El fin del sueño americano: cuando los hijos ganan menos que los padres
La mitad de los estadounidenses ingresa menos de lo que ganaban sus progenitores o sus abuelos
El sueño de todos los padres es que sus hijos tengan una vida mejor que la que ellos tuvieron. Esa idea de superación es también la base fundacional del mito del sueño americano: si uno se lo propone y trabaja duro acabará por triunfar. Sin embargo, los datos revelan ahora que, desde los años sesenta del siglo pasado, cada vez son menos los trabajadores estadounidenses que acaban ganando más que sus progenitores. Los autores del estudio mantienen que solo una redistribución de la riqueza podría hacer revivir el american dream.
Los economistas lo llaman absolute income mobility (algo así como movilidad absoluta vía ingresos) y se refiere la proporción de hijos que acaban ganando más que sus padres cuando llegan a su edad. Es una de las formas más fiables de medir la movilidad social hacia arriba y lo real que es eso de la igualdad de oportunidades. Aunque forma parte de la identidad y del credo de la sociedad estadounidense, pocas veces ha habido ocasión de medir cuánto de cierto y cuánto de mito hay. Es lo que han hecho ahora un grupo de sociólogos y economistas de tres de las universidades más prestigiosas de EE UU: Harvard, Berkeley y Stanford.
Usando el censo de población de EE UU, sus actualizaciones anuales, datos de la agencia federal que se encarga de recaudar los impuestos (IRS) y los ingresos antes de impuestos de 10 millones de parejas de padre (o madre, si se conocen ambos, se divide entre dos) e hijo. El estudio, publicado en la revista Science, se inicia con los nacidos en 1940 y llega hasta los que nacieron en 1984. Compararon año a año los ingresos cuando ambos tenían 30 años y, para evitar un posible sesgo por la fecha de incorporación al mercado de trabajo, los volvieron a comparar a los 40 años.
El 92% de los nacidos en 1940 acabaron ganando más que sus padres. Hoy, la cifra ha bajado al 50%
"Lo que vemos es que alrededor del 90% de los niños nacidos en EE UU a mediados del siglo pasado acabaron ganando más de que sus padres, lo que creemos que es un elemento importante del sueño americano", dice el sociólogo de la Universidad de Harvard y coautor del estudio, Robert Manduca. Sin embargo, entre las cohortes más recientes, este porcentaje ha disminuido hasta solo el 50%", añade este investigador especializado en ingresos.
Lo que dicen los datos es que la gran mayoría (el 92% exactamente) de los nacidos en 1940 y que en 1970 tenían 30 años ganaban más que sus padres a esa edad, es decir, en la época de la II Guerra Mundial, un tiempo en el que los salarios no eran bajos. Ese porcentaje muestra una movilidad absoluta vía ingresos muy elevada. Apenas el 8% tenían un sueldo igual o peor que el de sus padres. Pero, la mitad de aquellos que ahora tienen la treintena y nacieron en los años ochenta, ingresan menos que sus progenitores a la misma edad. Las comparaciones se hicieron neutralizando el efecto de la inflación.
Tan llamativo como la distancia que hay entre un extremo (1940) y el otro (1984) es la tendencia que muestra esta investigación. Salvo algunos años sueltos y a mediados de los setenta, el descenso ha sido continuo desde 1940. Fue muy marcado hasta 1964 (los que vivieron la crisis de los primeros noventa), cuando apenas el 55% de los nacidos entonces superó a sus padres cuando llegaron a los 30, coincidiendo con una de las crisis económicas más severas. Solo entre finales de los sesenta y hasta mediados de la década siguiente las cifras se recuperaron un poco, superando el 60%. Pero, salvo algún repunte ocasional, no han dejado de caer desde entonces.
"Hay mucha más desigualdad en el ingreso de la que había a mediados del siglo XX"
El trabajo, que forma parte de un proyecto que estudia la igualdad de oportunidades en EE UU, también permite sacar conclusiones de la distribución de estos datos. Por un lado, por estratos, los grupos de ingresos más afectados han sido los de las clases medias. En cuanto a la geografía, el declive de movilidad absoluta vía ingresos es mayor en los estados industriales (Michigan, Indiana, Ohio e Illinois), convertidos ahora en un caladero de votos del populista Trump. Los menos afectados, los estados de la costa oeste, los norteños del este y los estados agrícolas de las llanuras, como Montana, las Dakotas, Nebraska...
"Se han producido dos grandes cambios en la economía en los últimos 40 años que probablemente hayan influido en este declive", comenta Manduca. "Primero, el crecimiento del producto interior bruto (PIB) ha sido más lento de lo que venía siendo, lo que significa que el pastel de la economía no crece tan rápido como lo hacía. Segundo, hay mucha más desigualdad en el ingreso de la que había a mediados del siglo XX, lo que implica que los ricos se llevan a casa una parte mucho más grande de los ingresos totales de lo que lograban antes", explica.
Para confirmar sus argumentos, los investigadores simularon qué hubiera pasado con los nacidos en 1980 en dos escenarios: Por un lado, en un entorno económico boyante, con un crecimiento del PIB anual del 2,5% desde entonces. Por el otro, una simulación con el crecimiento real del PIB (un 1,5% anualizado en tres últimas décadas) pero repartido como estaba el pastel en 1940. Su conclusión es que haría falta un aumento del PIB del 6,4% al año para acercarse al 80% de hijos que ganasen más que sus padres. Sin embargo, si la riqueza nacional se repartiera en la misma proporción que lo estaba en los años cuarenta, aún con el ritmo de crecimiento del PIB actual, el número de hijos que ganarían más que sus padres se acercaría al 90%.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.