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“Nuestra idea es no resultar imprescindibles”

El cirujano, profesor universitario y Premio Canarias 2016 por su trabajo en cooperación en África, trabaja en un proyecto para formar a estudiantes de medicina en Mozambique

Ángeles Jurado
Luis Mateo López Rivero.
Luis Mateo López Rivero.

Acaba de recibir el Premio Canarias 2016 en la modalidad de Internacional por su trabajo solidario en África. Es doctor en Medicina y Cirugía, además de Máster Internacional en Medicina Humanitaria y licenciado en Historia. Ejerce de Jefe del Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Insular de Gran Canaria. Ha trabajado en cooperación en Chad, Botsuana, Angola y Namibia. Desde 2011, está al frente de un proyecto de cooperación internacional, liderado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y centrado el desarrollo de la Facultad de Medicina de la Unizambeze. Como consecuencia de este proyecto, en 2015 se licenciaron 27 médicos mozambiqueños y se prevé que otros 33 lo hagan este curso. La Unizambeze es una de las tres universidades públicas del país, situada en la zona central y más deprimida de Mozambique. Allí se encuentra también el Hospital Provincial de Tete, un hospital general con 300 camas, bastante bien organizado pero con muy poca dotación material y humana. La esperanza de vida en la región es de 42 años. Diez niños de cada cien nacidos en Tete no llegan a cumplir cinco años.

“Me llamo Luis López Rivero, tengo 56 años, nacido en Teror y de profesión, cirujano torácico”, empieza sentado a la sombra de un flamboyán en un parque de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. “Hice un máster en cooperación cuando cumplí 40, porque antes de dedicarme a eso quería tener una formación. A partir de ahí, comencé a trabajar en cooperación como cirujano, aunque más bien en temas completamente asistenciales. Iba a donde existía necesidad de operar y había listas de espera, en diferentes países. En Mozambique también estuve en esa época. Eso fue durante unos diez años, una cosa así. En 2010, estuve en el Encuentro de Universidades Españolas y Africanas que organizó la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria con Casa África y otras instituciones y patrocinadores. En esa reunión, Rosario Berriel, la vicerrectora, me encargó la parte de sanidad. Propuse hacerlo por mesas de trabajo, porque a veces, cuando nos reunimos todos, acabamos sacando un comunicado que no es específico y que resulta muy genérico, muy repetido. Una de las mesas que propusimos fue educación médica en países en desarrollo. Allí estaba el rector de una universidad pública de Mozambique recién creada, que creo que llevaba funcionando tres años. En Mozambique sólo existía una, la de Maputo, así que habían decidido crear dos más: una en la zona central, la Unizambeze, y otra en el norte, la de Nampula. El rector de Unizambeze estaba muy preocupado porque tenía profesorado para los estudiantes de medicina en los tres primeros años, pero no tenía ni existía posibilidad de contratarlo para cuarto, quinto y sexto. Ésa fue su solicitud de ayuda: profesores para el segundo ciclo de medicina que, inexcusablemente, tenían que ser especialistas. El segundo ciclo necesita cirujano, pediatra, ginecólogo, internista. Eso, por lo menos”.

Luis y sus colegas reflexionaron. Acabaron proponiendo a la ULPGC un proyecto de formación en este sentido y la universidad les encargó de estudiar si era factible. “Estudiamos si era pertinente y lo era, mucho, porque en la provincia donde se implantaba la Facultad de Medicina, en Tete, había un médico por cada 60.000 habitantes”, continúa. “Tiene unos índices peores que el resto del país, porque creo que es la provincia más pobre”.

Ésa fue su solicitud de ayuda: profesores para el segundo ciclo de medicina que, inexcusablemente, tenían que ser especialistas

En el año 2011, cuando los alumnos de Medicina de Unizambeze estaban todavía en tercero, Luis y sus colegas diseñaron un proyecto adaptado a la realidad mozambiqueña y a sus propias circunstancias, ya que no conseguían profesores con experiencia que quisieran instalarse y dar clase allí un año entero. “Lo que hicimos fue copiar el modelo intensivo y modular en el que cada asignatura se da durante un mes. Por ejemplo, en el primer semestre, se da la Cirugía I, en mi caso, con todas las prácticas y la teoría en un mes. Así sí conseguimos toda la gente que necesitábamos que fuera. Lo empezamos de esa manera y lo hemos mantenido con pocos cambios en la plantilla, porque la gente sigue queriendo ir”.

Durante el año 2011, Luis daba cursos de formación a los médicos allí y a la vez, trabajaba en el proyecto aquí. Se firmó el convenio, le nombraron director del proyecto y empezaron el trabajo sobre el terreno en 2012.

