La pelea contrarreloj de una pareja de biólogos para salvar al huemul en la Patagonia
Werner Flueck y Jo Anne Smith-Flueck han dedicado sus vidas a investigar al ciervo más austral del planeta y del que, se estima, quedan entre 350 y 500 ejemplares que viven con graves problemas de salud
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Una pareja de biólogos trabaja contrarreloj en un paraje recóndito de la cordillera de los Andes en la Patagonia argentina para salvar de la extinción al huemul, el ciervo más austral del planeta. La existencia de este animal se ha visto amenazada por la cacería indiscriminada a lo largo de la historia y el avance del hombre sobre las áreas que habitó en los últimos cientos de años, lo que modificó sus tradiciones migratorias y complicó su alimentación. Hoy subsisten entre 350 y 500 ejemplares que viven con graves problemas de salud. A finales de 2022, el nacimiento de una cría en un esquema de semicautiverio generó una esperanza para la especie, que en el país es considerada Monumento Natural Nacional y está protegida por ley.
Werner Flueck, de 65 años, y su esposa, Jo Anne Smith-Flueck, de 67, dedicaron sus vidas a investigar al huemul y el ciervo colorado. Se conocieron a mediados de la década de 1980 en una universidad en California, Estados Unidos, a donde él llegó desde su natal Suiza para hacer un doctorado sobre fauna silvestre. Tras finalizar sus estudios, se involucraron de lleno con la investigación sobre las dos especies que, según les había relatado un profesor, estaban en peligro de extinción. En 1990 se instalaron en San Carlos de Bariloche, en la fría Patagonia. “Decidimos venir a la Argentina como una aventura, para verificar si el huemul y el ciervo colorado estaban extintos o si quedaban poblaciones”, reconstruye Flueck en diálogo con América Futura. Hoy llevan publicadas más de 70 investigaciones y hace un año abrieron la Estación de Rehabilitación y Recría Shoonem, un espacio de cien hectáreas ubicado en la localidad de Alto Río Senguer, en la provincia de Chubut, desde donde buscan contener a la especie.
Por qué el huemul está en peligro de extinción
Se estima que hace miles de años, en lo que ahora es la Patagonia de Argentina y Chile, hubo más de 300.000 huemules. Hoy, del lado argentino quedan apenas entre 350 y 500, que habitan en hasta 60 grupos, según las últimas investigaciones. Del lado chileno, estiman, hay alrededor de mil y también se multiplican los esfuerzos para salvarlos de la extinción. Flueck explica que uno de los factores que más influye es el nulo temor al hombre que tiene la especie. “El huemul no considera al hombre como un depredador y eso derivó en que, para el hombre, hace muchos años, fuera muy fácil cazarlos y matarlos, eran una fuente de comida”, detalla el biólogo e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que concluye: “Es un animal que te ve y no se asusta. Está casi domesticado”.
Una investigación publicada en 2022 por Werner y Jo Anne en la revista Conservation analizó el comportamiento espacio temporal actual e histórico de la especie y determinó que “la ingenuidad extrema hacia los humanos resultó en la extirpación temprana” y modificó sus hábitos migratorios: quedaron confinados a la alta montaña, a donde originalmente migraban en verano, y por ende cambiaron su alimentación, lo que derivó en problemas en el esqueleto y afectó su longevidad. La matanza indiscriminada en el pasado es uno de los factores que llevó a la especie al riesgo de extinguirse. “El huemul se puede matar fácilmente a corta distancia con el simple uso de piedras, garrotes o cuchillos”, dice el estudio, que además enumera otros elementos para la desaparición del animal como los ataques de perros, la fragmentación de su hábitat o la desnutrición. Según Flueck, en la montaña los huemules no encuentran los nutrientes suficientes.
En el trabajo, que firman junto a una docena de investigadores, concluyen que, para recuperar la especie, se debe trabajar en la reintroducción en las áreas que históricamente habitaron en invierno, estimular la recuperación de sus tradiciones migratorias y luego avanzar en la recuperación numérica y espacial.
La aventura de salvar a una especie
Luego de más de una década de investigación en la Patagonia, el matrimonio Flueck se sumó a la creación de la Fundación Shoonem, conformada en 2013 con el objetivo de investigar al huemul y desarrollar tareas para su protección. Un año antes, se había creado el Parque Protegido Municipal en la localidad de Alto Río Senguer, en Chubut, donde se encuentra la Estación de Rehabilitación y Recría inaugurada en agosto de 2022 gracias a donaciones. “Era muy importante lograr la reintroducción de los animales que sólo se puede hacer con un centro de recría”, relata Flueck.
En 2017, dieron un paso fundamental. Ese año comenzaron a marcar con radiocollares a los huemules que habitaban la zona para conocer su ubicación y comportamiento, cómo se mueven, en qué épocas del año y si continúan con vida. Pero esa tampoco fue una tarea sencilla: en el verano, cuando el clima es favorable al humano, es muy difícil encontrar un huemul porque son pocos y están desparramados en zonas muy amplias. En invierno es más sencillo identificarlos, aunque la tarea es complicada en zonas de alta montaña donde hay mucha nieve y temperaturas bajo cero.
Además, los caminos no son accesibles y en ocasiones deben ingresar en botes. Los Flueck trabajan en la zona desde 1992. Werner recuerda que, al principio, no tenían una vivienda en la zona, por lo que pasaban largos períodos en carpa. Tiempo atrás obtuvieron un lote y construyeron una casa pequeña, aunque el pueblo más cercano al centro de recría es Alto Río Senguer, a 170 kilómetros, por lo que cuando viajan deben ir equipados con todo lo necesario para poder trabajar y subsistir en una zona aislada, donde los caminos de ripio se vuelven una aventura.
En los últimos seis años lograron marcar a varios ejemplares: hay cinco con radiocollares en el interior del Centro de Recría y dos afuera. “Lo más importante, reflexiona el investigador, es analizar los movimientos. Con eso pudimos confirmar la pérdida de las costumbres migratorias. Si nos acercamos, podemos observar si están solos o en grupo, ver la interacción entre huemules y con otras especies. Si se corren cinco kilómetros del lugar en el que estaban podemos investigar por qué”.
Shehuen, el huemul de la esperanza
En noviembre de 2022, los investigadores alcanzaron otro hito: el nacimiento de Shehuen, que en lengua del pueblo tehuelche significa “fuente de luz”, el primer huemul nacido en el Centro de Rehabilitación y Recría. El nacimiento se produjo en un contexto de semicautiverio, ya que el parque de cien hectáreas tiene un cerco y cuenta con monitoreo permanente. Según Flueck, Shehuen está “muy bien”. “Por su tamaño ya parece un adulto. Tuvo un desarrollo muy bueno y es muy interesante para observar interacciones que no son habituales en zonas silvestres”, explica.
El biólogo apuesta a que la Fundación Shoonem pueda crecer y convoca a sumar apoyo financiero mediante donaciones para continuar con las investigaciones y salvar al huemul de la extinción. “Volver a tener una especie extinguida es imposible. Dentro de las muchas que existen, hay algunas que tienen mayor influencia en el ecosistema. En la Patagonia, los huemules son claves porque no hay otros que los puedan reemplazar, es el único ciervo herbívoro”, reflexiona. “Si se pierde, van a cambiar muchos otros aspectos del ecosistema. Y sabemos que cuanto más sana sean la vegetación y los animales, mejor será el control de las aguas y el clima”.
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