¿Para qué los técnicos?
Es imperioso reconocer el aporte continuo de los tecnócratas a través de décadas a asuntos como el manejo prudente de la economía, el respeto al cumplimiento estatal de los contratos y de la propiedad y la libertad
En Colombia, en este momento, la tecnocracia es objeto de ataques desde el Gobierno y algunos intelectuales. Aparentemente, el presidente de la República considera que el principal error de su primer año de Gobierno fue haber vinculado al gabinete en las carteras de Educación, Planificación, Agricultura y Hacienda Pública a expertos con credenciales académicas de nivel doctoral y con previa experiencia ministerial.
En efecto, el país ha desarrollado una fuerte cepa de tecnócratas. El término es antipático, pero, dado que está en el centro del debate, repasemos sus principales características.
Primero, son personas que han alcanzado un grado de formación académica de máster o doctorado en las buenas universidades locales y en universidades de Estados Unidos, Europa y Asia. Segundo, pasan buenos años de entrenamiento y conocimiento técnico de los problemas en los muchos semilleros que hay a lo largo del país. Es decir, centros de investigación de varias ciudades, el Banco de la República, Planeación Nacional y el Ministerio de Hacienda; así como los ministerios del gasto, entidades públicas, alcaldías y gobernaciones. Tercero, optan por mantenerse comprometidos y dedicar buena parte de su vida profesional a lo público. Se los ve a lo largo de los años en entidades estatales, llamados por los líderes políticos y sectoriales.
El cuarto elemento es clave, a saber: estar siempre en la tarea de conversar y debatir políticas públicas no solamente con sus colegas de la academia o la investigación, en foros, periódicos, chatas, podcasts y webinars, sino especialmente a trabajar en su diseño tanto con los funcionarios o ministros de origen político, y también con los propios actores de la política: los senadores, representantes a la Cámara, concejales y diputados, líderes de partidos políticos y aspirantes a la Presidencia. Así mismo, debaten los temas con los gremios de la producción, en todas las ramas de la actividad económica. Esa continua e intensa interfase entre el mundo técnico y el mundo político y empresarial es una característica fascinante de Colombia. Los expertos de otros países que nos visitan se sorprenden del número de congresos y foros mensuales que hay en continuamente en las principales ciudades.
Finalmente, quinto, luego de una larga carrera en quemar pestañas leyendo, de empollar en las bibliotecas y los escritorios de los centros de investigación, de escribir y publicar papers en revistas locales e internacionales, de debatir la técnica con tirios y troyanos, muchos de esos tecnócratas acceden paulatinamente a cargos de secretarios en alcaldías y gobernaciones, viceministros o subdirectores del DNP, y a cargos de ministros. Aún ninguno ha llegado a ser presidente, pero varios seguimos tratando.
Su composición de género es bastante igualitaria. Esa es otra distinción de la tecnocracia y la dirección ministerial y empresarial colombiana: las mujeres desde hace décadas acceden por igual a las más altas responsabilidades y al diseño de las políticas públicas.
¿Para qué han servido esos técnicos en Colombia? Repasemos algunos de los avances que se puede atribuir al trabajo consistente de muchas generaciones de técnicos en un sinnúmero de especialidades y a su fructífera interacción con los políticos, a lo largo de las últimas décadas.
- Hoy hay cobertura universal de salud, educación escolar y energía eléctrica, y casi universal de muchos otros servicios como agua y alcantarillado, telecomunicaciones, gas, entre otros. Esas coberturas, y la virtuosa participación del sector privado en su provisión, se han logrado gracias a décadas de trabajo de generaciones sucesivas de técnicos de muchas especialidades en el diseño de regulación, incentivos para la provisión y supervisión.
- El Sistema General de Participaciones (SGP), una reforma constitucional aprobada en el Congreso en 2001, paga desde entonces la salud y la educación de todos los municipios; nunca volvió a haber un paro de maestros en los últimos meses del año porque no se les pagaran sus sueldos. El SGP permite además hacer inversiones en agua potable y otros sectores, sin que se quiebre ni la Nación ni los municipios.
- Los sistemas de transferencias condicionadas han llevado giros a las familias más necesitadas de todo el país, por espacio de casi un cuarto de siglo. Familias en Acción, Empleo en Acción, Jóvenes en Acción, fueron parte de la red de apoyo social para los más pobres, que no ha hecho más que expandirse desde su creación.
- Los técnicos de muchos Gobiernos han hecho lo indecible para que el Estado colombiano pueda pagar cumplidamente, mes tras mes, las costosísimas pensiones del sistema de prima media. Fue un sistema excesivamente generoso, creado a mediados del siglo pasado para las clases medias urbanas formales; ha sido uno de los grandes generadores de desigualdad en Colombia. En otros países de América Latina renegaron de los pagos o los diluyeron con hiperinflación. En Colombia se han pagado todas y cada una de las mesadas, en ese y en los sistemas desfinanciados de los maestros, los militares, y de muchas instituciones quebradas por los sindicatos y la mala administración, como EMCALI, la Flota Mercante, Puertos de Colombia o Telecom, entre otras.
