enviado de Donald Trump, Richard Grenell, durante una reunión en el Palacio de Miraflores, en Caracas, el 31 de enero.MIRAFLORES PALACE (via REUTERS)

¡Maduro es un dictador! Así de categórica es la caracterización que el presidente Donald Trump hace de Nicolás Maduro. Ya días antes, en su estreno como Secretario de Estado, Marco Rubio había sostenido una reunión con Edmundo González Urrutia y María Corina Machado. El resultado de dicho encuentro fue dado a conocer por la oficina de Rubio, reconociendo que se había reunido con el presidente legítimo de Venezuela y con la líder de la lucha de resistencia que mantenemos los ciudadanos venezolanos con el propósito irrenunciable de hacer valer el resultado electoral obtenido, contra viento y marea, el pasado 28 de julio.

Ante esa verdad inocultable, Maduro y sus operadores tratan de desvirtuarla. Pretenden hacer ver que la presencia en Venezuela del comisionado trumpista Richard Grenell es la reedición de aquella sorprendente operación avalada por la Administración de Joe Biden de la que sacó provecho el régimen madurista. Aquella vez, el Gobierno venezolano logró rescatar a sus parientes condenados por narcotráfico y a su testaferro Alex Saab, a cambio de liberar a unos ciudadanos estadounidenses que Maduro mantenía como rehenes. También consiguieron un alivio de las sanciones petroleras, tras jurar que “respetarían y cumplirían los acuerdos suscritos en el diálogo de Barbados”. Ya sabemos lo que ocurrió. Maduro incumplió su palabra y consuma en la actualidad un golpe de Estado a la soberanía popular que sufragó a favor de Edmundo González Urrutia.

En esta ocasión, la situación es diametralmente distinta. Ya no vimos en escena al gritón y desafiante Maduro, sino a un dictador que se esmeró en adornar con banderas de los Estados Unidos los espacios del Palacio de Miraflores, sin poder simular que tenía “el rabo entre las piernas”, con esa sonrisita neurasténica en la cara de un hombre rastrero y sumiso. Coincide ese hecho con la gira por América Latina del Secretario de Estado, Marco Rubio, lo que deja a la vista que nuestra región está en el portafolio del gobierno de su país.

Basamos este análisis en acontecimientos verificables en la realidad. Uno de ellos está en la promesa medular de Donald Trump de garantizar la seguridad de sus connacionales. Es un hecho absolutamente cierto que en Colombia ha crecido el número de hectáreas en las que se siembra la hoja de coca. También que desde el territorio venezolano siguen saliendo, con rumbo a Estados Unidos y hacia Europa, inmensos cargamentos de cocaína. Fue por eso que en su primera administración, Trump estableció un cerco antinarcóticoss. Ese tráfico desde Venezuela se ha incrementado considerablemente desde 2020. También fue en ese anterior mandato de Trump cuando se ofrecieron recompensas por la captura de Maduro y algunos de sus socios, al relacionarlos con las prácticas propias del crimen organizado.

Las sangrientas confrontaciones en la franja del Catatumbo —territorio entre Colombia y Venezuela— obedecen a una disputa entre las facciones narcoguerrilleras del Ejército de Liberación nacional (ELN) y las agrupaciones disidentes de las Fuerzas Armadas de Cooperación de Colombia. Ambas pugnan por el control de ese diabólico negocio, que genera no menos de 6.000 millones de dólares, traficando entre 300 y 350 toneladas de cocaína y manejando sembradíos que superan las 54.000 hectáreas de hoja de coca. Ante esa tragedia, retumban las denuncias formuladas por el comandante de las FARC de Colombia, Alexander Díaz Mendoza, más conocido como “alias Calarcá Córdoba”, acusando a militares obedientes a Maduro que se prestan a atacar la infraestructura de las FARC para favorecer a las facciones del ELN.

No menos significativo es el hecho cierto de que en las oficinas de identificación de Venezuela se documentan piezas del terrorismo internacional encubiertas por la administración madurista. Esas pruebas fehacientes las mostró públicamente la ministra de seguridad de Argentina, Patricia Bullrich. Eso es, aunado al creciente narcotráfico, sin lugar a dudas, una seria amenaza para la estabilidad y la seguridad del hemisferio occidental, que ha prometido resguardar Trump. Al mismo tiempo, en territorio venezolano se ha instalado un santuario para estos grupos terroristas como las FARC, ELN, Hezbolá y Hamás. No menos relevante es el entramado geopolítico que sostienen con Rusia, China e Irán.

Otro drama humanitario lo representa el flujo migratorio. Desde que Nicolás Maduro, el pasado 29 de julio, protagonizó el fraudulento acto de proclamación para presentarse como presidente reelecto, las oleadas de seres humanos tratando de ponerse a buen resguardo siguen atravesando las trochas ubicadas entre la frontera colombo venezolana. También buscan establecerse en territorio de Brasil o desafian el infierno que representa la Selva de Darién. Debe tenerse muy en cuenta que este drama humanitario se intensificará, tanto y en cuanto Maduro logre establecerse definitivamente como dictador en Venezuela. Si, por el contrario, Edmundo González y María Corina Machado asumen la transición en Venezuela, no será menester realizar deportaciones, ya que los venezolanos en la diáspora comenzarán a retornar voluntariamente a nuestro país.

Desde Venezuela, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello no han disimulado su empeño en acoplar bandas peligrosísimas con mucho poder de fuego, como Tren de Aragua y otras tantas articuladas por la dictadura venezolana, que operan en territorio de Ecuador, Colombia, Brasil, Argentina y con las organizaciones delincuenciales que controlan la llamada Triple Frontera desde Perú. También con Maduro en el poder continuará la explotación de minerales como el oro y otras materias primas que son usufructuadas, sin reparar en el inmenso daño ecológico que le ocasionan al territorio correspondiente al Arco Minero venezolano, que representa el 12,5 % del territorio nacional.

Venezuela cuenta con significativas reservas probadas de hidrocarburos. Bien se sabe que sin seguridad jurídica y sin una nueva ley de Hidrocarburos que retome el esquema de la Apertura Petrolera, ni Estados Unidos podrá recibir en la Costa del Golfo el crudo extrapesado que posee Venezuela, ni los países del Caribe recibirán beneficio solidario alguno. Los yacimientos gasíferos, de los más grandes del mundo (La Perla y Dragón), y los pozos petroleros seguirán dormidos, ante un régimen que no ofrecerá jamás atractivos ni incentivos para retomar esos programas de explotación.

En conclusión, para garantizar la paz, la estabilidad y la seguridad de nuestro hemisferio, se hace indispensable desatar y resolver esos nudos antes citados. Eso implica liberar a Venezuela de esta tiranía. No hay de otra.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_