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Colombia se aleja de la meta de inflación con un nuevo repunte en septiembre

La evolución de los precios sube de 5,10% anual en agosto a 5,18% el mes pasado. El costo de los arriendos y de alimentos como el aguacate o las frutas ejercen presión

Camilo Sánchez

La evolución de los precios en septiembre ha alejado a Colombia ocho décimas de su meta en inflación. Esa ha subido del 5,10% anual en agosto, al 5,18% el mes pasado. El DANE ha presentado los resultados sobre el final de la tarde del martes y desde ya se puede adelantar que 2025 no ha sido un buen año para el control del también conocido como Índice de Precios al Consumidor (IPC), que se ha frenado en torno al mismo nivel durante 12 meses. Con este, la aguja suma un tercer repunte en línea. De hecho, el Banco de la República, responsable de aterrizar la situación, tenía la esperanza hace un par de años de que en este punto el país ya hubiera logrado reducir la tasa al 3%.

Dos años más tarde, sin embargo, el IPC sigue patinando en la banda del 5%: en algunos meses ha subido unas décimas, en otros, ha disminuido a cuentagotas. Sobre todo en el primer semestre, cuando llegó a un piso de 4,82% en junio. Lo que queda claro es que el ciclo 2025 no ha dado ventajas. Según afirmó en la tarde del martes la directora de la agencia estadística, Piedad Urdinola, “lo que está jalonando son los alojamientos”.

A saber: los arriendos fueron los que más pesaron, sumando 1,51% a la inflación total. Le siguió el rubro de alimentos, con una contribución de 1,17%, y en tercer lugar, los restaurantes, que añadieron 0,82%. Camilo Pérez, economista jefe del Banco de Bogotá resume: “Alrededor de la mitad de la inflación corresponde a servicios. De ello, de nuevo, más o menos el 50% tiene que ver con los arrendamientos. Ese componente, que representa un 25% en la canasta de consumo, está por encima del 5% de inflación y sigue pesando mucho en el gasto total de las familias colombianas”. En su opinión, se trata del gran cuello de botella que se ha atravesado en la misión del Banco de la República de normalizar la situación.

Los resultados del DANE indican que la variación acumulada en lo que va del año alcanzó el 4,55%. Se trata de un dato que amalgama todos los inconvenientes en un proceso de aterrizaje que ha experimentado algunos obstáculos tardíos. Por ejemplo: desde el área de educación también ha habido un evidente aumento en los precios, con un 1,39% en su lectura mensual y un aporte al global de 0,06%. Piedad Urdinola precisa: “Recordemos que, aunque la mayoría de los hogares colombianos inscriben a sus hijos en colegios con calendario escolar A, también existe un sector que asiste a instituciones sin calendario definido. En esta ocasión recolectamos información en colegios y universidades y observamos que la educación ha sido un factor clave en la inflación, principalmente debido al aumento en los niveles preescolar y secundaria, que explican gran parte del segundo mayor aporte inflacionario del periodo”.

Por su parte, aunque hubo un encarecimiento de los alimentos, fruto de asuntos climáticos y otros imprevistos como los derrumbes en la vía al Llano, no arrojaron un aumento tan pronunciado como en otras mediciones (1,17% en su variación anual). Se trata, en todo caso, de un factor exógeno a la economía colombiana atado a una cantidad de vaivenes que también incluyen asuntos logísticos como el encarecimiento de los combustibles.

Piedad Urdinola puntualizó: “En septiembre, frutas como la papaya y el limón siguieron impulsando el aumento de precios, al igual que la carne de res. Durante este año hemos visto una tendencia clara al alza en este último renglón, aunque no alcanza los niveles registrados durante la pandemia. La inflación anual en este grupo subió a 6,87%”.

De otro lado la inflación básica, un termómetro muy apetecido por los analistas porque descuenta en su medición el efecto de elementos variables como los alimentos frescos o los servicios públicos, también se ha suspendido con leves variaciones mensuales al alza en junio, (0,10%), julio (0,28%), agosto (0,19%) y septiembre (0,35%). La lectura anual hoy es del 4,94%. A juzgar por la teoría clásica, se trata de una situación inquietante, pues son aumentos que no son temporales, sino que parecen arraigados al comportamiento de la economía. Por eso funciona para muchos como una suerte de oráculo fiable de largo plazo.

Por ahora, pocos analistas juzgan la situación de alarmante. No obstante, el ritmo al que hoy se encarece la vida en Colombia parece que le toma ventaja a la capacidad adquisitiva de millones de colombianos que atestiguan cómo se licúa su salario. Entidades financieras como Davivienda, Itaú o Bancolombia confían en que el proceso desinflacionario recobre la senda en 2026 y cierre el próximo ejercicio en 4%.

Los de este martes, de cualquier forma, son resultados que han estado casi un punto porcentual por encima de las expectativas y proyecciones del grueso de los analistas del mercado. Los mismos que mes a mes tratan de retratar una economía que se halla inmersa entre dos fuegos: la necesidad de dinamizar su actividad, por un lado, y por el otro doblegar el ritmo en el aumento de los precios. Dos realidades que chocan y se ven reflejadas de forma nítida en la mejora del consumo. Jackeline Piraján, economista jefe de ScotiaBank Colpatria, recuerda hoy que una realidad positiva, como el hecho de que los colombianos hayan incrementado su ímpetu de compra de electrodomésticos, equipos de sonido y video, e incluso vehículos, tira en dirección opuesta en la tarea de equilibrar la inflación.

“Ya no son solo gastos en servicios, como cuando comenzó la recuperación en 2024, sino que estamos observando más variedad en la canasta de consumo”, puntualiza la experta. Asimismo, recuerda que el nivel de demanda ha alcanzado el ritmo previo a la pandemia. Y que cada vez hay más datos que evidencian una salud económica estable. Piraján explica, por ejemplo, que el gasto de los hogares está respaldado, en especial, por un acceso real a los ingresos.

Según su análisis, el ahorro agregado en productos financieros como los CDT (certificados de depósito a término) no ha disminuido. Esto indica que, a diferencia de la dependencia crediticia en la pospandemia, hoy más colombianos cuentan con una base sólida para sostener su nivel de compras. Esta combinación de factores será clave para que el Banco de la República considere en su próxima reunión, a finales de mes, cuál será la mejor intervención a las tasas de interés: su principal herramienta para controlar una inflación cuya aguja hoy se mantiene estancada.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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