Cómo vencer al aburrimiento sin moverse del sofá
Hay alternativas: soñar despierto, planear el día de mañana, conectar con uno mismo. No hacer nada fomenta su creatividad, el tedio solo la apaga
El aburrimiento es algo tan cotidiano que pocas veces nos paramos a pensar sobre el mero hecho de aburrirse en sí mismo (porque, de entrada, ¿quizá nos suena aburrido?). Podemos experimentar el tedio en nuestro trabajo, en una sala de espera, en el metro de vuelta a casa, estudiando para un examen o acompañando a una amiga de compras. ¿Por qué sucede? ¿Es bueno o es malo?
Los científicos trabajan desde hace años para entender los efectos del aburrimiento en el cerebro. A la pregunta de si es positivo o negativo, el doctor José Antonio López Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), se remite a los griegos para recordar la importancia del “nada en exceso”, y distingue la diferencia entre perder el tiempo y aburrirse. “De vez en cuando perder el tiempo es aconsejable, porque supone parar en la vorágine y en el tipo de vida que llevamos, en la que el tiempo es oro. Yo se lo aconsejo a mis pacientes”, cuenta.
¿Y para qué vale abandonarse un poco al no hacer nada? “Permite ser creativo, es una válvula de escape que nos facilita entrar en nuestro interior y dejar la mente libre. Nos anima a soñar despiertos para que fluya esa imaginación. Pero en Occidente lo que se hace es estar ocupados para no pensar y no conocernos a nosotros mismos. No estamos acostumbrados a profundizar en nuestro interior. Nuestra sociedad no ha tenido ese culto a saber estar tranquilos, relajados, reposados, para después volver a la actividad”, dice José Elías, psicólogo del centro Joselias, y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de España (COP). “En el trabajo es bueno despistarse un poco cada hora y media aproximadamente, para después volver a la normalidad”, añade.
Cuando el aburrimiento es crónico, están implicados dos circuitos neuronales concretos: los inhibidores y los activadores. Para que el cerebro funcione bien, tiene que darse un equilibrio
Sirva como ejemplo este reciente estudio de la revista Science, en el que la mayoría de los participantes eligió aplicarse descargas eléctricas suaves durante 15 minutos de calma en una habitación vacía, en lugar de estar simplemente sin hacer nada. "Demostraron, de forma consistente, que rechazan estar con sus propios pensamientos por, incluso, un breve período de tiempo", explicó Timothy Wilson, de la Universidad de Virginia. “Cuando miro lo que hacen los pacientes que esperan en la consulta, los encuentro siempre con el móvil. Permanecer parado es algo que no se hace”, señala, al respecto, el doctor López Rodríguez.
No es lo mismo
Toca distinguir, pues, entre no hacer nada y estar aburrido. Aclarado que pasarse dos horas mirando al techo puede ser altamente satisfactorio, combatamos el sopor que procede del hastío y de la falta de estímulo e ilusión. Se produce entonces un cuadro de apatía, cansancio, anhedonia (incapacidad para experimentar placer) o trastorno del sueño, que se puede confundir con la depresión o, paradójicamente, con el estrés.
Cuando el aburrimiento es crónico, están implicados dos circuitos cerebrales concretos. Los activadores, que son los que nos hacen movernos y conseguir objetivos: los que nos motivan. Y los inhibidores, que nos paran cuando hay un problema o peligro. “Para que el cerebro funcione bien tiene que darse un equilibrio entre ambos. Si vivimos muy activados, ese exceso lleva al estrés. Pero la superabundancia de inhibición, el no tener una motivación, produce un cuadro parecido. Necesitamos causas que nos apasionen”, explica el psiquiatra. Si es circunstancial, también las necesitamos. Y esto es lo que aconsejan los expertos a los aburridos empedernidos: “No se puede vivir sin motivación, es fundamental para el estímulo del cerebro, hay que buscar una. El ejercicio físico es un gran activador y tiene consecuencias muy importantes, también cerebrales. A mis pacientes les planteo un programa a cumplir y les digo que una larga caminata empieza por un primer paso, que es siempre el más difícil. Les pregunto cuándo fue la última vez que se lo pasaron bien, y qué estaban haciendo. Y luego les pido que añadan una motivación intelectual, porque el ser humano es un ser en busca de conocimiento”, indica López Rodríguez. “El problema es cuando alguien se aburre porque no ha aprendido a hacer nada con su tiempo libre. También hay personas más propensas a este sentimiento: las que carecen de creatividad o tienen un estado de ánimo bajo”, añade, por su parte, José Elías.
Así que, ya sabe, invierta las largas tardes de domingo en leer, soñar despierto o recuperar una afición perdida. Todo antes que aburrirse. Puede incluso rellenar este test, creado en 1986 por los científicos R. Farmer y N.D. Sundberg, sobre su escala de propensión al aburrimiento. Entre las primeras preguntas, una a bocajarro: "¿Siempre le parece que el tiempo pasa lento?".
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