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Averigüe si su gato le quiere tanto como lo haría un perro

Los felinos son mascotas peculiares. Catorce señales inequívocas de amor gatuno

"Si lo llamo, ni me mira". "Cuando le acaricio, se lame todo el cuerpo, como si lo acabara de ensuciar". "Cada vez que lo quiero coger, huye despavorido". Son lamentos habituales de personas con gatos, que aman a sus felinos pero no encuentran en ellos la reciprocidad esperada, al menos según los cánones populares. El motivo es que los códigos de comunicación de los gatos son muy distintos a los de la otra popular mascota, el perro. Es cuestión de observarlos detenidamente. Pero, para los despistados, desplegamos el traductor de gestos amorosos gatunos: 14 señales inequívocas de que su gato le quiere (aunque le arañe de vez en cuando).

1. Se tumba en el sofá junto a usted. No se engañe: el gato es un animal social, aunque en menor medida que el perro. Pero siempre encontrará un rato para sentarse, furtivamente, en el sofá junto a usted. Cuando no lo haga, respételo. "El felino necesita sus momentos de soledad”, aclara Marco Villén, veterinario con conocimientos en etología clínica y miembro del grupo de etología de la Asociación de Veterinarios de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA). 

2. Le da golpecitos con la cabeza. Es su contacto físico favorito. Como el de Rubi, de 12 años, que reclama así la atención de su joven dueño, David Blaya, de 18: “Cuando estoy en el sofá, le gusta acurrucarse en mis piernas o ponerse a mi lado, me da topetazos con la cabeza para que le acaricie y ronronea”. Los veterinarios y conocedores del comportamiento felino, como Marco Villén, aseguran que ese tipo de comportamiento por parte de los gatos es social y tiene como finalidad mostrar hacia la persona a la que va dirigido sentimientos como la aceptación, el apego y el amor.

3. Le mira y maúlla. Los perros no tienen la exclusiva de expresarse verbalmente con sus ladridos frente a ciertos estímulos. Los gatos también lo hacen. "Son capaces de emitir alrededor de una veintena de vocalizaciones diferentes (maullido, ronroneo, bufido), según requiera el contexto comunicativo”, explica Belén Montoya, veterinaria, especialista en gatos y miembro de la Sociedad Internacional de Medicina Felina (ISFM, por sus siglas en inglés). 

4. Ha aprendido a no arañarle. Aunque a veces se le escape, habitualmente no usa su piel para hincar las uñas. Agradézcaselo. Porque los gatos son muy rutinarios; y cualquier cambio les estresa, les hace perder los nervios. No es tan fácil enseñar a un gato a que no arañe como a un perro que no muerda, según zanjan los expertos.

5. Huye de los invitados. Eso quiere decir que a usted le quiere y al resto de los humanos no. Con un poco de suerte, puede que a menudo se tumbe panza arriba para que usted le acaricie el abdomen.“Se trata de una postura de máxima vulnerabilidad para un felino, que es un depredador, así que si te permite acercarte en esa circunstancia, es que gozas de su completa confianza y aceptación”, explica Marco Villén.

Cuando el gato mulle el regazo de su dueño con las zarpas delanteras, le está marcando con su olor para dejar claro que forma parte de su territorio

6. Se enrosca entre sus piernas. Los felinos resultan expresivos con sus gestos faciales, posturas corporales y contoneos acrobáticos y seductores. Así lo hace Miu, un gato blanco y negro, de 4 años, cuya dueña, Montse Paredes, define como “muy cariñoso”. Sí, existen. Y estos felinos caminan sinuoso al lado de sus dueños y les rozan los tobillos, demostrando así su cariño gatuno.

7. Si vuelve de un viaje, le espera junto a la puerta. Los dueños que se ausentan unos días del hogar aseguran que a su regreso notan que su gato les ha echado de menos. Un gesto para demostrarlo es estar al lado de la puerta cuando se llega a casa. “Los felinos, aunque son independientes, lo pasan mal en nuestra ausencia, porque son animales sociales y ritualistas”, asegura Villén.

