El precio oficial del dinero baja al 9,75% en Colombia
La junta directiva del Banco de la República recorta en 50 puntos básicos la tasa crediticia por sexta vez consecutiva
La línea más prudente hoy tampoco faltó a la cita. La junta directiva del Banco de la República decidió en la mañana del jueves un recorte de 0,50% al precio oficial del dinero. De esta forma, la tasa de interés para los créditos de consumo e hipotecario se sitúa en un 9,75% anual. Se trata, a falta de dos reuniones más programadas por parte de la autoridad monetaria para este año, de la sexta reducción en línea con el mismo porcentaje. Un asunto que, en la antesala, dividía a los analistas y operadores del mercado. Casi la mitad de ellos, alineados con la postura del Gobierno y sectores del empresariado, considera desde hace unos meses que el emisor cuenta con margen suficiente para bajar 0,75%.
Cuatro de los siete miembros de la junta directiva decantaron la decisión tras una reunión precedida por los sobre saltos en la cotización oficial del precio del dólar, que el miércoles rompió el tope de los 4.400 pesos colombianos. El gerente del banco, Leonardo Villar, se ha mantenido en su línea cautelosa y ha explicado los motivos que subyacen una decisión que ha reconocido como “restrictiva” y “contractiva”. El vector más importante, de acuerdo con el gerente, han sido los bandazos en la tasa de cambio frente a la divisa estadounidense: “Ha mostrado movimientos sucesivos que, de volverse persistentes, podrían generar presiones al alza en la inflación”, reconoció Villar.
Ese fue, en esta ocasión, el factor fundamental. Las señales estaban dadas. Primero fue la caída del precio del barril de petróleo. Luego vino el fortalecimiento del dólar. Y todo se acentuó en los días previos a las presidenciales del próximo 5 de noviembre. “Efectivamente”, agregó el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla, “en los últimos 20 días hemos encontrado una tendencia a una devaluación que está muy influenciado por la incertidumbre de las elecciones de las elecciones en Estados Unidos. Entonces, no es una devaluación exclusivamente colombiana. Hay otros países de América Latina”.
Estos recortes moderados a los tipos tratan de ejercer un frágil equilibrio. Por un lado, el de estimular la actividad económica a cuenta gotas. Y a su vez, mantener la tensión sobre el proceso de desinflación. Como casi todas las medidas de política monetaria, su influencia tiene falencias y virtudes. Afecta más a unos que a otros. Y su transmisión en la economía real, en la vida de la calle, es más rápida cuando el banco sube las tasas. La trayectoria bajista, en la que se halla Colombia desde diciembre de 2023, se traslada con menor celeridad a las familias.
El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, resaltó durante la rueda de prensa celebrada en Bogotá la senda de recuperación de la economía colombiana. Pero en su opinión, el desacuerdo entre los miembros de la junta no es positiva: “También persiste en el monto a reducir. (…)”. A las sacudidas del dólar, agregó Bonilla, se ha sumado el “ruido” generado por “la discusión del Sistema General de Participaciones”. Una iniciativa parlamentaria que busca dinamizar las transferencias a las regiones y que, en medio de las estrecheces fiscales, ha suscitado críticas y aprehensiones en Colombia.
Bonilla, como ya es habitual, se mostró cortante en su intervención inicial. Más aún cuando parte del problema, al parecer, radica en la falta de confianza de la mayoría de los miembros de la junta con la gestión del Gobierno de izquierdas. “Tenemos un desfase entre el gasto proyectado y el ingreso efectivamente obtenido”, concedió el jefe de la cartera durante la ronda de preguntas de la prensa. ¿Qué va a pasar con el Presupuesto General del Estado para 2025 que se encuentra congelado? ¿Cómo se va a manejar el riesgo país?, ¿Qué está pasando con la regla fiscal?, ¿Cómo afecta la situación de Ecopetrol sobre las cuentas de la Nación?, fueron otras de las preguntas que tuvo que resolver el ministro.
Pero el proceso gradualista de la junta, en su criterio, no hace sino deteriorar, o prolongar, el ciclo de bajo crecimiento. “Eso se convierte en una especie de círculo vicioso. Necesitamos que el ingreso se recupere y eso es producto de la reactivación de la economía”, remató. El gerente Villar, por su parte, parece tener clara la bitácora de viaje para llegar al rango meta del 3% anual de inflación, que se alcanzaría en el último trimestre de 2025. Una situación que contrasta con las dudas que le surgen a Bonilla ante un cuadro macroeconómico complejo.
Por eso fue el destinatario del grueso de las preguntas. Fue quien más tuvo que hablar. De momento, recordó el ministro, se ha reactivado la tasa de crecimiento. Después del exiguo 0,7% anual alcanzado en 2023, las proyecciones del Banco Central se han ajustado al alza y ubican el PIB de este año en 1,9%: “No va a ser fácil volver a una tasa de crecimiento mayor mientras tengamos la fuerte presión de la deuda”, resumió.
Entre tanto, Leonardo Villar subrayó que el aumento en el costo de la vida tras la pandemia ha planteado un terreno muy complejo para diezmar el costo de la vida. Mencionó especialmente el comportamiento de los arriendos o de los servicios dentro de esta historia y el factor indexación que pesa sobre ellos. Es decir, las variaciones que se operan en el índice de cobro de estos renglones de un ejercicio a otro. A su juicio, sin embargo, es necesario analizar el trayecto desde los muy altos niveles que “llegamos a tener, con tasas de 13,25%”, hasta los tipos de un dígito actual: 9,75%. “Hay que ver el avance a lo largo del tiempo”, enfatizó. Y remató recordando que para llegar a lo que los economistas llaman un “rango neutro” en el nivel de tasas, hay que seguir de cerca los movimientos internacionales, el nivel de la presión fiscal a nivel doméstico y las características de iniciativas como la nueva ley de transferencias a los entes territoriales. Es decir, aún se anuncian curvas pronunciadas en este camino de cara al cierre del año.
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