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El secuestro, el obstáculo perpetuo para negociar con el ELN

El plagio del padre del futbolista Luis Díaz dinamita el diálogo con la última guerrilla en armas, reacia a renunciar a uno de los crímenes más repudiados por la sociedad colombiana

Luis Díaz ELN papá
Luis Díaz muestra el mensaje "Libertad para papá" tras anotar el gol del empate del Liverpool ante el Luton Town, el 5 de noviembre de 2023.PETER CZIBORRA (Reuters)
Santiago Torrado

“Libertad para papá”. El mensaje que se leía en la camiseta del colombiano Luis Díaz después de anotar el domingo el gol del empate del Liverpool frente al Luton Town, en la liga Premier inglesa, sintetizó el clamor de su país y le dio la vuelta al mundo. “Hoy no les habla el jugador de fútbol, hoy les está hablando Lucho Díaz, el hijo de Luis Manuel Díaz. Mane, mi papá, es un trabajador incansable, nuestro pilar en la familia y está secuestrado”, escribió minutos después del partido en un comunicado en el que suplicó al ELN que lo libere de inmediato.

La última guerrilla en armas de Colombia mantiene secuestrado en La Guajira desde hace más de una semana al padre de la estrella de la selección colombiana de fútbol. El cese al fuego de seis meses acordado entre el Gobierno de Gustavo Petro y el ELN –apenas la segunda tregua bilateral con ese grupo en más de medio siglo– no impidió que perpetraran esa acción. El propio presidente Petro aseguró que atenta contra el proceso de paz y la cúpula insurgente ha dicho que ya inició el proceso para liberar a Mane Díaz, pero pasan los días y las horas sin que se concrete esa orden. El secuestro, uno de los crímenes más repudiados, es el obstáculo con que suelen toparse una y otra vez las negociaciones con el llamado Ejército de Liberación Nacional.

El asunto toca una fibra muy sensible de la sociedad colombiana, y más aún al tratarse de un deportista muy querido y admirado. El padre jesuita Francisco de Roux, que presidió la Comisión de la Verdad, ha calificado el secuestro como “el crimen que más rompió y dividió a los colombianos”. Con más de 50.000 víctimas documentadas entre 1990 y 2018, la principal responsable del secuestro en el marco del conflicto armado ha sido la extinta guerrilla de las FARC, con un 40% de los casos, de acuerdo con la Comisión de la Verdad, seguida de los grupos paramilitares (24%). El ELN ha sido responsable en ese lapso de 9.538 secuestros (19%), y no ha renunciado a esa práctica ni siquiera después de sentarse a dialogar con el Gobierno.

Cuando las delegaciones anunciaron en La Habana el cese al fuego bilateral, el pasado 9 de junio, ese hito se vio ensombrecido por las declaraciones del jefe negociador de los rebeldes, Pablo Beltrán. En ese entonces dijo a periodistas que las extorsiones y los secuestros no hacían parte de lo pactado. Las “operaciones de finanzas” del ELN, señaló, incluyen los “impuestos” y las “retenciones”, como los rebeldes suelen referirse a los secuestros. “Si no son necesarias, no se harán”, matizó. Sus palabras agitaron el debate. Más allá de los eufemismos a los que suele acudir la guerrilla, los entendidos coinciden en que es una clara violación del documento firmado.

“Le recordamos al ELN que el secuestro es una práctica criminal, violatoria del Derecho Internacional Humanitario, y que es su deber en el desarrollo del actual proceso de paz, no solo dejar de ejecutarla, sino además eliminarla para siempre”, apuntaba ya la delegación de paz del Gobierno en el comunicado que reveló que la guerrilla era responsable, firmado por Otty Patiño, el jefe negociador. “Sin resolver este tema no se puede avanzar”, reiteró el senador Iván Cepeda, miembro del equipo negociador, en declaraciones a El Espectador. “Si el ELN aún no tiene claro su compromiso frente al secuestro, derivado del acuerdo de cese al fuego, este deberá ser punto inicial y obligado del próximo ciclo”, abundó el dirigente ganadero José Félix Lafaurie, representante de los sectores más conservadores en la delegación del Gobierno.