“El curso académico no es como el nuestro: en el hemisferio sur se empieza en febrero y se acaba en noviembre. En 2012 comenzamos con la primera promoción, con 30 estudiantes espectaculares. Mira que allí son buenos, pero aquellos eran ya… supervivientes natos de una selección natural absoluta. Los conocemos a todos por su nombre. Y son geniales. Acabamos bien aunque apurados de dinero. En 2013 ya teníamos que dar cuarto y quinto, con lo que hablamos del doble de profesores. Salió bien, pero al final de año, asfixiados, pedimos financiación a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Sin esperanza, en plena crisis y sabiendo que la AECID contaba con muy pocos recursos”.

Contra todo pronóstico, la AECID decidió financiarles, salía muy económico comparado con otros proyectos. “Con el dinero que nos dieron, en dos años (2015 y 2016), hemos sacado 60 titulados”, razona el cirujano. “Con ese mismo dinero, ellos podían tener tres médicos titulados europeos trabajando dos años allí. La equivalencia era tres médicos extranjeros dos años frente a sesenta médicos locales. Coste y eficacia que vienen a mostrar que enseñar a pescar es mucho mejor que pescar por otros”.

La AECID se ha comprometido a financiarles otros dos años más (2016 y 2017). Junto con otras instituciones, como el Cabildo de Gran Canaria, que siempre les ha ayudado, el grupo San Roque, Mapfre, la Federación Canaria de Municipios, la Fundación Ágora. Con eso garantizan que salgan 200 licenciados en medicina de Unizambeze.

Con la financiación de la AECID, podían tener tres médicos titulados europeos trabajando dos años allí frente a formar a  sesenta médicos locales

Luis López Rivero cuenta que, el primer año, había sólo seis chicas en una clase con treinta alumnos y los mejores expedientes eran los de los chicos. Sin embargo, el panorama está ahora bastante más igualado en el tema de cuotas y expedientes y las punteras son las chicas. Los estudiantes vienen, especialmente, de la zona central del país. Sobre todo, de Beira, la ciudad más importante de la zona. Proceden esencialmente de familias humildes que han trabajado mucho para que sus hijos puedan estudiar. En la misma provincia está la Universidad Católica de Mozambique, que es privada y a la que van los estudiantes de familia acomodada. Luis cuenta que la universidad pública, que tradicionalmente tiene menos medios y está peor considerada, está empezando a convertirse en codiciado objeto de deseo también de los estudiantes más privilegiados, gracias precisamente a la formación con catedráticos europeos y las prácticas en España.

Tete se sitúa a 19 horas de avión de Canarias, no se paga a los médicos que van a dar clase allá, su alojamiento es un hogar muy básico, hace un calor insoportable… y los especialistas canarios vuelven año tras año a las aulas de Unizambeze. “El secreto son los estudiantes”, confía Luis. “Para quien le gusta enseñar, tener gente que esté tan deseosa de aprender en las clases, que preguntan, que piden más información, es un gusto”.

Mary Famba y Marta Naiuma son dos de esas estudiantes. Acaban de aterrizar en Las Palmas de Gran Canaria y pertenecen a la primera promoción de Medicina de Unizambeze. Ambas querrían especializarse en medicina interna. Pasarán un mes de prácticas aquí. En julio llegan los ocho mejores expedientes de la tercera promoción para sus propias prácticas. Se quedarán dos meses en la capital grancanaria.

“La idea es que no resultemos imprescindibles”, precisa Luis López. “Lo ideal en todo proyecto de cooperación es que sea sostenible. Como en cualquier proyecto en general. Queremos formar especialistas, pero no trayéndolos para hacer la especialidad aquí, que además es casi imposible legalmente, sino con otro sistema. El Ministerio de Salud de Mozambique reconoce tres servicios del hospital de Tete, que es muy deficitario, como formadores de especialistas y suple sus carencias con nuestros hospitales. La especialidad es, habitualmente, de cuatro años. Cada año hacen seis meses allí y seis meses aquí. Allí tienen mucha práctica en enfermedades infecciosas, pero no tienen escáner o técnicas especiales o métodos diagnósticos. En ginecología, no vienen a hacer partos, pero sí ecografías. Han decidido seis especialidades prioritarias allá, pero nos hemos dado cuenta de que lo más fácil, a nivel legal, es que aquí se formen especialistas en radiología y en anatomía patológica. Como no tocan a pacientes, no hay impedimento legal. De momento, no podemos formar cirujanos aquí, por ejemplo, pero espero que con el tiempo se nos ocurra alguna otra idea y se pueda hacer. No hay que perder la esperanza. Si los dejáramos con tres especialidades dentro de cuatro años, sería fantástico”.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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