“Irán y los chiíes ganan en el nuevo reparto territorial”
El politólogo dirige el programa para el Mediterráneo en el Instituto Universitario Europeo de Florencia
Como responsable del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) advirtió al Gobierno francés de la inminencia de una primavera árabe años antes del estallido de las revueltas. Olivier Roy, de 65 años y politólogo experto en el islam, dirige ahora el programa para el Mediterráneo en el Instituto Universitario Europeo de Florencia, desde donde responde por teléfono a las preguntas de EL PAÍS. Roy alerta de que el conflicto entre las dos grandes ramas de la religión musulmana amenaza con hacer saltar las fronteras trazadas por los poderes coloniales en Oriente Próximo. Tras los recientes avances del yihadismo en Irak y Siria, las líneas divisorias trazadas por los acuerdos secretos suscritos en 1916 por el británico Mark Sykes y el francés François Georges-Picot parecen haber dejado de ser un dogma.
Pregunta. ¿Cuáles son las razones del éxito de la milicia del Estado Islámico (EIIL)?
Respuesta. Es un grupo armado profesional, extremadamente combativo y sobre todo móvil. Las gente solo lucha por el lugar donde vive y cada tribu reina en su territorio. Pero el EIIL está compuesto por voluntarios internacionales y no está ligado a un territorio concreto. Tiene una gran eficacia gracias a su movilidad y va siempre hasta el límite en sus acciones. Pero eso no lo explica todo, porque para que sus ofensivas triunfen deben contar con apoyo de la población local. En el triángulo suní de Irak hay mucha gente que se siente marginada, humillada, que se siente atacada físicamente por las milicias chiíes. Esas tribus suníes, que perdieron su poder tras la caída de Sadam Husein, se pusieron sin embargo de acuerdo con los estadounidenses en el surge o contraofensiva de 2006 y 2007. Pero cuando los norteamericanos se marcharon del país, el Gobierno de Nuri al Maliki volvió a marginar a los suníes. La llegada de tropas islamistas ha supuesto para estas comunidades suníes un golpe de suerte que permite recuperar el terreno perdido.
P. ¿Cree que el avance yihadista supone el fin de las fronteras derivadas del pacto Sykes-Picot sobre los restos del Imperio otomano en la I Guerra Mundial?
Se van a mantener
las apariencias,
las fronteras oficiales.
Pero Irak quedará
divido en tres partes”
R. No supone necesariamente el fin de esas fronteras. El pacto Sykes-Picot definió los límites de las zonas de influencia de franceses y británicos. Y ahora asistimos a una redefinición de esos espacios entre el mundo suní y el mundo chií. Hay un cambio de los equilibrios estratégicos que puede tomar la apariencia de nuevas fronteras. Se va a mantener el marco de los Estados existentes: Siria, Irak, Irán, Turquía, Jordania..., pero van a estar atravesados por nuevas zonas de influencia. Por ejemplo, los kurdos. No surgirá un gran Kurdistán, aunque sí es factible que el Kurdistán iraquí llegue a ser independiente. Formalmente, la frontera internacional de Irak no se moverá, pero Irak se verá redefinido por divisiones internas.
P. ¿Es el fin de Irak, tal y como lo hemos conocido hasta ahora?
R. Se van a mantener las apariencias, las fronteras oficiales. Pero Irak quedará divido en tres partes. Un Kurdistán que se acabará declarando independiente. Un espacio chií que va estar cada vez más bajo control iraní. Y una zona suní, que no se convertirá en un nuevo Estado sino en una zona gris —entre Siria e Irak— donde las fronteras solo serán teóricas.
P. ¿El EIIL será capaz de estabilizarse, de crear sus instituciones estatales?
R. El EIIL desaparecerá. Los yihadistas de Al Qaeda han combatido en Afganistán, Irak, Siria, Chechenia, Bosnia, Malí... Pero cuando la guerra termine son obligados a marcharse. Hacen la guerra para otros. Los internacionalistas de la yihad han comprendido ahora que necesitan echar raíces entre la población local, y por primera vez asistimos a la proclamación de un Califato islámico territorial, y el líder de EIIL se proclama jefe religioso en una región. Los notables locales, los miembros de las tribus suníes necesitaban a los yihadistas para luchar contra los chiíes. Pero no los quieren como gobernantes. Hay una cuestión a la que se suele prestar poca atención: los voluntarios extranjeros piden regularmente que la población local les entregue mujeres para casarse con ellas. Y eso no es aceptado por la gente. En caso contrario, secuestran a mujeres jóvenes, como en Nigeria. La población local rechaza estos matrimonios forzosos, y los yihadistas han cambiado su estrategia. Los internacionalistas intentan implantarse en alguna parte.
P. ¿Quién está sacando partido de estos cambios?
R. Los chiíes están apoyados por un Estado nación que es muy fuerte: Irán. Es el claro ganador de la situación. Ha ganado en Siria, porque el régimen alauí de Bachar el Asad no será derrocado. Ha ganado en Irak, porque la mayoría chií controla el poder. Está en una posición de fuerza y por eso se muestra interesado en negociar con Occidente. Sin embargo, los saudíes se encuentran en una posición de debilidad. Aspiran a encabezar el mundo suní, pero no han dejado de debilitar sistemáticamente a los Hermanos Musulmanes, que eran las principales fuerzas suníes en Siria y Egipto. Mientras tanto, han permitido que se desarrollaran grupos radicales yihadistas y salafistas que escapan a todo control.
P. ¿Entonces es Irán quien sale triunfante en la escena internacional?
R. Sí, pero no es victoria para mañana mismo. Hace falta que Irán deje de lado su retórica revolucionaria y antiisraelí. Necesita moderación, al menos en el plano del discurso político, y una evolución del mismo régimen. A largo plazo, el gran vencedor es Irán y los chiíes ganan en el reparto territorial.
P. ¿Cómo queda Turquía?
R. Turquía ha jugado la baza neotomana, crear una zona de influencia en sus fronteras, pero ha sido un fracaso. Ankara ha jugado mal sus cartas en los últimos años y ha sido muy impulsiva. Se ha creado demasiados enemigos, incapaz de obtener el menor resultado. Lo positivo en su política ha sido la buena relación con el Kurdistán iraquí, que depende cada vez más económicamente de Turquía. Esto supone un factor de estabilidad. Los kurdos están obligados entenderse con Ankara por sus estrechas relaciones económicas. En el resto, Turquía ha fracasado.
P. Se acabó entonces la doctrina neotomana “cero problemas con los vecinos”. ¿Surgirá un Gran Kurdistán frente a Turquía?
R. No lo creo. Los kurdos iraquíes quieren tener su propio Estado, pero los kurdos de Turquía quieren seguir dentro de en una Turquía moderna. No parecen tener intención de orientalizarse, y solo esperan que Ankara les reconozca sus derechos. En Irán, mientras tanto, los kurdos parecen hallarse bien integrados.
P. ¿Qué papel puede desempeñar Occidente en los cambios que experimenta Oriente Próximo?
R. Los occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, ya se han retirado de Irak y pronto saldrán de Afganistán. Los yihadistas, mientras tanto, ya no hablan de choque de civilizaciones y apenas arremeten contra EE UU. No ha sido un fracaso. La salida de Occidente no ha producido más estabilidad, pero los problemas han quedado regionalizados. La renegociación de los equilibrios queda, a largo plazo, en manos de iraníes y saudíes.
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