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Parece increíble pensar que en un pasado no tan remoto se pudiera funcionar en el trabajo sin <a href="https://elpais.com/tag/correo_electronico/a" rel=”nofollow” target="_blank"><b>correo electrónico</b></a>. Pero lo cierto es que sí. Es más: a veces haríamos bien en no usarlo. Un estudio publicado en 2016 por la Academy of Management de Estados Unidos alerta sobre <a href="https://source.colostate.edu/anticipatory-stress-of-after-hours-email-exhausting-employees/" rel=”nofollow” target="_blank"> las consecuencias fatales para la salud mental de los trabajadores que tiene atender el email corporativo fuera del horario laboral</a>. No obstante, el correo electrónico tiene también otros peligros. En ocasiones, los errores garrafales por su mal uso pueden causarnos problemas. El mejor escenario contempla generar habladurías y malos entendidos; el peor, el riesgo de “crear un conflicto interno dentro de la compañía, perder la cuenta de un cliente o, incluso, el empleo”, explica Cristina Jiménez Rubio, directora Técnica de Recursos Humanos en First Hunting. Los despidos a causa de correos desafortunados no son leyendas urbanas. Como recuerda Borja García, Senior Manager de Page Consulting, “muchas compañías tienen un código ético sobre el uso del email y es bastante habitual que el empleador haga firmar un documento en el que <a href=" https://cincodias.elpais.com/cincodias/2017/09/05/fortunas/1504637748_187161.html " rel=”nofollow” target="_blank">autoriza al equipo de tecnología a poder revisar los correos de sus colaboradores</a>”.
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