Elkin Velásquez, ONU-Hábitat: “Los nómadas digitales seguirán llegando, hay que integrarlo de manera no disruptiva”
El director regional de la organización reflexiona sobre la gentrificación y el acceso a la vivienda dos meses antes de que se celebre en Bogotá el Día de las Ciudades


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En uno de los múltiples viajes a Belém (Brasil), uno de los habitantes de la ciudad que albergará la COP30 en noviembre, indicó a Elkin Velásquez (Medellín, 57 años) qué necesitaba su territorio. “En la Amazonia no solamente viven árboles. Vivimos casi 50 millones de personas…”, recuerda el director regional de ONU-Hábitat para América Latina y el Caribe. “Vivimos en asentamientos humanos muy específicos y muy diferentes a los de ustedes. Necesitamos soluciones en acueducto, alcantarillado y en gestión de espacios públicos. Pero, por favor, no me traiga las soluciones de Brasilia”. Ese es el mantra que se repite una y otra vez el directivo: “Tenemos que contextualizar las soluciones; hay que tratar distinto lo que es diferente”.
Durante una extensa conversación, el colombiano descartó tildar la gentrificación como un “problema latinoamericano”; incluso como un problema en sí mismo. “El turismo y la llegada de nómadas digitales para una ciudad es importante, pero hay que garantizar que no pase cierto umbral y no sea disruptivo”, aclaró. El desafío más grande, matizó, es el acceso a la vivienda. Es por ello que el académico apuesta por una mayor intervención de los Estados y un marco regulatorio que priorice la venta a los moradores locales frente a los extranjeros.
Velásquez conversa con América Futura a finales de agosto en Bogotá, la ciudad seleccionada por ONU-Hábitat para albergar el 31 de octubre, el Día de las Ciudades. “Es muy importante una urbe que a través de la política pública y la estrategia de movilidad se preocupe por el tiempo de las personas”, explica en alusión al levantamiento del metro de Bogotá. “Una vez construido, los bogotanos van a ganar tiempo de vida para cuidarse o estar con sus familias”, añade. “Para eso está la política pública”.
Pregunta. Usted es de Medellín, una ciudad que está teniendo serios problemas con la gentrificación. Sucede también en Ciudad de México, Buenos Aires… ¿Es este un problema latinoamericano?
Respuesta. Siento que en el imaginario colectivo sucede que con conceptos como gentrificación se llega a conceptualizaciones binarias. Bueno, malo. Negro, blanco. Pero es un fenómeno más profundo, que necesita abordarse así…
P. Centrémonos entonces en cómo este fenómeno está desplazando a las clases trabajadoras…
R. El problema real entonces es el acceso a la vivienda. Básicamente, hay un factor fundamental que es el costo del suelo. Muchas ciudades tienen la posibilidad de acompañar los procesos de acceso al suelo para facilitar la construcción y oferta de vivienda social. Pero esta no puede estar localizada a 100 kilómetros de las posibilidades. Y también hay que incentivar la oferta de vivienda en alquiler. Muchas familias, sobre todo jóvenes, no necesariamente están en el momento de tomar la decisión de comprar una vivienda. Yo lo decidí a los 28 años, pero los jóvenes de hoy en día pueden esperar hasta los 40.
P. ¿Pueden esperar o no les queda otro remedio que esperar hasta los 40?
R. O lo hacen conscientemente. Lo que yo veo es que muchos jóvenes están ahorrando, generan rendimientos y en algún momento acceden a una vivienda, pero no se comprometen a quedarse toda la vida o 30 años pagando una hipoteca. Es una perspectiva.
P. Pero la más común es la del joven latinoamericano que no se puede permitir una casa propia...
R. También hay lo que dices, por supuesto. Los costos de la vivienda han aumentado, entonces también hay un tema de asequibilidad. Por eso hay que hablar de acceso a la vivienda. Y hay que darle prioridad a los moradores locales frente a los extranjeros.

P. Aunque no siempre sean populares estas medidas…
R. Uno tiene que tomar decisiones basadas en los datos y la evidencia, aunque no sea popular.
P. En ciudades como Barcelona, las Islas Canarias, Venecia o Nueva York la conversación ya está mucho más avanzada y se empieza a poner coto al turismo. ¿Existe el liderazgo político en la región para tomar la batuta antes de que sea demasiado tarde?
