Escuelas desalojadas, cortes de agua y negocios golpeados: el coste de la invasión de sargazo en el Caribe
En febrero, se registraron unos nueve millones de toneladas de esta alga con presencia masiva en las costas caribeñas desde hace 13 años. Aunque supone pérdidas millonarias, los países apenas invierten en la búsqueda de soluciones
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Escuelas desalojadas debido a gases tóxicos. El agua potable de las casas con mal olor. Los operadores turísticos y los pescadores en lucha por mantener sus negocios. Pérdidas de empleos. Cortes de electricidad que afectan a decenas de miles de personas. Graves problemas de salud. Y pérdida de vidas. Estas fueron algunas de las consecuencias que dejó el sargazo en las islas del Caribe en 2023, y que se han vuelto comunes en la región desde 2011, cuando la proliferación masiva de esas algas comenzó a arropar sus costas.
El 18 de abril de 2023, en Guadalupe, la agencia de monitoreo de calidad del aire, Gwad’Air, aconsejó a las personas vulnerables a que abandonaran algunas zonas del archipiélago debido a los niveles tóxicos de gas producido por el sargazo. Seis semanas después, a unas 600 millas al noroeste, las algas bloquearon una tubería en una planta eléctrica en Punta Catalina, en República Dominicana. Una de las unidades de la instalación se vio obligada a cerrar temporalmente. Allí, Elías Poling, un buzo de 20 años, se ahogó mientras intentaba solucionar el problema.
En Jamaica, entre julio y agosto, los pescadores tuvieron otra temporada de batalla cuando el sargazo bloqueó sus pequeñas embarcaciones y menguó sus pescas. “A veces, los barcos ni siquiera pueden entrar al río”, dice el pescador jamaiquino Richard Osbourne. Cuando el sargazo penetró la principal planta desalinizadora de las Islas Vírgenes Británicas (IVB) en agosto pasado, la mayoría de los 4.000 residentes de Virgen Gorda tuvieron que lidiar con cortes esporádicos de agua potable. Y, en Puerto Rico, por primera vez en la costa de Aguadilla, un exceso inusual de algas llegó a finales de temporada e inundó las playas del noroeste, dejando a muchos sin trabajo durante una semana.
Estas víctimas están entre los miles de personas del Caribe afectadas durante el año pasado por la proliferación de sargazo; una región en la que alrededor del 70% de la población, de unos 44 millones, vive cerca de la costa, según el Banco Mundial.
El crecimiento masivo del sargazo, han dicho los científicos, se debe a la contaminación global, al cambio climático y a otros problemas internacionales en los que las islas más afectadas han tenido poca responsabilidad, además de tener escaso poder político para resolverlo. “Las algas deben ser vistas como un impacto del calentamiento global, y esta visión debe incluir el derecho a compensación basado en que las islas son pequeñas y vulnerables”, afirma Sylvie Gustave dit Duflo, vicepresidenta de la región de Guadalupe encargada de asuntos ambientales y presidenta de la Oficina Francesa de Biodiversidad.
Según explica, solo en 2022, los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) — que incluyen 15 estados miembros y cinco integrantes asociados que son territorios o colonias— registraron pérdidas económicas de alrededor de 102 millones de dólares debido al sargazo. Cifras que no tienen en cuenta pérdidas de otros países del Caribe ni incluyen los costos anuales de limpieza de playas que, se estima, pueden sumar otros 210 millones de dólares.
El problema con el sargazo requiere una respuesta global, pero hasta ahora el Caribe no ha logrado coordinar una estrategia regional. Los Gobiernos caribeños han esperado hasta estar en la fase de crisis para reaccionar. Y casi siempre las soluciones que se han buscado se han centrado en proteger a la industria del turismo, mientras que otros grupos, como las comunidades locales o los pescadores, quedan en un segundo plano.
El ‘Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico’
El sargazo en sí mismo no es malo. Tampoco es algo nuevo en el Caribe, donde siempre ha llegado a la costa en cantidades modestas entre la primavera y el verano. Pero en 2011, esas algas aparecieron de manera extraordinaria e inundaron repentinamente las costas.
