EE UU admite que mató a al menos 105 civiles en un bombardeo en Mosul en marzo
La operación iba dirigida contra el ISIS, pero derrumbó un edificio lleno de familias
El Pentágono reconoció este jueves que el bombardeo llevado a cabo el 17 de marzo por el Ejército estadounidense en Mosul, la ciudad iraquí que las fuerzas aliadas tratan de liberar del autodenominado Estado Islámico, se saldó con la muerte de hasta 105 civiles. Se trata de la mayor tragedia con civiles por parte de los estadounidenses desde que la campaña aérea comenzó en 2014. El Departamento de Defensa presentó su informe definitivo sobre aquella matanza, de la que culpa en gran medida al grupo terrorista alegando que el edificio objetivo almacenaba gran cantidad de explosivos.
El ataque sobre dicho inmueble, cerca del casco antiguo de Mosul, provocó la explosión del armamento del ISIS (siglas en inglés del Estado Islámico). Murieron así 101 civiles que estaban dentro, además de otros cuatro que se encontraban en las proximidades. “La explosión secundaria desató un rápido colapso de la estructura que mató a dos francotiradores del EI, a 101 civiles que estaban en los pisos inferiores de la estructura y a cuatro civiles en la estructura vecina del oeste”, dijo el general Matthew Isler. Pero la cifra de víctimas podría aumentar, ya 36 personas que se encontraban en la zona siguen desaparecidas.
Según los datos disponibles por el Observatorio Iraquí para los Derechos Humanos, a finales de aquel mes cerca de 700 civiles habían muerto ya por ataques del ISIS o bombardeos de las fuerzas gubernamentales o de la coalición internacional como consecuencia de la ofensiva iniciada en febrero, aunque solo 439 están completamente confirmados.
Las fuerzas del servicio de contraterrorismo iraquí, según la versión del Pentágono, se estaban desplazando hacia la zona de Al Jadidah, en el oeste de Mosul, aquella mañana del 17 de marzo cuando fueron atacadas francotiradores escondidos en el piso del edificio y los soldados, sin datos sobre la presencia de civiles, respondieron con una bomba de precisión que en teoría no debería haber causado tanto daño en el edificio, pero hizo estallar el arsenal depositado por los yihadistas.
Mosul, la segunda ciudad de Irak, es el último gran bastión del ISIS y, pese a los avances de las fuerzas aliadas en la zona oriental, la expulsión de los yihadistas presenta muchas complicaciones. El Ejército iraquí ha acusado a los yihadistas de utilizar a la población civil como escudo humano, de colocar explosivas en viviendas habitadas por familias y disparar desde sus tejados a las fuerzas de seguridad. El ISIS mantiene a 400.000 iraquíes encerrados en el Casco Antiguo, según las cifras de Naciones Unidos, una población que vive sin agua corriente ni electricidad y corre grave peligro. A riesgo de causar más víctimas civiles, los soldados se ven obligados al cuerpo a cuerpo.
El informe del Pentágono se alinea con las primeras explicaciones que dio el Ejército iraquí el marzo. Un comunicado señaló entonces que expertos militares habían inspeccionado el edificio “supuestamente alcanzado por el bombardeo" y habían descubierto que el inmueble "estaba completamente destruido, pero no había signos de que lo hubiera sido por un ataque aéreo”.
"Nuestras condolencias están con todos los que fueron afectados por este ataque", dijo el general Joseph Martin este jueves, según AFP, y agregó que "la coalición toma todas las medidas a su alcance para proteger a los civiles y la mejor manera de hacerlo es derrotar al Estado Islámico".
A mediados de abril, el Pentágono también admitió haber matado por error a 18 milicianos kurdos en un ataque aéreo llevado a cabo por la coalición internacional en Siria, en el que era el tercer bombardeo en un mes que mataba equivocadamente a civiles o aliados.
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