El batido que pone cachas
La creatina conquista el mercado deportivo como suplemento alimenticio en pleno debate sobre sus beneficios y perjuicios
La creatina es un aminoácido residente en el organismo se ha convertido en los últimos años en la reina de los vestuarios y en uno de los principales reclamos para deportistas y adictos a las mancuernas. Sus propiedades prometen mayor rendimiento y pronta recuperación. ¿Es así? Alberto Capa, especialista en Medicina Deportiva y Rehabilitación del Hospital de La Paz, puntualiza: “El organismo lo sintetiza de forma natural para ayudar al funcionamiento del músculo. Cada día, el cuerpo humano produce entre uno y dos gramos a través de lo que comemos, sobre todo, con carne de aves de corral y pescado como el salmón”. ¿Y qué supone añadir creatina externa con un tanque de batido, por ejemplo? “Una inmediata potencia máxima y explosiva. La formación extra de proteínas crea una reserva en el músculo que ayuda en la fuerza y parece que también a eliminar los residuos después de la actividad”, añade.
Al alcance de cualquiera
Por eso se ha convertido en el suplemento deportivo estrella. Está al alcance de cualquiera y su consumo no lo persigue ninguna agencia antidopaje. “Se puso de moda durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, que los llamaron Los juegos de la creatina”, cuenta Capa. Y ha llegado a nuestros círculos cercanos con total normalidad. Cualquier web o escaparate especializado –incluso estantería de supermercado- despacha soluciones en polvo o comprimidos de creatina a unos 25 euros en un mercado difícil de cuantificar por su ubicuidad virtual. “Sus consumidores suelen tomarla por rachas, combinan unos 20 gramos durante unos días y, luego, cinco durante unas tres semanas porque se crean depósitos y no hace tanta falta continuar al mismo nivel”, apunta Capa.
Tomarla sin hacer ejercicio es como tener un buen motor sin gasolina: no funciona
¿Pero tiene efectos adversos comprobados? Según Capa, el principal problema no es el activo en sí, sino cómo se consume, porque se suele comercializar en botes que también llevan proteínas, hidratos o estimulantes. “Pero si no va con estos añadidos, la reacción no pasa de un dolor de estómago, alguna diarrea y quizás, a largo plazo, complicaciones renales. Sería como comer tres kilos de carne en una tarde”, ríe. Álex Pérez, dietista y autor del blog ¡Salud y piernas! de la revista Runners, añade alguna otra consecuencia: “Puede haber sobrecarga renal o hepática, porque así se libera”. El Instituto Australiano del Deporte (AIS), punta de lanza de las investigaciones en este terreno, no aporta datos concluyentes sobre sus posibles contraindicaciones más allá de cualquier sobredosis de nutrientes. Y en el baremo de la estadounidense Clínica Mayo, los apartados referidos a posibles trastornos cardiovasculares, dolores de hueso, diabetes o problemas al respirar insisten en que 'se necesitan más estudios a largo plazo y con más información”, añade.
Sin comida no hay creatina
Antes que nada, la dieta. “La nutrición es mucho más importante que el ejercicio, regula los sistemas fisiológicos y metabólicos del cuerpo”, argumenta Javier Lara, entrenador licenciado en Fisioterapia, “aunque lo ideal es combinarlo”. Solo recomienda creatina si un ejercicio no se puede realizar de forma natural, aunque antes convencería para no tomarla: “En resumen, ni la recomiendo ni la desaconsejo”. Para Yolanda Sanz, médico nutricionista, el extra de creatina y una dieta equilibrada deben ir juntas: “El cuerpo no funciona de forma autónoma”.
“En general, no la recomiendo”, zanja Álex Pérez. Para practicar ejercicio moderado o mejorar la silueta no se necesita, asegura. Para entrenar a menudo, tampoco. “Conmigo la toma el que está muy interesado en un rendimiento alto para algo puntual. También la toman algunos vegetarianos para suplir la falta de nutrientes. La clave es acompañarla siempre de actividad. Porque si no, es como tener un motor buenísimo en un coche sin gasolina: no va a funcionar”, continúa. Un consejo que deja: “Beber mucho líquido y azúcares de rápida absorción porque una insulina alta favorece su filtración”. Y, por supuesto, “antes de probar cualquier cosa hay que consultar a un especialista”.
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