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¿Qué hay en la caja china?

Si una máquina contesta las preguntas de un interrogador experto como lo haría una persona, ¿podemos deducir que es inteligente, o podría ser una mera simulación?

Carlo Frabetti

Llamemos A, B, C y D a los cuatro individuos de dudosa naturaleza que conociste la semana pasada en tu visita a una estación espacial. Puesto que los dos primeros (A y B) afirman el uno del otro que son humanos, o son ambos humanos y dicen la verdad, o son ambos androides y mienten; pero en el segundo caso C no podría decir que es como ellos, pues de ser humano mentiría y de ser androide diría la verdad; por lo tanto, A y B son humanos. Puesto que tú también eres un ser humano (lo eres, ¿verdad?), la afirmación de que en la sala hay tres o cuatro humanos es cierta tanto si D es humano como si no, por lo que D ha de ser humano, ya que dice la verdad. Pero entonces, ¿por qué no dice simple y llanamente que hay cuatro humanos? Pues porque a sus compañeros de la base espacial los conoce, pero no está seguro de que tú, sagaz lector(a), seas un ser humano.

¿Lo estaría si antes de acceder a la estación espacial hubieras superado el test de Turing? No, si estuviera de acuerdo con el filósofo John Searle, que como réplica al test de Turing propuso el experimento mental de la caja china (también conocida como “habitación china” o “sala china”), popularizado por Roger Penrose en su libro La nueva mente del emperador.

Según Searle, el mero hecho de que una máquina supere el test de Turing (es decir, que conteste a las preguntas de un interrogador humano como lo haría una persona) no significa que piense, y para demostrarlo planteó la siguiente situación hipotética: supongamos que el propio Searle se encierra en un cubículo aislado del exterior en el que, por una ranura, un interrogador que no sabe lo que hay dentro introduce preguntas en chino. Searle no sabe una palabra de ese idioma; pero, provisto de una serie de fichas con símbolos chinos y observando un determinado conjunto de reglas, podría escribir en un papel respuestas coherentes, en caracteres chinos, y hacerle creer al interrogador que el cubículo sabe chino, o que dentro hay alguien que conoce ese idioma. Análogamente, argumenta Searle, una máquina puede dar respuestas coherentes a las preguntas de un interrogador humano sin tener la menor conciencia de lo que está haciendo: basta con que posea el equivalente de un sistema de fichas lo suficientemente complejo y unas reglas combinatorias adecuadas.

Pero el argumento de Searle tiene un punto débil, amén de conducir a una inquietante paradoja. ¿Cuál es el punto débil y en qué consiste la paradoja?

Más cajas misteriosas

Ante ti hay tres cajas de caramelos con las etiquetas “Naranja”, “Limón” y “Mixtos”. En una de las cajas hay caramelos de naranja, en otra hay caramelos de limón y en la tercera hay caramelos de ambas clases; pero las etiquetas están cambiadas y ninguna corresponde al contenido real de su caja. ¿Cuántos caramelos tienes que sacar, como mínimo, para averiguar qué hay en cada caja?

Y, de propina, un acertijo del maestro Raymond Smullyan inspirado en El mercader de Venecia de Shakespeare: Porcia tiene tres cajas, una de oro, una de plata y una de plomo, y pide a su pretendiente que deduzca en cuál de ellas guarda su retrato. En la caja de oro pone: “El retrato está aquí”, en la de plata pone: “El retrato no está aquí”, y en la de plomo pone: “El retrato no está en la caja de oro”. Sabiendo que a lo sumo una de estas tres afirmaciones es cierta, ¿dónde está el retrato de Porcia?

Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’

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Carlo Frabetti
Es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’.

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