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LA CIENCIA DE LA SEMANA

Antes de que llegara el meteorito

La idea de que nos debemos a la catástrofe que barrió a los dinosaurios es demasiado simple: los mamíferos florecieron mucho antes de eso

Javier Sampedro
Imagen del cráter de Chicxulub, provocado por el meteorito al que se responsabilizó de la extinción de los dinosaurios.
Imagen del cráter de Chicxulub, provocado por el meteorito al que se responsabilizó de la extinción de los dinosaurios.

Hay que simplificar todo lo posible, pero ni un milímetro más, dijo Einstein, y el relato que hemos interiorizado sobre el fin de los dinosaurios –que su extinción por un meteorito permitió que florecieran nuestros ancestros mamíferos— ha empezado a resultar demasiado simple para describir la realidad prehistórica. Primero, porque los dinosaurios ya habían emprendido un largo declive antes de que les cayera del cielo el leviatán del descabello. Y segundo, porque los mamíferos ya estaban floreciendo con vigor decenas de millones de años antes de todo aquello, como puedes leer en Materia. La idea de que nuestra evolución se debe a un meteorito ha cruzado el milímetro de seguridad de Einstein.

La paleontología está a caballo de la geología y la biología, y la profesión incluye a científicos de ambas inclinaciones. Los paleontólogos más geo disfrutan con la deriva continental –a la que se debe buena parte de la historia natural del planeta—, son felices con las variaciones del nivel de oxígeno y de la temperatura de la Tierra, y desde luego con los meteoritos y otras catástrofes que atropellan en un instante las sutilezas y complejidades que había tejido la evolución en 50 millones de años. Stephen Jay Gould, el evolucionista neoyorkino muerto en 2002, hizo toda una carrera de ese peso fundamental de la contingencia y el accidente histórico en la historia de la vida.

Los paleontólogos más bio, en cambio, aceptan, por supuesto, que hay catástrofes y contingencias, pero ponen el acento en la dinámica interna de los seres vivos y sus ecologías, sus cadenas tróficas y sus interacciones complejas. La nueva investigación les da un gran espaldarazo. El florecimiento temprano de los mamíferos tiene buenas explicaciones de tipo bio. Los primeros mamíferos se alimentaban de semillas e insectos, y la evolución de las plantas con flores y de los insectos que las polinizan, que estaba entonces en ebullición, pudieron ponerles en bandeja un continente de nuevos almuerzos que llevarse a la boca. Según este estilo de pensamiento, la historia de la Tierra se explica dentro de la biología, y las catástrofes no son más que una impertinencia. Aunque bien antipática, desde luego.

A los geo y a los bio se les ha escapado hasta ahora el estilo evo-devo (evolución y desarrollo, en su abreviatura inglesa). Los datos genéticos y moleculares indican con fuerza que la invención evolutiva clave en el origen de los mamíferos, la placenta, es una genialidad de un retrovirus primitivo. Pero dejemos esto para posteriores entregas de Materia.

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