R. En México ya se está teniendo esta conversación. Hay que hablar también de qué se hace con las plataformas como Airbnb o las de movilidad. A mí me fascina el caso de Bogotá. Antes Uber era todo ilegal, los taxistas estaban en contra… Hoy llego y ya me ofrece un taxi.
P. Pero precisamente Uber sigue estando en un limbo…
R. Sigue estando en un limbo, pero integró a los actores. Y salir del limbo así es más fácil. El caso de los alquileres a corto plazo como Airbnb o viviendas vacacionales es otro tema central y se puede regular desde la ciudad. Como decisor tienes que empezar a mirar el justo equilibrio. El turismo y la llegada de nómadas digitales para una ciudad es importante, pero hay que garantizar que no pase cierto umbral, como pasó con Barcelona u otras ciudades de España.
P. Es que España recibe 80 millones de turistas anuales…
R. Exactamente. Si uno tiene claro que lo principal es la convivencia y el acceso a la vivienda, ya tiene elementos a los cuales apegarse. Mi último comentario es que hay que trabajar para evitar la xenofobia, porque cuando esta situación se sale de cauce, desespera a la gente. Y es cuando se producen manifestaciones xenófobas.
P. ¿Hacia los turistas?
R. Hacia los que no son del sitio.
P. Pero la xenofobia contra el pueblo venezolano, por ejemplo, no se puede comparar con el ‘turists, go home’…
R. Pues sí, me refiero también hacia los turistas.
P. ¿Cree que existe un problema de xenofobia hacia los turistas?
R. No generalizado, pero hay manifestaciones, grafittis, se gritan consignas... Hay que hacer pedagogía, porque los nómadas digitales y los turistas son un fenómeno que va a seguir sucediendo. Mientras haya brechas y asimetrías entre ciudades del norte y ciudades del sur, muchos van a venir a las ciudades del sur a trabajar digitalmente. Eso es una tendencia natural.
P. ¿Abogaría por limitar este tipo de estadías?
R. Estamos en la sede de Acnur [Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados], abogamos por una migración ordenada y sostenible. Los nómadas digitales seguirán llegando, tenemos que mirar desde los barrios cómo se integran de manera no disruptiva y minimizando los impactos negativos.
P. Siendo el sector de la construcción uno de los mayores contaminantes, ¿se pueden crear ciudades de otra manera?
R. Hay un interés en América Latina para avanzar en métodos de construcción y regulaciones. Se están incentivando los modelos de ASG [criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza], pero la normatividad es importante para poder hacerlo a escala. A la hora de replicar modelos de países del norte a la región hay que tener en cuenta algo fundamental: la informalidad. Nuestras ciudades necesitan soluciones específicas construidas endógenamente y que integren la informalidad. En países como Perú, el 60-70% del stock de vivienda es informal. No se puede hacer política pública pensando que estoy en el Nirvana.
P. ¿De qué forma se hace?
R. Mejorando integralmente los barrios. La reducción real de la pobreza pasa por entender que es multidimensional y suele estar concentrada espacialmente; la pobreza es una expresión barrial. Salir de la pobreza no ocurre por generación espontánea, pasa por un diseño. Suena complejo y lo es. La buena noticia es que en la región tenemos en el ADN cómo estructurar operaciones avanzadas para hacerlo.
P. ¿Cómo se imagina las ciudades latinoamericanas en 50 años?
R. Hay muchos procesos de innovación y nuevas soluciones para trabajar mejor en estos asentamientos informales. En Japón, por ejemplo, hay un grupo de arquitectos de última generación que comparten conocimiento con arquitectos caraqueños y mejoran barrios informales. Hay experiencias de Morar Carioca en Brasil, o Curridabat en el área metropolitana de San José, Costa Rica… En 50 años veo las ciudades latinoamericanas con bajos niveles de pobreza y con asentamientos vinculados completamente, como lo que fueron los centros medievales de las ciudades europeas, que no por no haber sido bien planificadas, no se las condenó al ostracismo. El futuro de las ciudades de América Latina y el Caribe pasa por lo que hagamos hoy con los asentamientos informales. Tal vez la inteligencia artificial nos va a ayudar a avanzar más rápido todo esto.
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