Durante los siguientes años en los que el sargazo continúo arropando el Caribe, los científicos descubrieron algo sorprendente. Históricamente, el sargazo llegaba al Caribe desde un remolino de dos millones de millas cuadradas ubicado en el norte del Océano Atlántico y conocido como el Mar de los Sargazos. “Esto existe desde hace cientos de miles de años”, explica Elena Martínez, oceanógrafa de República Dominicana. “Estaba allí rodeado por cuatro giros o corrientes oceánicas que lo mantenían perfecto”.
Pero los investigadores pronto notaron que la mayor parte de la nueva afluencia en el Caribe no provenía del Mar de los Sargazos; sino de un nuevo ecosistema de algas que se había formado en el sur del Océano Atlántico. El área del Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico, denominado así en un artículo publicado en la revista Science de 2019, ahora se puede ver desde el espacio y su longitud a menudo supera los 8000 kilómetros.
Su causa aún se debate. El doctor Brian LaPointe, experto en sargazo de la Florida Atlantic University, apunta a varios fenómenos. Desde la década de 1980, la población mundial casi se ha duplicado, lo que ha llevado a un aumento masivo de los nutrientes que estimulan al sargazo y que son arrastrados por grandes ríos, como el Mississippi en Estados Unidos, el Amazonas y el Orinoco, en América del Sur y el Congo, en África.
“Para hacer crecer la población mundial, hemos utilizado estos fertilizantes; hemos deforestado a lo largo de todos los ríos más importantes, y el nitrógeno ha aumentado más rápido que el fósforo debido a todas estas actividades humanas”, comenta.
Pero el cambio climático es otro de los sospechosos. Martínez, por ejemplo, agrega que el calentamiento de las aguas puede haber alterado el remolino gigante que mantuvo en su lugar al Mar de los Sargazos durante miles de años, liberando estas algas para que flotaran hacia el sur. Además, explican los expertos, el polvo que llega desde el desierto del Sahara y cruza el Atlántico, también estaría jugando un rol.
Lo cierto es que el Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico llegó para quedarse y es un problema global que necesita una respuesta de la misma magnitud.
‘Una escena terrible para la gente’
Durante 2018, cuando el Cinturón creció a un tamaño récord estimado en 22 millones de toneladas, se generó una ola de reclamos por una respuesta internacional. En julio del año siguiente, Antonio Guterres, secretario General de Naciones Unidas, visitó Santa Lucía para una reunión de la Caricom, desde donde viajó hasta el pequeño pueblo pesquero de Praslin Bay. Rodeado de dignatarios, Guterres caminó por un muelle bordeado por pequeñas embarcaciones que flotaban sobre gruesas capas de sargazo.
“¿Entonces es una escena terrible para la gente?”, le preguntó Guterres a un residente, según quedó documentado en un video publicado en la página web de la ONU. “Sí”, respondió el hombre. “Está matando a los peces de la bahía. El hedor... Está destruyendo nuestros equipos electrónicos debido a los vapores”.
Tras su visita, Guterres hizo un llamado. “Los océanos no conocen fronteras, ni tampoco el clima”, afirmó. “Es una responsabilidad colectiva global actuar ahora”. Pero esa acción internacional no se ha materializado. A pesar de la gran cantidad de estudios, proyectos e intentos de la ONU para coordinar una respuesta en el Caribe, las iniciativas se ven estancadas. La escasez de fondos, los asuntos geopolíticos y la pandemia de la covid-19 no les han permitido despegar.
Uno de los esfuerzos más significativos se dio después de la visita de Guterres a Santa Lucía, cuando, en octubre de 2019, en Guadalupe, se realizó la Primera Conferencia Internacional sobre el Sargazo. Allí se lanzó oficialmente un programa de tres años llamado Sarg’Coop, financiado en parte con 3.2 millones de dólares aportados por la Unión Europea.
