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Una nueva generación de origen africano despunta en el atletismo

Fondistas españoles hijos de inmigrantes están entre los mejores en categorías inferiores

Vídeo: EDP

"¡Venga Amín, que se te va el tiempo!". El entrenador mira el cronómetro de su mano derecha y grita minutos y segundos a Amín Houkmi, madrileño de 18 años y padres marroquíes, que rebota sobre el tartán de la pista de atletismo con cara de sufrimiento. Hoy le tocan series en el estadio municipal El Deleite, en Aranjuez, un nombre que destila ironía al ver a una de las jóvenes promesas del atletismo español poner piernas y corazón al límite para reproducir el esfuerzo de la competición.

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Amín comparte sueños con algunos de los hijos de los casi 600.000 inmigrantes marroquíes que han llegado al país desde el año 2000, los llamados inmigrantes de segunda generación. Su participación en campeonatos de atletismo es cada vez más frecuente, y su nivel, elevado: de los 15 primeros clasificados del Campeonato de España de campo a través júnior -de 16 a 18 años-, diez son de origen norteafricano, entre ellos Amín. Algo similar sucede en otras categorías inferiores masculinas.

Antonio Gómez, su entrenador, es preparador desde hace más de 30 años, y cree que el éxito de los fondistas de origen africano no se debe solo a sus cualidades físicas. "Dominan estas especialidades por la cuestión mental, es gente con un espíritu de sacrificio grande y ganas de trabajar, y eso es clave en este deporte", señala.

Desde que empezó a correr hace cinco años, cuando su profesora de educación física ofreció un punto extra por participar en una carrera y acabó tercero, Amín ha vivido muchos días de series -repeticiones en las que el atleta corre una distancia a máxima intensidad- entre gritos de entrenadores varios. Estos días, al esfuerzo propio de su preparación se añade una dificultad: está cumpliendo el Ramadán y no puede comer ni beber después de exigirse al máximo en el entreno. Su día empieza pronto, despierta a las cuatro de la mañana para llenar el estómago antes de que salga el sol, y no vuelve a probar bocado hasta que anochece.

Cuando el reloj se para y el trabajo está hecho, se deja caer exhausto sobre el tartán de la pista mientras el pulso baja y la respiración retoma su ritmo habitual. Poco a poco recupera el aliento y se incorpora. Ha cumplido con los tiempos que le pidió su entrenador, suficiente para alegrar el día a alguien cuya pasión por este deporte va más allá de la consciencia. "Sueño continuamente con atletismo, una noche gané un campeonato de Europa de cross", afirma.

No fue producto de una cabezada su victoria en el Campeonato de Madrid de 1.500 metros júnior, uno de sus mayores triunfos. De momento, su dedicación al atletismo no es exclusiva: cursa 2º de bachillerato y planea estudiar la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.

Amín Houkmi entrena solo en la pista del estadio El Deleite de Aranjuez.
Amín Houkmi entrena solo en la pista del estadio El Deleite de Aranjuez.EdP

En el otro extremo de la Comunidad de Madrid, en El Escorial, al noroeste de la región, vive el madrileño Hicham Serroukh, de 15 años. Su padre, Ahmed, lleva más de la mitad de su vida en España. Empleado de una empresa de tratamiento de aguas residuales, nació en Tetuán (Marruecos) hace 49 años, y es conocido como Jaime ante las dificultades de sus conocidos para pronunciar su nombre.

En 1989, con 23 años, condujo hasta la frontera y llegó en ferri a España. Ahora solo regresa a Marruecos de vacaciones y no cruza países en busca de oportunidades: toma el volante cuatro días a la semana para llevar a Hicham al parque de La Manguilla o a la pista de atletismo de Colmenarejo, donde entrena junto a otros corredores de su club, Las Ardillas de El Escorial. 

Los días que Hicham corre solo en el parque de La Manguilla, Ahmed espera sentado en un banco o dando pequeños paseos durante una hora mientras su hijo devora kilómetros y aparece fugazmente ante él a grandes zancadas. "Sueño con verle competir en unos Juegos Olímpicos como a Hicham El Guerrouj", afirma. La magnitud de las expectativas de su padre, que desea verle emular al mejor atleta marroquí de todos los tiempos, no pone nervioso a Hicham Serroukh: dice desconocer la presión cuando se trata de correr. Hicham vive el atletismo más allá de los entrenamientos. Junto a su hermano Anas, de 13 años y también atleta en ciernes, reproduce en YouTube las victorias de mitos del medio fondo marroquí ya retirados como el propio El Guerrouj o Saïd Aouita con la misma devoción con la que un seguidor del Barcelona observa a Messi o Neymar.

Pese a su corta edad, el camino de Hicham Serroukh, que recibe del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial una beca de 160 euros al año, ya está sembrado de victorias en pruebas de prestigio. Ha ganado los crosses de Alcobendas y Atapuerca, y obtenido el sexto lugar en el Campeonato de España de campo a través cadete, pero las lesiones y la imprevisible evolución del atleta impiden asegurar que los dominadores de hoy en categorías inferiores vayan a estar mañana en la cúspide.

Menos dudas existen sobre el protagonismo que los hijos de inmigrantes adquirirán en el futuro de la selección española. Luis Miguel Martín Berlanas, exatleta internacional ahora al mando de la sección de fondo y medio fondo de la Federación Española de Atletismo, confía en que sean una futura fuente de medallas tal y como ha sucedido en Francia. "Cada vez surgen más talentos jóvenes de familias inmigrantes. Tienen cualidades innatas para esfuerzos de media y larga duración", asegura.

La lista de nuevos talentos es amplia: el juvenil malagueño Ouassim Oumaiz, de 16 años, el júnior riojano Ossama Ifraj de 18, o el promesa madrileño Mohamed Ali Jelloul, de 22, están entre los mejor situados para convertirse en referentes del fondo español, y algunos de ellos ya han sido internacionales.

Todos ellos buscan llegar a la élite y dedicarse exclusivamente al atletismo como hace Aauri Lorena Bokesa, de 26 años, olímpica en Londres 2012 y siete veces campeona de España de 400 metros. Bokesa nació en Madrid y no ha puesto nunca un pie en la isla de Bioko (Guinea Ecuatorial), la tierra donde nacieron sus padres.

Aauri Bokesa en la pista del INEF.
Aauri Bokesa en la pista del INEF.EdP

De ella huyeron hace más de 40 años como exiliados de la dictadura más antigua de África, la de Teodoro Obiang. Su padre, Anacleto Bokesa, forma parte del movimiento que pide autonomía para la isla, un territorio del tamaño de Tenerife y 130.000 habitantes donde se encuentra Malabo, la capital.

Pese a su historial de éxitos, Aauri Bokesa percibe que parte del público vive de forma distinta sus victorias respecto a otros deportistas españoles. "Hay ocasiones en las que no se me considera española aunque haya nacido aquí por el hecho de ser negra", afirma. "Cuando en alguna competición me presentan como 'la española Aauri Bokesa' oigo comentarios irónicos como 'claro, española de Cuenca", lamenta.

Como atleta de élite, entrena y vive en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde se prepara para hacerse un hueco en la selección que acudirá a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Cree que esta nueva generación, de la que son parte Amín Houkmi e Hicham Serroukh, enriquecerá el atletismo español.

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