8. Mantiene los bigotes perpendiculares al hocico en su presencia. Lejos de resultar animales impasibles, los gatos son expresivos con su cara. Es cuestión de detenerse y mirar. "Si sus ojos permanecen redondos, cerrados o entornados, las orejas relajadas y los bigotes o vibrisas perpendiculares a su hocico, es que se encuentra a gusto”, describe Villén.

9. Ronronea cuando usted está cerca. Desmentidos los poderes curativos del ronroneo, toca rendirse ante su poderío amoroso. Si un felino emite esta vibración cuando está con su dueño significa que se encuentra en calma. Es el momento de acariciarle y corresponderle con caricias y mimos, como recomienda el Miguel Ibáñez, veterinario experto en comportamiento animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.

10. Le amasa con sus zarpas. Los felinos son animales muy olfativos. Dejan su rastro oloroso y captan las feromonas (partículas de olor) de personas y otros animales. Tres de las partes del cuerpo del gato que tienen la capacidad de dejar rastro olfativo son las almohadillas de sus patas, los pómulos y la barbilla. Por ello, cuando el gato mulle el regazo de su dueño con las zarpas delanteras, “le marca con su olor, para que quede claro que forma parte de su territorio y le quiere a su lado”, según explica la etóloga Helena Bat.

10. Le da un lametazo cuando se está acicalando. Los gatos son limpios por naturaleza. Les gusta acicalarse con su lengua áspera que arrastra suciedad y pelo sobrante. “El aseo felino es un momento de relajo y si, además, comparte ese momento de intimidad con su dueño es que siente apego por él. Sobre todo, si le regala algún que otro lametazo, que en el lenguaje gatuno podría equivaler a un abrazo humano”, comenta Bat.

12. Mueve la cola lentamente en su presencia. Los animales que tienen cola la utilizan como estandarte de comunicación y el gato lo hace a su manera para expresarnos su aceptación y apego: con movimientos lentos y sinuosos. Ocurre lo contrario cuando da rabotazos enérgicos y rápidos, que indican que está nervioso o alterado (al revés que en el caso de los perros).

13. Arquea el lomo cuando es acariciado. Vale, puede que le cueste horrores llegar a rozarlo, pero a veces sucede: el felino se relaja y usted se lanza a masajear su lomo. Entonces se sorprenderá ante la elasticidad del animal, cuya espalda se arquea de forma casi acrobática. "Me encanta que me acaricies, no pares", le sugiere. Aproveche: porque pueden que pasen meses hasta que se vea en otra igual.

14. Le hace ofrendas animales. Los felinos son hábiles cazadores y les gusta hacer alarde de ello con las personas que quieren y forman parte de su territorio. “En ocasiones, pueden cazar algún pájaro o encontrar un animal muerto y dejarlo en casa como regalo a sus dueños. Para los felinos se trata de una ofrenda amorosa”, aclara Helena Bat.

No todos son pardos

Cada felino es diferente, como en el caso de los perros. Los hay más y menos apegados, cariñosos y amorosos con sus dueños. Así lo corroboran los veterinarios del Grupo de Estudio de Medicina Felina (GEMFE): "Los gatos adultos y los gatitos muestran una considerable variación a título individual en cuanto a su simpatía hacia los humanos, tanto a los de la familia como a los desconocidos, e incluso entre los que son de una misma camada pueden darse diferencias notables. Uno podrá ser tímido y retraído, otro confiado y se pondrá a explorar la habitación, mientras que un tercero buscará la compañía de los humanos".

Los gatos tienen fama de distantes y desapegados con sus dueños. “El comportamiento social de los perros es más similar al de las personas que en el caso de los gatos, que tienen relaciones menos basadas en la sumisión”, explica la veterinaria y experta en felinos Belén Montoya. Un gato es menos manejable y previsible en sus reacciones, “pero el hecho de que no haga en todo momento las cosas cómo y cuándo nosotros deseamos, no significa que no nos quiera. Simplemente, se relaciona y expresa de una manera distinta”, añade.

Conocedores de los gatos, como Marco Villén, consideran infundadas las conclusiones científicas que afirman la falta de vínculo afectivo entre gatos y personas. "Entre otras cosas, porque se suele cometer el error de comparar el comportamiento social de los perros y los gatos y no tienen nada que ver, ya que funcionan con códigos diferentes que hay que observar, comprender y descifrar".

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