El programa tuvo algunos avances. Por ejemplo, la región de Guadalupe, en asociación con el Gobierno francés y dos agencias brasileñas, lanzó una convocatoria de proyectos que permitió realizar una docena de estudios internacionales sobre el impacto sanitario, ambiental y económico de las algas, así como sus posibles usos.
Pero casi cinco años después de la conferencia del 2019, los objetivos más amplios no se han materializado. Aún no existe ninguna estrategia caribeña y no se ha establecido el centro regional de alerta y monitoreo que estaba previsto. En cambio, muchas de las acciones se han centrado principalmente en el Caribe francés, gracias a un financiamiento de 66 millones de dólares asignados desde 2018 hasta 2026 por el Gobierno de Francia.
Por esto, la visita de Guterres terminó siendo considerada “nada más que una oportunidad fotográfica”. Así lo describieron Dabor Resiere, profesor radicado en Martinica, y otros siete investigadores en un artículo publicado en 2023 en el Journal of Global Health. Y lo peor es que la situación sigue sin cambios. “Hoy no existe un consenso nacional o internacional para enfrentar este problema de salud pública. No existe una red caribeña ni un consenso amplio para avanzar en la investigación”, agregaron.
Incluso, la bahía de Praslin vio poco alivio en los años posteriores al recibimiento del secretario general de la ONU. En 2022, la doctora Bethia Thomas, investigadora del sargazo de Santa Lucía, produjo videos sobre los residentes de Praslin y otras dos comunidades cercanas como parte de su tesis doctoral.
“Afecta mi forma de respirar y creo que también afecta a los niños y la forma en que se comportan, porque a veces están de muy mal humor y no pueden sentarse y hacer sus tareas porque es demasiado terrible”, dice una maestra en uno de los videos. “Creo que nos está afectando mentalmente”.
Las preocupaciones sobre los efectos del sargazo en la salud mental se señalaron en un informe de septiembre de 2023 de la Comisión de Pesca del Atlántico Centro-Occidental, compuesta por 34 miembros. “El olor desagradable, el deterioro de su entorno, la falta de acceso a las playas para relajarse, la incertidumbre sobre el futuro, el aumento de dolencias físicas, como enfermedades respiratorias y erupciones cutáneas, y la preocupación por otros posibles riesgos para la salud, entre otras cosas, afectarán naturalmente la salud mental”, indicó la comisión, un organismo pesquero regional establecido bajo la ONU para la Alimentación y la Agricultura. Sin embargo, el informe añade que actualmente no se están estudiando esos impactos.
Inversión insignificante de países contaminantes
Mientras los residentes experimentan consecuencias negativas, los líderes caribeños reclaman la falta de fondos para hacer frente a la crisis. Señalan que los presupuestos locales están atados a muchas prioridades que compiten, incluyendo el manejo de impactos relacionados con el clima como huracanes, sequías e inundaciones.
Una revisión de los proyectos financiados por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y por miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico entre 2000 y 2021 hecha por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) de Puerto Rico, reveló que, de los 162.780 proyectos para atender el cambio climático en el mundo, apenas un 0,007% (menos de 7 millones de dólares) se destinaron para cuestiones relacionadas con el sargazo. Todos ellos fueron otorgados únicamente entre 2019 y 2021. Alrededor del 89% de esos fondos, o 6 millones de dólares, se invirtieron en el Caribe.
Susana Perera Valderrama, oficial de manejo de programas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), explica que varias situaciones han obstaculizado los flujos de financiamiento para atender el sargazo. “Sigue siendo un problema regional que afecta al Caribe y a África occidental y tal vez no haya recibido el reconocimiento global”, afirma.
El Pnuma ha recomendado varios pasos a seguir, incluyendo trabajar para movilizar fondos e impulsar la cooperación a través del Convenio de Cartagena, un acuerdo de 26 naciones diseñado para proteger el Mar Caribe. Sin embargo, para muchas islas no independientes, el problema se agrava por un estatus político que las descalifica para la mayor parte del financiamiento.
