El Banco de la República continúa con su guion cauto y mantiene los tipos de interés en 9,25%
Hacienda informa de que Colombia pone fin a su línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional. El gerente del emisor reitera que la decisión no afecta las finanzas públicas

Colombia se ha estancado en el camino de controlar su inflación. Razón suficiente para que la junta del Banco de la República decidiera en la tarde de este martes que mantiene los tipos de interés en 9,25%, el mismo nivel que ha sostenido desde finales de abril. Aunque el mercado guarda la esperanza de una reducción en alguna de las tres reuniones restantes del año, las palabras del gerente del emisor, Leonardo Villar, sugieren que la cautela seguirá primando. Al menos, mientras se supera la parálisis en la lucha contra el aumento del costo de vida, que se ha congelado en los últimos 12 meses entorno al 5%.
Una mayoría justa de 4 de los 7 codirectores votó a favor de la pausa, anunciada en la antesala por los analistas financieros. Dos más abogaron por un recorte de 50 puntos y uno propuso una rebaja más pausada, de 25. La mayoría independiente de la junta directiva del Banco de la República ha vuelto a demostrar que mantiene el pulso de su autonomía frente a las recurrentes presiones del Gobierno. Basta con repasar las palabras del ministro de Hacienda, Germán Ávila, quien tiene voto en la junta, para aquilatar el descontento oficial a diez meses del término del cuatrienio presidencial de Petro: “Durante prácticamente todo el año se ha hecho una pequeña reducción de 25 puntos básicos y esto muestra una actitud y un comportamiento, de parte de los miembros mayoritarios de la junta directiva, conservador. Y, sobre todo, que no acompaña un propósito de la economía del país en el sentido de estimular el crecimiento”, aseguró durante la rueda de prensa en la que Villar anunció la decisión.
Ávila subrayó que el desempleo bajó en agosto a un 8,6% anual, un dato histórico y fresco, presentado por el DANE apenas unas horas antes. También expuso que, a pesar del “leve” rebote en la tasa de inflación de agosto, el peso ha venido apreciándose frente al dólar. En su opinión, el comportamiento general del PIB, que para el segundo trimestre se ha situado en de 2.5%, es estable. Y por lo tanto debería ir acompañado de una política monetaria expansiva.
El gerente Villar esbozó por su parte las paradojas de una economía que recupera aliento. Por un lado, privilegió las expectativas de los analistas que han proyectado al alza la tasa de inflación para el cierre de este año (5%) y del próximo (4%). Y con ello un panorama con notas inciertas al que ha sumado un rasgo de estos tiempos: la incertidumbre internacional con “los efectos de la política comercial de Estados Unidos y las tensiones geopolíticas y las tensiones geopolíticas regionales y globales”. Por todo ello, y en su ya acostumbrado estilo breve, concluyó: “La decisión adoptada por la mayoría de los miembros de la junta directiva mantiene una postura cautelosa de la política monetaria que reconoce los riesgos identificados sobre la convergencia de la inflación a la meta”.
Acto seguido volvieron a abordarse los obstáculos fiscales. Mientras el Fondo Monetario Internacional publicó el lunes los resultados de su consulta anual sobre Colombia, el martes los responsables del Banco y de Hacienda informaban de que Colombia cancela la línea de crédito flexible a dos años contraída con el órgano multilateral. Tanto Villar como Ávila dieron un parte de tranquilidad, al señalar que la decisión no compromete las finanzas del país. De hecho, el máximo responsable del emisor recordó que el FMI ya había suspendido el acceso a los recursos, que ascendían a unos 8.100 millones de dólares, desde el pasado 26 de abril.
El ministro Ávila abundó en que se trataba de un cupo de crédito diseñado para circunstancias singulares, como la pandemia, y que las condiciones actuales no ameritaban mantenerlo. Como tampoco merecía la pena continuar pagando los intereses. Entre otras razones, porque las reservas internacionales del país, que ascienden a más de 65.000 millones de dólares, son un colchón suficiente para asegurar la estabilidad macroeconómica frente a choques externos.
En todo caso, las preguntas de los reporteros presentes durante la rueda de prensa pusieron de manifiesto la inquietud ante el deterioro en las cuentas de Hacienda. La creciente deuda del Estado se ha convertido en una amenaza para la salud macroeconómica y la credibilidad del país en los mercados, que siguen con atención los indicadores de riesgo. Este argumento también ha sido una constante en las discusiones de política monetaria. Y aunque el gerente Villar no suele ahondar mucho en ese terreno, siempre desliza alguna pista sobre la arquitectura fiscal del país.
Por otra parte, el impacto del alza anual al salario mínimo ha saltado al debate en la reunión de hoy. El ministro Ávila la defendió: “Es política general del presidente Petro y del Gobierno, estimular un crecimiento del salario mínimo en términos reales por encima de la tasa de inflación. Esta perspectiva se va a mantener”. El jefe de la cartera no concretó si la propuesta de partida para el monto de 2026 será un alza de dos dígitos, como ya lo adelantó el presidente con un hipotético 11%. El año pasado el aumento fue del 9,5% y varios economistas apoyaron la tesis de que la decisión tomada por decreto presionaría la inflación más de lo deseable.
El jefe de investigaciones del Grupo Bolívar, Andrés Langebaeck, es uno de los expertos que advierte señales de alerta frente a la negociación que se avecina entre las centrales de trabajadores, los gremios y el Gobierno. Según Langebaeck, “uno de los factores que explica por qué la inflación no se ha reducido en el 2025 es el significativo crecimiento del salario mínimo. A diferencia de lo que sostiene el Gobierno, consideramos que este incremento sí ha influido de forma sustancial en la inflación, en especial evidente en los primeros meses del año: enero, febrero y marzo”.
Con la votación de hoy, el Banco de la República suma una reducción acumulada de tan solo 25 puntos básicos a la tasa de interés oficial en lo que va de año. Lo anterior refleja de forma nítida la postura restrictiva y los temores en parte de un bloque mayoritario de banqueros centrales respecto al futuro. También es importante recordar que el año pasado, cuando el mapa de riesgos era más favorable, la junta recortó 350 puntos básicos. Solo así, quizás, se entiende el título elegido por el economista jefe del BBVA, Alejandro Reyes, para su análisis de la coyuntura publicado este martes: BanRep: la conciencia de la responsabilidad.
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