Cuando ser madre soltera es una elección, pero no está exenta de desigualdades
La decisión de convertirse en familia monoparental está cada vez más normalizada en la sociedad, pero estos progenitores se enfrentan a problemáticas específicas en dos áreas: la socioeconómica y la psicosocial
Tomar la decisión de ser madre soltera es una opción que se abre paso cada día con más fuerza. La maternidad en solitario se enmarca en un contexto social en el que desde hace ya unos años se ha pasado de un único modelo de familia a la diversidad de diferentes hogares. Los últimos datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) exponen que en 2021 se realizaron con éxito hasta un 33% más de fecundaciones in vitro (FIV) con respecto a 2019 y un 29,8% más con respecto al año previo. La nueva Ley de Familias 2023/2024 también reconoce todos los tipos y modelos de la maternidad, entre ellos, no solo a las familias monoparentales, donde uno de los progenitores, padre o madre, se encarga de la crianza de los hijos, sino también incluye el término monomarental para definir el hogar en el que la mujer es la cabeza de familia. Una legislación que acompaña y evoluciona para evitar las discriminaciones de los modelos emergentes con respecto a los más tradicionales.
Sin embargo, aún hay mucho camino por recorrer. “La falta de un marco jurídico que nos defina y proteja y que todo el sistema gire aún en torno a la familia con dos personas progenitoras genera desigualdades históricas”, asegura Miriam Tormo, presidenta de la Asociación Madres Solteras por Elección (MSPE), una organización sin ánimo de lucro creada en 2007. “Existe una falsa creencia muy arraigada en la sociedad de que recibimos muchas ayudas”, prosigue, “cuando, en realidad, no hay nada específico, a lo sumo algunos baremos mejorados como en el Ingreso Mínimo Vital o el bono social, pero que siguen sin ponernos en igualdad de condiciones respecto a las familias biparentales”.
Sobre la realidad de las familias monoparentales en España y su protección en la legislación se centra el estudio Revisión conceptual y normativa de las familias monoparentales en España, publicado en diciembre de 2022 por expertos en Trabajo Social y publicado en la Revista Internacional de Trabajo Social y Bienestar (AZARBE). Este estudio reconoce las problemáticas específicas de las familias monoparentales en dos áreas: la socioeconómica y la psicosocial.
En la primera, comprueban cómo estas familias cuentan con un nivel económico más bajo, ya que los gastos fijos y extraordinarios son asumidos por un solo progenitor. “Existe una desprotección que sufren las monoparentales y los niños de estas familias, cuyo riesgo de pobreza prácticamente se duplica solo por el modelo de familia al que pertenecen”, asegura Tormo. En el estudio de AZARBE se corroboran estas afirmaciones, con datos como que en 2018 hasta el 50% de las familias monoparentales españolas se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social. “Tenemos menos días para cuidados a través de permisos laborales, mayor presión fiscal y peores criterios de acceso a becas y prestaciones que las familias biparentales”, agrega la presidenta de MSPE.
Por otro lado, también suelen ser más frecuentes los trastornos emocionales, aunque dependiendo de las vías de entrada a la familia monoparental, ya sea por viudedad, elección, divorcio o necesidad. En general, y tal y como se recoge en el estudio mencionado, “las progenitoras suelen manifestar agotamiento físico y mental, sobre todo, aquellas especialmente vulnerables como migrantes, cuidadoras, etcétera…, o las que no cuentan con apoyos suficientes, como familiares o amigos, para el sostenimiento familiar”.
La controversia psicológica de ser o no madre soltera por elección
A este respecto, la psicóloga perinatal Raquel Huéscar, también docente en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, sostiene que es importante tener una red de apoyos, tanto en los cuidados como en lo emocional, ya que si no puede llegar a resultar imposible criar a un hijo sola. “Es esencial, primero, dialogar sobre las experiencias de otras personas a tu alrededor para tomar una decisión”, incide. Por otro lado, “además de la logística diaria, un hijo necesita de diversas funciones parentales, cuidados, el sostén, el cariño, entre otras muchas cosas”, explica. Para esta experta, el reto principal de las familias monoparentales es integrar todas las funciones de crianza en una sola persona.
Sin embargo, las normas establecidas, la sociedad o la moral aún siguen haciendo mella en la decisión de tener o no hijos, y en este sentido, factores como la estabilidad laboral, la conciliación, los motivos económicos, una pareja adecuada, la pérdida de libertad, entre otros factores, no exime el hecho de que a veces se idealiza lo que no se tiene: “Se puede caer en la trampa de la obcecación de que no se va a ser feliz a no ser que se sea madre, por miedo o la dificultad también de la propia renuncia”, explica Huéscar.
Pero hay también madurez y un alto nivel de honestidad con una misma y de amor propio cuando se pone sobre la mesa que, quizás, en determinadas circunstancias es complicado hacer hueco para toda la atención y la energía que necesita un hijo. “Aunque sea difícil, a veces, se puede elaborar el duelo, que significa dejar la idea de ser madre para centrarse en otros proyectos, ya que no hay nada que te asegure la felicidad, ni esto, ni un hijo, ni nada”, añade la psicóloga. No obstante, recorrer una experiencia satisfactoria como familia monoparental frente a toda complicación también es posible. Para Huéscar es importante aceptar, asumir y llevar con cierto orgullo el modelo de familia al que se pertenece: “Por ejemplo, desear que llegue alguien que encaje significa un duelo no elaborado, ya que no habría que supeditarse a una pareja pensando inconscientemente que va a ser mejor para el hijo, porque puede ser que sí o puede que no”. En resumen, para la psicóloga, lo que define la felicidad de una familia no es el modelo.
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