- Los técnicos han conseguido los recursos de crédito y tributos para pagar un Estado cada vez más grande y con más responsabilidades sociales, que resultó de la Constitución política de 1991. Los generosos constituyentes y luego la Corte Constitucional y los jueces, no dijeron cómo se iba a pagar por los derechos que consignaron y que vigilan.
- Han sido los técnicos quienes ha trabajado para que los fallos y los Gobiernos manisueltos no lleven a un Estado quebrado e insostenible. Véase las muchas reformas legales de control de gasto desde los años noventa: los semáforos del gasto territorial, el Marco Fiscal de Mediano Plazo, el Marco de Gasto de Mediano Plazo, las recurrentes reformas tributarias, la reforma constitucional de sostenibilidad fiscal de 2011, la Regla Fiscal de 2011 y el Comité Autónomo de la Regla Fiscal de 2019.
- Desde hace 12 años se entregan a todos los municipios y departamentos de Colombia las regalías provenientes de la explotación petrolera y minera. El Sistema General de Regalías (SGR) privilegia a los municipios más pobres. Ese fue el significado original de “repartir la mermelada en toda la tostada nacional”, objetivo de la reforma constitucional de 2011, con inmenso impacto social, según un estudio serio de más de 200.000 familias, adelantado por la Universidad del Rosario y el DNP. El SGP fue reformado en 2019 para dar más participación a los productores de hidrocarburos y minería.
- Los técnicos agenciaron, junto con los impuestos de los contribuyentes y la confianza de los prestamistas nacionales e internacionales, los recursos para duplicar el número de efectivos de las Fuerzas Militares y la Policía, y dotarlos en tierra, aire y agua para enfrentar el tremendo desafío de la defensa contra la guerrilla, los paramilitares y los narcotraficantes.
- Los técnicos de muchos ministerios desarrollaron los sistemas de contratación, regulación y planeación que han permitido construir, mantener y mejorar las carreteras, puertos, aeropuertos, provisión de energía, gas, agua potable, telecomunicaciones.
- Muy buenos técnicos hicieron la reforma de Ecopetrol de 2004-2007, que puso a Colombia en el mapa mundial de hidrocarburos y desarrolló la industria petrolera y de gas. Algo similar se debe decir para la minería en los años setenta y ochenta.
- Los técnicos desarrollaron marcos de regulación y supervisión medioambiental, de los cuales Colombia fue pionera hace más de 30 años.
- En el Banco de la República, la nueva gobernanza creada por la Constitución de 1991 y un impresionante equipo técnico, renovado a través del tiempo, nos ha llevado a reducir la inflación a menos del 4% y manejar los choques internacionales que antes mandaban al país al despeñadero. Si esta enumeración ha dejado de lado otros avances clave, espero que me perdonen la injusticia.
Es imperioso reconocer su aporte continuo a través de décadas a: A) el manejo prudente de la economía y las finanzas públicas; B) el respeto a los precios, libres de manipulación, como señales de mercado a empresarios y familias; C) el respeto al cumplimiento estatal de los contratos y los compromisos; D) la no retroactividad de las leyes; E) el respeto a la propiedad y la libertad, y su defensa por parte de las Altas Cortes y los jueces del país, quienes también son parte del contingente técnico del Estado.
Esos principios y valores es lo que aún mantiene en pie a Colombia. Desconocerlo, como hace el actual presidente de la República en un desafío injusto a la tecnocracia colombiana, puede ser temerario y llevar a un deterioro serio de la arquitectura institucional y al funcionamiento cotidiano del estado.
Muchos economistas, ingenieros, abogados, administradores y profesionales de todas las ramas se han dedicado a resolver los problemas de Colombia. Han sido muchas las peleas, batallas y guerras que han librado contra poderosos intereses que querían atrapar rentas, favorecer intereses y poderes, diseñar anti-técnicamente los sistemas de regulación y estructurar equivocadamente los contratos.
Es fácil desdecir de la estabilidad macroeconómica, fiscal y sectorial cuando se goza de esa estabilidad. Cuando se pierda la estabilidad energética, de salud, de pensiones, de exportaciones mineras y petroleras, de contratos de infraestructura, y provisión de servicios públicos, y se induzca una crisis fiscal y macroeconómica, se hará incurrir a la población en un tremendo sufrimiento social. Será tarde para llamar a los técnicos con experiencia a que corrijan el rumbo. Pero no habrá otra alternativa.
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