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La sonda ‘Philae’ hizo tres aterrizajes en el cometa al rebotar dos veces

Los expertos de la misión 'Rosetta' no saben exactamente en qué punto de la superficie del cometa ha ido a parar el robot Este funciona y está enviando datos, aunque está en sombra y apenas recibe energía de sus paneles solares

Ni una ni dos veces (como ya sospechaban los responsables de la misión), sino tres veces aterrizó el miércoles la sonda espacial Philae en la superficie del cometa 67P/Churyamov-Gerasimenco, a 510 millones de kilómetros de la Tierra. Tras el primer contacto con el suelo en el lugar elegido, bautizado Agilkia, el Philae rebotó, dio un salto, volvió a posarse y rebotó de nuevo dando un brinco más pequeño… en total, dos horas hasta que se quedó parado en el suelo aproximadamente a un kilómetro del primer punto de aterrizaje. El robot pesaba 100 kilos en la Tierra, pero solo un gramo en el cometa, con su escasa atracción gravitatoria.

“El primer rebote duró una hora y 50 minutos y el segundo, siete minutos”, ha explicado Stephan Ulamec, jefe del Philae. “Todavía no tenemos claro dónde estamos exactamente ahora”, añadió, comentando que se ha podido reconstruir la accidentada e inesperada llegada del robot al cometa analizando los datos que está enviando, sobre todo los de campo magnético.

“Tal vez estamos en el borde de este cráter”, indicó Ulamet en una fotografía tomada por la nave Rosetta en órbita del cometa, y bromeó acerca del lugar porque parece ser una de las zonas alternativas que se estudiaron para el aterrizaje, aunque luego se eligió Agilkia. La operación fue tan precisa el miércoles que el Philae llegó en ese primer aterrizaje prácticamente al centro del área definida para la caída.

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La sonda ha ido a parar a un lugar con pendientes pronunciadas alrededor y está en sombra, por lo que sus paneles solares no generan suficiente energía (calculan que tienen una hora y media de iluminación diaria frente a las seis horas necesarias para recargar las baterías). Una de las características que inclinó la decisión hacia Agilkia fue, precisamente, su buena iluminación. En los dos primeros días y medio de operación en el suelo de 67P/Churyamov-Gerasimenko está previsto que el Philae siga funcionando con sus baterías primarias, pero solo tienen carga para 60 horas, y luego tendría que empezar la recarga con los paneles.

Además, el Philae solo tiene dos de tres patas plantadas en el suelo, la otra está en el aire, o en el espacio, como señaló Jean Pierre Biebring, uno de los responsables científicos de la misión. Pero la sonda está funcionando y enviando datos científicos por lo que operadores e investigadores siguen entusiasmados con el éxito de esta maniobra espacial, realizada y lograda por primera vez, y ya consdierada histórica. 

Desde que el miércoles, a las 17.03 (hora peninsular) llegó a la Tierra la señal de aterrizaje del Philae, tras siete horas de caída desde que se desprendió de la Rosetta y desencadenando la euforia en todos aquellos que estaban siguiendo la operación, se están recibiendo datos de la sonda de descenso (siempre a través de la nave en órbita Rosetta con la que llegó al 67P/Churyamov-Gerasimenko), han informado los expertos. La comunicación con la Tierra no es continua porque la Rosetta se oculta varias horas al día tras el horizonte del cometa.

Entre las múltiples felicitaciones que el equipo de Rosetta y Philae ha recibido por su hazaña espacial, destaca la de Klim Churyumov, el descubridor del cometa (en 1969, en una fotografía tomada por Svetlana Gerasimenko), invitado en el centro de control ESOC, de la Agencia Europea del Espacio (ESA). “Estoy muy contento de este éxito y quiero felicitar a todo el equipo que lo ha planificado, que ha hecho posible este milagro”, ha declarado hoy.

“Como no estamos anclados al suelo [no se dispararon los arpones de la sonda que debían fijarla al llegar a la superficie] tenemos que tener mucho cuidado a la hora de activar los instrumentos científicos que son mecánicos, pero los demás están funcionando”, señaló Ulamec. Así, uno de los que están comprometidos es el perforador diseñado para agujerear la superficie del cometa y tomar muestras para analizar su composición. Todavía no se ha tomado una decisión definitiva al respecto. “También es peligroso intentar disparar de nuevo los arpones, no lo plantearemos hasta que no esté clara la situación”, añadió Ulamec. Biebring insistió en que había que ir paso a paso “en las próximas horas”, pero no descartó completamente que pudiera utilizarse el aparato de perforación y toma de muestras. En cuanto a enviar órdenes al robot para intentar cambiarla de sitio, si es demasiado adverso el lugar donde está, Ulamec contó que cuando se diseñó la misión incluso se planteó que la sonda de descenso tuviera capacidad de desplazarse dando saltos, pero plantearse ahora algo así sería de altísimo riesgo, añadió.

Los datos de los instrumentos de a bordo del Philae son lo que han permitido reconstruir en pocas horas todo lo que pasó en el accidentado aterrizaje. “La señal que recibimos [a las 17.03] era del primer aterrizaje, y en ese momento, como estaba planeado, la sonda pasó de la fase de descenso a la de operación en suelo y empezó a tomar datos”, señaló Ulamec. “Pero no estaba en el suelo sino saltando”.

Además de aprovechar toda la información científica que la  Philae capta y envía, los responsables de la misión están analizando cómo modificar el plan inicial de trabajo para ajustarlo a la situación resultante tras el accidentado aterrizaje múltiple. “No sabemos cuánto tiempo vamos a poder operar el Philae, pero la Rosetta va a seguir trabajando 20 meses acompañando al cometa”, recalcó Andrea Accomazzo, jefe de operaciones de la nave.

Si el Philae no puede recargar las baterías, se apagará automáticamente, poniéndose en una especie de hibernación, por lo que los expertos  señalaron que, tal vez, a medida que el 67P/Churyamov-Gerasimenko se vaya acercando al Sol, el robot pudiera despertarse de nuevo y volver a enviar señales.

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