Ir al contenido
_
_
_
_

Petro, Quintero y Trump prenden fuego al inicio de la carrera presidencial de 2026

Estados Unidos retira el visado al presidente de Colombia, quien pide a los soldados norteamericanos desobedecer a su comandante en jefe mientras en su país se definen los candidatos presidenciales del petrismo

Juan Esteban Lewin

El viernes pasado, en el transcurso de menos de 8 horas, Gustavo Petro pasó de liderar una manifestación propalestina en Nueva York, en la que pidió a los soldados estadounidenses desobedecer a su presidente Donald Trump, a quedarse sin visa para volver a ese país. Entre los dos hechos públicos, el presidente colombiano zanjó una crisis entre quienes buscan quedarse con la designación para ser su heredero. Ordenó mantener una consulta popular para que sean los ciudadanos quienes escojan, ahora entre un ramillete de tres y no 10 candidatos, polarizados entre Iván Cepeda, senador de izquierda con largo recorrido entre movimientos de víctimas del conflicto y del Estado, y Daniel Quintero, exalcalde de Medellín imputado por corrupción. La retórica incendiaria del mandatario en la Asamblea de la ONU el martes, las crecientes críticas de varios de sus alfiles a Quintero y la propuesta de Petro y su Cancillería de promover un cambio de sede de las Naciones Unidas a otro país solo prometen unas tensiones en aumento justo en las semanas previas a la elección del candidato presidencial del petrismo, la primera gran decisión previa a los comicios nacionales del próximo semestre.

El ambiente está caldeado incluso dentro de la izquierda, que lidera un presidente que en las encuestas no aparece con un apoyo mayoritario, pero que tiene una bases sólidas de por lo menos un tercio del electorado. El 26 de octubre, exactamente dentro de cuatro semanas, los ciudadanos están convocados a las urnas para elegir el candidato del Pacto Histórico, la suma de movimientos y partidos que conforma buena parte del petrismo. A varios escollos jurídicos para llegar a las votaciones se suma el rechazo a Quintero. Gustavo Bolívar, un exsenador que representa a una parte de la militancia, que comulga con sus permanentes críticas a la política clientelar y a la corrupción, fue uno de los aspirantes que se bajó de la carrera el mismo viernes, in extremis y tras una conferencia telefónica con Petro.

El Pacto había anunciado que no haría la anunciada consulta, argumentando los problemas legales y con el temor de muchos de que fuera favorable a Quintero, beneficiado de la visibilidad mediática que logra con golpes efectistas, y de sus alianzas con barones de la política tradicional. Pero el presidente indicó esa mañana, vía X, que se debía hacer consulta. Fue entonces cuando Bolívar hizo público un video: “Hay una pequeña posibilidad de que el candidato Daniel Quintero gane, y yo me vea obligado a trabajar por una candidatura en la que no creo”, dice en él, para luego anunciar su respaldo a Cepeda. Lo siguieron todos, con la excepción de la exministra Carolina Corcho, para consolidar un frente contra un exalcalde a quien Petro ha defendido reiteradamente como aspirante de su sector político. Quintero lo defendió a su vez: “Trump le quitó la visa. Puede quedarse también con la mía. Estoy orgulloso de mi Presidente”, escribió este sábado, en el preludio de una campaña interna que promete tensar a un sector político que durante una década se ha beneficiado de la unidad que ha creado el liderazgo y el gran potencial electoral del hoy presidente.

El retiro de la visa a Petro, por su parte, tiene unos antecedentes históricos, que señalan que la tensión probablemente escale. 29 años atrás, en 1996, el Gobierno demócrata de Bill Clinton tomó la misma determinación frente a Ernesto Samper Pizano, tras haber ya retirado las visas de tres altos funcionarios independientes del Estado colombiano: el contralor, el procurador y el exfiscal. Los cuatro estaban envueltos en un escándalo de infiltración de dineros del narcotráfico en la política, conocido como proceso 8.000. En esta ocasión, el Departamento de Estado señala que la causa son las “acciones imprudentes e incendiarias” de Petro, al “instar a los soldados estadounidenses a desobedecer las órdenes e incitar a la violencia”. En los dos casos, el Gobierno norteamericano ha aclarado que se trata de una medida personal, contra el mandatario de Colombia. “La sanción es personal, no contra el Gobierno colombiano”, decía entonces el portavoz del Departamento de Estado en una conferencia de prensa.

La tensión y los efectos solo crecieron. Dos años más tarde, Horacio Serpa, fiel escudero de Samper y candidato del entonces mayoritario Partido Liberal, caía derrotado en las urnas por el conservador Andrés Pastrana. Fue la primera derrota de un liberalismo unido y enfrentado al conservatismo en más de medio siglo, y la última vez que la presidencia se definía en la dicotomía partidista que marcó al país durante siglo y medio.

Han pasado 28 años desde entonces, y el impacto del retiro de la visa a Petro puede ser totalmente diferente. Ocurre en el marco de un evidente deterioro de las relaciones bilaterales, que inició pocos días después de que Trump asumiera por segunda vez el poder, el pasado mes de enero, y no ha afectado la favorabilidad presidencial, según las encuestas. El desgaste empezó cuando Petro ordenó devolver a Estados Unidos dos aviones enviados por el Gobierno norteamericano, pues traían migrantes encadenados. El estadounidense anunció una fuerte retaliación comercial, con un alza de aranceles. Finalmente, una negociación diplomática permitió dejar atrás el roce, pero la mala relación ha seguido empeorando.

La reciente decisión de Estados Unidos de descertificar a Colombia como un país aliado en la lucha contra las drogas fue solo el paso más reciente, y uno que reitera que el Gobierno del republicano ha enfilado sus baterías contra el colombiano: “En Colombia, el cultivo de coca y la producción de cocaína han alcanzado récords históricos bajo el presidente Gustavo Petro, y sus fallidos intentos de llegar a acuerdos con los grupos narcoterroristas solo han exacerbado la crisis”, señala el memorando de la Casa Blanca, para que luego el Departamento de Estado hablara de un “liderazgo desnortado” de Petro.

El presidente, que enfrenta en la recta final de su Gobierno la posibilidad de que la izquierda pierda el poder que ganó con él tras décadas de lucha, ha aumentado la tensión. El desafío en las calles de Nueva York de este viernes es una clara muestra de ello. Su uso reiterado de la bandera de la “guerra a muerte” de Simón Bolívar, que blandió el pasado 1 de mayo y llevó como pin en su camisa durante su discurso ante la Asamblea de la ONU el martes, lo refrenda. Y lo hace innegable su insistencia en mantener en la carrera por sucederlo a Quintero pese a las críticas de sus viejos aliados, con la particularidad de que él también tendió puentes con políticos tradicionales para ganar la presidencia en 2022, y ha calificado como sectarismo los argumentos de quienes le piden gobernar sin ellos. Sin visa, pero con voz, gobierna un país con la política en llamas mientras dice en Nueva York que “llegó la hora de las revoluciones“, porque “si no hay revoluciones en el mundo, la humanidad perece”. El incendio no parece estar cerca de su fin.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_