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Dior y la historia del arte, juntos en el museo Pushkin

Los directivos de la firma aseguran que no tienen prisa por sustituir a Galliano

Eugenia de la Torriente

Sarcófagos egipcios, desnudos de Picasso y marquesas goyescas acompañan a más de un centenar de trajes históricos en la muestra Inspiración Dior que ayer se inauguró en Moscú y que permanecerá abierta hasta el 24 de julio. En el extravagante folletín en el que está enfrascada la casa francesa, este capítulo -tan exótico como bello- adquiere carácter novelesco. La exposición ha requerido tres años de preparación, pero el destino ha querido que se inaugure dos meses después de que John Galliano fuera despedido como director creativo.

La caída en desgracia del diseñador en lamentables circunstancias arroja nueva luz a una muestra magnífica, concebida para subrayar el diálogo entre la moda y las más variadas expresiones artísticas. Es inevitable sentir que se cierra una etapa -la fructífera relación que Galliano y Dior han mantenido durante 15 años- de una forma más honrosa. La semana pasada se reveló que el británico tampoco seguirá al frente de su propia marca, como Dior, controlada por Bernard Arnault, el presidente del mayor grupo de lujo del mundo, Louis Vuitton Moët Henessy (LVMH).

Cinco creadores han firmado los diseños para mujer en los 64 años de historia de la maison. Dior falleció en 1957 y le reemplazó su joven ayudante, Yves Saint Laurent. Pronto fue despedido y sustituido por Marc Bohan, que se mantuvo durante casi 30 años. Desde 1989 y hasta la llegada de Galliano -en 1996-, Gianfranco Ferré fue el responsable. El presidente de la compañía, Sidney Toledano, no tiene prisa por encontrar nuevo director creativo. "Nos daremos el tiempo necesario para elegir. Esta no es una pequeña casa en la que se puede hacer una revolución", explicaba ayer. El equipo de diseño ya trabaja en la colección de alta costura que se presentará en París en julio.

"Encontrar un director creativo es como un matrimonio", continuaba Toledano. "Hay mucha gente con talento. El reto es dar con la persona idónea para ti. Dior necesita a alguien que entienda la feminidad, el romanticismo y la alta costura. Trabajar con un taller de alta costura es un gran desafío. Le vas a entregar a alguien un equipo de cien artesanos extraordinarios. Buscas el mejor director de orquesta. Hay muchos violinistas virtuosos, pero cuando tomas la batuta tienes que saber manejar otros músicos".

Tal vez habría más prisa si el caso Galliano hubiera tenido un impacto negativo en los resultados. De momento, no ha sido así. En el primer cuarto de 2011 las ventas han aumentado más del 20%. Los mercados emergentes -como China, Brasil y Rusia- son claves en los resultados económicos de cualquier empresa del sector.

Precisamente China fue el escenario, tres años atrás, de otra exposición de la firma. Pero Toledano niega que haya interés comercial en la elección de los enclaves para sus iniciativas artísticas. "Proyectos como este se explican por la conexión entre las personas", apunta. En este caso, entre Irina Antonova [directora del Museo Pushkin desde hace 50 años] y Bernard Arnault. "El mundo del arte puede ser muy conservador", sostiene Toledano. "Antonova se atreve con cosas que otros temen".

El Museo Pushkin no solo abre sus salones neoclásicos a los vestidos de Dior. Además, les permite tutear a importantes piezas de sus propios fondos, o cedidas por otras instituciones (Museo d'Orsay, MoMA...) o procedentes de colecciones particulares. Goya, Ingres, Matisse, Cézanne, Gauguin o Klimt están allí. "No fue fácil conseguir los préstamos", según la comisaria Florence Müller. "Pero no hubo una dificultad añadida por tratarse de una exposición de moda. La alta costura ha ganado respeto. Se reconocen las profundas conexiones entre arte y moda. Los diseñadores son excelentes historiadores de arte". Un ejemplo: Christian Dior, entre 1925 y 1934, regentó una galería de arte en la que organizó exposiciones de Giacometti o Calder.

La muestra no solo conecta trajes con los cuadros que los inspiraron sino que establece un genuino diálogo entre disciplinas. La sección titulada Líneas y cuerpos opone la evolución de la silueta de los trajes con la de la representación del desnudo femenino a través de obras de Modigliani, Man Ray o Yves Klein. Sostienen una hermosa conversación: la belleza de la carne y la de tela están destinadas a entenderse.

<i>La marquesa de Santa Cruz,</i> de Goya, junto a vestidos de John Galliano.
La marquesa de Santa Cruz, de Goya, junto a vestidos de John Galliano.A. ZEMLIANICHENKO (AP)
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