El líder de los rebeldes Huthi desafía al presidente de Yemen
Hadi intenta un acuerdo que permita desactivar la tensión en Saná
El líder de los rebeldes Huthi de Yemen, Abdel Malek al Huthi, ha desafiado esta noche al presidente de su país, Abdrabbo Mansur Hadi, y ha dicho que no descarta ninguna medida contra él “para proteger el acuerdo de paz” que su grupo impuso el pasado septiembre cuando tomó Saná, la capital. Esa amenaza, durante un discurso televisado, se ha producido horas después de que sus hombres se hicieran con el control del Palacio Presidencial, medida que ha justificado para evitar que se abortara la reforma política y se divida el país.
Al Huthi se refería a la nueva Constitución que contempla la creación de seis regiones para descentralizar el poder. Su formación Ansarullah (Partidarios de Dios), que se arroga la defensa de la minoría chií zaydí, tiene su feudo al norte de Saná, en la provincia de Sadah donde se concentran los seguidores de esa rama del islam. La nueva distribución administrativa les dejaría sin acceso al Mar Rojo, una de sus principales aspiraciones.
Esa discrepancia, apenas la punta del iceberg de una década de enfrentamientos con el poder central, ha desatado los combates que desde el lunes han sumido en el caos a la capital yemení. A pesar del alto el fuego alcanzado ese día por la tarde, el domicilio del presidente ha sido atacado con artillería este martes por un grupo de milicianos, según ha denunciado la ministra yemení de Información, Nadia Sakkaf.
Los Huthi han negado ser responsables y la propia Sakkaf había reconocido la víspera que hay “tres partes implicadas en el conflicto”. Además de los rebeldes de Ansarullah y de las fuerzas gubernamentales, la ministra mencionó la presencia de miembros de tribus leales al expresidente Ali Abdalá Saleh, quien podría intentar aprovechar el caos para volver al poder.
Hadi, apoyado por la comunidad internacional, intenta un acuerdo que permita desactivar la tensión, pero las palabras de Al Huthi dificultan una salida airosa.
Desde el pasado septiembre, esa milicia ha tomado de facto la capital yemení, el último reducto del país que aún se mantenía a salvo del caos, con el pretexto de reclamar una mayor representación de los chiíes zaydíes (un tercio de la población) y el fin de la corrupción. Pero su avance ha despertado el recelo de la mayoría suní, poniendo en peligro la convivencia entre ambas comunidades. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha condenado este martes los enfrentamientos y ha hecho un llamamiento al cese de las hostilidades que se suman a la amenaza de Al Qaeda y el separatismo del Sur.
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