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Wom Colombia condiciona su supervivencia a un plan de rescate financiero

La filial chilena de la empresa de telecomunicaciones británica se declaró en bancarrota en abril

Camilo Sánchez
Wom Colombia
Un local de Wom Colombia, en una imagen de archivo.Wom Colombia

La empresa de telecomunicaciones Wom Colombia, propiedad de un fondo de inversión británico controlado por un magnate islandés, no ha esperado más tiempo para buscar un salvavidas. La Superintendencia de Sociedades aceptó el pasado 2 de mayo la petición del operador para acogerse a la ley de rescate financiero bajo la figura de “incapacidad de pago inminente”. Una etiqueta con un tono de urgencia que no retrata con exactitud la situación de la compañía, cuya documentación acredita que no está en peligro de impago. La idea es, por lo pronto, corregir y anticiparse al peor escenario.

La información suministrada a la autoridad antimonopolio, sin embargo, también apunta que Wom Colombia sí estaría encaminada a la bancarrota de continuar con la marcha del negocio actual. De hecho Wom Chile, propiedad del mismo fondo de inversión internacional, se declaró en estado de quiebra el pasado abril y se ha acogido al marco del capítulo 11 estadounidense. Un antecedente que, para el experto en el sector y académico de la universidad ICESI de Cali Andrés Navarro, tuvo resonancia directa en la operación colombiana.

“En Chile hicieron unas inversiones en el despliegue de la red 5G que muy pocas personas entendieron desde el punto de vista técnico”, explica Navarro. “Eso afectó el flujo de caja y la operación en Colombia, que dependía en ciertos segmentos de la transferencia de los recursos desde Chile”. Pero el hecho también se encuadra dentro de la situación global de un negocio cuyos adelantos tecnológicos se desenvuelven dos o tres pasos por delante de la capacidad empresarial para actualizarse y lograr un modelo sostenible y rentable.

El ingeniero y analista del sector Marc Eichmann cuenta que en el mundo de las telecomunicaciones se “hacen primero las inversiones, cada vez que surge una nueva tecnología, y después se recibe el retorno”. Un hecho complejo, porque la competencia entre los cuatro operadores privados en Colombia se ha acentuado a tal punto que la inversión no se recupera muchas veces: “Hoy a usted no le importa tener el servicio de banda ancha, o la línea de celular, con un operador o con otro. El consumidor lo único que tiene que escoger es el mejor precio”. Lo sustenta en el hecho de que las aplicaciones de mensajería han acabado con la rentabilidad de las antiguas tarifas o planes por minutos.

Además, la desaparición de los períodos de permanencia y la implementación de la portabilidad hacen muy fácil el cambio de un operador a otro. Una amalgama de factores que han obligado a Wom Colombia, en opinión de Eichmann, a buscar una “operación con una situación de caja mucho más sencilla”. El Superintendente de Sociedades, Billy Escobar, detalla que Wom ha inyectado 1.200 millones de dólares, especialmente en la ampliación de su cuota en el espacio radioeléctrico colombiano.

Los últimos desembolsos se canalizaron tras la subasta del pasado diciembre para la obtención de licencias de operación de la novedosa red 5G, la avenida más moderna y veloz disponible. Escobar recuerda, de la misma forma, que la empresa suma unos 6,4 millones de usuarios, que representan un 11% de total de participación y la ubica como cuarta por tamaño en el mercado local.

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Por eso, Eichmann intuye que la fórmula de acogerse a la ley 1116, de reestructuración, responde más a una táctica de “conveniencia” que a un llamado de auxilio: “Con el tamaño de la operación y las inversiones que han hecho, han tenido algunos problemas de caja. Pero esta decisión responde a una necesidad de aplazar el pago de los pasivos con los bancos, los pasivos con acreedores clave, y así poder seguir ampliando la red”. Sin embargo, Sergio Martínez, economista experto en transformación digital, recuerda que otras compañías como Tigo y Millicom atravesaron situaciones financieras similares que las dejaron, hace poco, a las puertas de acogerse a otro capítulo más de insolvencia.

“En el caso de Wom hay que recordar que su decisión fue entrar al mercado colombiano en el 2020 con una estrategia muy agresiva de bajar tarifas”, detalla Martínez. A su juicio, esa fue una decisión positiva para los consumidores, pero no para la empresa. La pandemia, la devaluación del peso colombiano y los altos precios del espectro para operar fijados por el Gobierno del derechista Iván Duque en 2019 las esperaban a la vuelta de la esquina y apuraron el problema de liquidez actual: “Con la excepción de Claro, todas las empresas de telecomunicaciones arrojaron pérdidas el año pasado”, subraya Martínez.

Claro, propiedad del magnate mexicano Carlos Slim, ha estado bajo la lupa de sus competidores por acaparar más de la mitad de los usuarios en un escenario que podría configurar un monopolio. Pero las estrecheces son, en general, una realidad extrapolable, con algunos matices, a la mayoría de empresas en la región. Billy Escobar, Superintendente de Sociedades, asegura que WOM Colombia proyecta llegar al punto de equilibrio financiero en un lapso de 4 a 5 años: “La empresa contaba con una inyección de capital para cubrir sus necesidades que no ocurrió y derivó en la estrechez de caja que actualmente padece”.

Adicionalmente, cuenta que el Deutsche Bank está trabajando con el propietario y accionista único para sumar un inversor que ayude a recuperar la estabilidad del negocio. Por eso Sergio Martínez alerta que el sector en Colombia requiere de unas medidas de política pública para atajar el impacto de la desaceleración económica: “Entre los primeros gastos que los consumidores recortan en un contexto de incertidumbre económica están los servicios de comunicaciones. Lo primero que haces es eliminar tus planes postpago y te pasas a prepago, o le quitas el servicio de cable a la televisión”.

De esos ajustes depende, prosigue Martínez, que las empresas puedan seguir garantizando un servicio continuo a los colombianos. Y sobre todo que los planes de seguir cociendo la brecha en conectividad con los sectores rurales y zonas más pobres no se frenen: “Una idea es que, al igual que en el sector eléctrico, se generen créditos asequibles a través de entidades como Findeter para que los operadores puedan tener un poco de oxígeno mientras se reconfigura el sector”.

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Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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