Hamás ejecuta en Gaza a tres condenados por el asesinato de uno de sus jefes militares
La organización islamista acusa a Israel de haber inducido a los “colaboracionistas”
Tres palestinos han pagado con su vida este jueves en Gaza el precio de la muerte de Mazen al Fuqaha, el comandante de la rama militar de Hamás asesinado a tiros con un arma dotada de silenciador el pasado 24 de marzo. Fueron ajusticiados en un terreno vallado de la capital de la Franja ante centenares de asistentes, incluidos mujeres y niños, según un periodista de France Presse presente en la ejecución. El condenado como autor de los disparos, Ashraf abu Leila, de 38 años y antiguo miembro de las milicias Ezedín al Qassan del movimiento islamista, fue ahorcado en público junto con uno de sus dos cómplices, Hisham Alul, de 42 años. Al tercer reo, Abdulá al Nashar, de 38 años, le correspondió morir ante un pelotón de fusilamiento, la ejecución reservada a los miembros de las fuerzas de seguridad palestinas en servicio activo.
Su sentencia a la pena capital había sido dictada el domingo por un “consejo de guerra” formado por milicianos de Hamás tras una vista que apenas ha durado cuatro sesiones. El pasado día 16, el tribunal castrense hizo público un vídeo que contenía las confesiones de los encausados. Fue presentado en un hotel de Gaza, en una conferencia de prensa a la que asistió este corresponsal. Las cuidadas imágenes, la entonada narración, los subrayados musicales y un montaje audiovisual impactante apuntaban a que la cinta había sido elaborada por un equipo profesional. Los reos reconocían uno tras otros que colaboraban desde hacía años con el Shabak, también conocido como Shin Bet, el servicio de seguridad interior israelí, antes de expresar su arrepentimiento.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos denuncian que las confesiones les fueron arrancadas por la fuerza. Human Rights Watch (HRW) calificó de “intrínsecamente cruel y siempre incorrecta” la pena capital. “Condenar a morir a una persona por la sentencia de un tribunal militar, que no puede ser recurrida ni revisada, pocos días después de que se hayan producido las detenciones refleja que es el imperio de una milicia, y no el imperio de la ley, lo que rige en Gaza”, afirmó Sarah Leah Whitson, directora de HRW en Oriente Próximo. El fiscal militar Fadel al Yadeili, que intervino en el juicio, replicó, según The Jerusalem Post, que las ONG no podían cuestionar la legalidad del proceso ya que no contaban con todos los detalles de la investigación.
En lo que va de año, Hamás ha ajusticiado ya a seis hombres bajo de acusación de “colaboracionismo” con los servicios de inteligencia de Israel. Desde que se hizo con el poder en Gaza, hace ahora una década, los tribunales militares y civiles constituidos bajo el poder de los islamistas han dictado 93 sentencias de muerte, de las que 28 se han aplicado finalmente. Otras 14 personas han sido ejecutadas sumarísimamente por la rama militar de Hamás. La Autoridad Palestina, cuyo presidente, Mahmud Abbas, es el único legalmente facultado para ratificar una pena capital, solo ha llevado a cabo 12 ejecuciones desde 1995, y desde hace 12 años no ha aplicado ninguna sentencia de muerte, según datos recopilados por la organización pacifista israelí B´Tselem.
Mazen al Fuqaha, que recibió siete tiros —cuatro en la cabeza y tres en el pecho— en el garaje de su casa de Tel al Hawa (al sur de la capital de Gaza) cuando acababa de aparcar su vehículo la noche del 24 de marzo, había pasado casi la cuarta parte de sus 38 años de existencia en cárceles israelíes. Estaba considerado como el jefe de los comandos de Hamás de Cisjordania que cometieron atentaron suicidas contra el Estado hebreo durante la Segunda Intifada (2000-2005). Los asesinos recogieron todos los casquillos de bala y desaparecieron sin dejar rastro.
Al Fuqaha había sido condenado a perpetuidad en Israel en 2003, pero fue liberado en 2011 en el intercambio del soldado Gilad Shalit, que estuvo secuestrado durante cinco años en la Franja, por más de un millar de prisioneros. Tras su exilio forzado en Gaza, se convirtió en uno de los comandantes de las brigadas Ezedín al Qassan. Desde la designación, en febrero, del también jefe militar de Hamás Yahya Sinwar como nuevo líder político en el enclave costero palestino, la tensión con el Ejército israelí no ha dejado de crecer. El nuevo hombre fuerte de la organización en la Franja, que compartió celda en Israel con Al Fuqaha, está considerado como un dirigente radical dentro de Hamás.
El movimiento islamista ordenó poco después del asesinato el cierre de la frontera de Erez (norte), el único paso hacia Israel habilitado para personas. Al bloqueo terrestre y marítimo que el Ejército israelí impone a la Franja desde que Hamás se hizo con el poder en 2007 —reforzado con la clausura casi permanente decretada por Egipto en el paso de Rafah (sur)— se sumó durante semanas el sellado de la vía de acceso a Israel, por la que acceden al enclave la prensa extranjera y los miembros de la cooperación internacional. Los pacientes con enfermedades que no pueden ser tratadas en los hospitales de Gaza sufrieron las consecuencias del cierre de la frontera.
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