“No tenemos acceso a fondos globales, como el Fondo de Resiliencia o el Fondo para Pérdidas y Daños”, comenta el ministro de Salud y Desarrollo Social de las Islas Vírgenes Británicas (IVB), Vincent Wheatley, cuya casa queda mirando hacia la planta desalinizadora de Virgen Gorda, que recientemente se dañó a causa del sargazo. En las Conferencias anuales de la ONU sobre el Cambio Climático - explica - estas islas no participan en la mesa de negociaciones. “Caemos bajo el [Reino Unido]. Así que cualquier cosa que el Reino Unido negocie, nos la pasará a nosotros”.
Por esto, las IVB y otros territorios han tenido negociaciones aparte con el Reino Unido, que incluyen la petición de crear un fondo especifico para sus territorios de ultramar, en el que se podría incluir el sargazo.
Proponen plan para el sargazo en COP28 en Dubai
Cuando Gustave dit Duflo, de Guadalupe, se subió el 2 de diciembre de 2023 a un podio en la COP28 en Dubai, a 8.000 millas de distancia del Caribe, la cantidad de sargazo había disminuido, pero sigue siendo un problema. “El Caribe tiene muchos puntos importantes de biodiversidad. Entonces, si no actuamos ya, en 20 años esta biología marina, incluido el arrecife, desaparecerá de nuestra costa”, dijo a las personas reunidas en el pabellón francés.
Luego explicó la propuesta del Gobierno francés para abordar el tema. El programa, comentó, tiene cuatro vertientes: formar una coalición internacional para comprender mejor el problema y sus causas; abordar el sargazo en foros internacionales como la COP de Biodiversidad; actuar en el marco del Convenio de Cartagena; y trabajar con la UE para apoyar la continuación del proyecto regional Sarg’Coop.
Desde entonces, los Países Bajos y sus países y territorios de ultramar decidieron sumarse al programa internacional propuesto, al igual que lo hicieron Francia, Costa Rica, México, República Dominicana y la Organización de Estados del Caribe Oriental, dijo Gustave dit Duflo al CPI. Además, adelantó que próximamente se celebrará una reunión con la Comisión Europea para definir las directrices legales y la financiación del proyecto.
Cuando se le preguntó sobre los obstáculos pasados para implementar una estrategia internacional común, Gustave dit Duflo, también profesora de neurociencia en la Universidad de las Indias Occidentales, señaló a la geopolítica. Como ejemplo, citó la cumbre de mayo de 2023 de la Asociación de Estados del Caribe en Guatemala, donde las discusiones se enfocaron en gran medida en el conflicto en Ucrania.
Además, la experta apunta a que la colaboración regional también se ha visto obstaculizada por diferencias legislativas transfronterizas, una idea que comparte con Dominique Théophile, senador en Guadalupe, quien hizo una observación similar cuando se le encargó realizar un estudio sobre el sargazo en 2019. Después de varios viajes a Santa Lucía, República Dominicana y México, descubrió que los planes de manejo más exitosos los llevaban a cabo los principales grupos hoteleros a escala local, pero se trataba de estrategias que muchas veces no podían implementarse a través del Caribe.
Por ejemplo, las leyes de salud y medio ambiente en Francia y otros territorios europeos impiden una práctica que es común en otras partes de la región: esparcir sargazo detrás de las playas. Esto, debido a la posibilidad de que las algas puedan contener arsénico y otros metales pesados que afecten el océano o las aguas subterráneas.
Pero mientras los países trabajan para rectificar estos problemas y establecer una respuesta internacional, el tiempo corre para las costas del Caribe.
Poco después de que terminara la COP28, los científicos de la Universidad del Sur de la Florida estimaron que el sargazo que flota en el Océano Atlántico tropical era de unos cinco millones de toneladas métricas, en comparación con el promedio de diciembre, cuando se registraron unos dos millones de toneladas métricas. En febrero de 2024, la masa había aumentado a unos nueve millones de toneladas — la segunda cantidad más alta jamás registrada en ese mes.
En otras palabras, podríamos estar ad portas de otra temporada récord de sargazo.
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