El ELN, que nació en 1964 bajo el influjo de la revolución cubana y la teología de la liberación, tiene un extenso historial de secuestros y ataques a infraestructuras petroleras. Por décadas ha obtenido cuantiosos recursos de la extorsión a trasnacionales y el secuestro de civiles, incluidos extranjeros. A pesar de que se ha sentado a dialogar desde los años ochenta con casi todos los gobiernos de Colombia, es la primera vez que tiene como contraparte a un presidente de izquierdas. Petro quiere sellar el acuerdo con el ELN como piedra angular de su política de paz total, para que así allane el diálogo con los demás actores armados.

El cese al fuego firmado en La Habana por el ELN se enmarca en las acciones prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario, que incluyen tanto la “toma de rehenes” como el reclutamiento de menores. La agenda original de negociación que el Gobierno Petro se propuso retomar –después del paréntesis que supuso el periodo de Iván Duque– se pactó en el de Juan Manuel Santos, en marzo de 2016. Ya entonces la fase pública de las conversaciones se vio largamente postergada por un tira y afloje en torno a la liberación de Odín Sánchez, un excongresista secuestrado por uno de los frentes del ELN en Chocó. La mesa solo se instaló hasta comienzos de 2017, casi un año después, en las afueras de Quito, Ecuador.

“El secuestro fue un largo y dispendioso tema con el ELN”, corrobora en sus memorias políticas Juan Camilo Restrepo, el jefe negociador de la Administración Santos con esa guerrilla. “A pesar de que nos habíamos puesto de acuerdo en que el DIH sería el lenguaje común que alumbraría el camino para adoptar medidas o llegar a acuerdos de carácter humanitario, el ELN argumentaba que el derecho de rebelión invocado por ellos les permitía secuestrar, aun con fines extorsivos”, rememora en su libro Cuatro crisis que marcaron a Colombia.

Una de las mayores diferencias entre las extintas FARC y el ELN es que las primeras, mucho más pragmáticas, “eran capaces en un momento dado de hacer declaraciones unilaterales, como la de renunciar a los secuestros”, escribe Restrepo al aludir a la otra negociación de paz en el Gobierno Santos (ver despiece). El ELN, por el contrario, nunca hace ese tipo de declaraciones unilaterales y “todo lo enmarca dentro de un absurdo bilateralismo”, valora. “Por esa razón nunca ha sido capaz de renunciar públicamente a prácticas violatorias del DIH como el secuestro, cosa que sí hicieron las FARC en su momento. Sin duda, esa actitud hace especialmente complejo cualquier proceso de paz con el ELN”, concluye desde su experiencia. La mesa de diálogos con la última guerrilla en armas vuelve a tropezar, una vez más y ante los ojos del mundo, con la misma piedra.

El antecedente del general Álzate en el proceso con las FARC

El caso del padre de Luis Díaz ha puesto en riesgo la mesa de diálogos con el ELN. También, salvando las distancias entre episodios disimiles, ha recordado una de las mayores crisis que atravesó la negociación con la extinta guerrilla de las FARC por cuenta de otro secuestro. El 16 de noviembre de 2014 las FARC se llevaron en Chocó al general Rubén Darío Alzate, junto a su asistente y una abogada que trabajaba para el Ejército, lo que provocó una enorme presión para romper las negociaciones. 

“Fue una acción de la guerrilla que contrariaba la promesa de no volver a secuestrar y fue, también, una imprudencia del general”, relata el expresidente Juan Manuel Santos en La batalla por la paz. Santos suspendió el viaje de los negociadores del Gobierno para un nuevo ciclo de conversaciones. El general, su asistente y la abogada fueron liberados el 30 de noviembre –dos semanas después– gracias a los buenos oficios de los países garantes y el Comité Internacional de la Cruz Roja. Con la crisis ya conjurada, los negociadores volvieron a La Habana y a finales de 2016 se firmó el acuerdo de paz. 

El senador Humberto de la Calle, quien como jefe negociador selló el acuerdo con las FARC, ha recordado el episodio del secuestro del general Alzate a raíz de la coyuntura actual. “Fue liberado rápidamente porque hubo la convicción de que en ese momento era imposible continuar las conversaciones en esas circunstancias, pese a que en aquel entonces ni siquiera se había pactado el cese del fuego”, ha rememorado. “Muy grave. Una verdadera locura”, ha valorado sobre el secuestro de Mane Díaz. “Por fortuna, al parecer las directivas centrales del ELN están en proceso de buscar su liberación”.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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