_
_
_
_
Reportaje:Vida & Artes

Demasiado antiguos para el teletrabajo

El índice de los empleados a distancia en España es del 8%; mientras que en países nórdicos como Finlandia es del 17% - El cambio requiere una nueva cultura empresarial y un tejido productivo más centrado en el conocimiento

Raquel Seco

En Estados Unidos, algunos trabajadores se levantan con la alarma del despertador, se duchan, se visten y, a continuación, en lugar de coger el coche o el transporte público, encienden un ordenador en su propia casa. Desde allí, con una taza de café en mano, saludan por Skype a otros compañeros que, como ellos, no acudirán a la oficina. Son los teletrabajadores, una fuerza laboral que en España todavía representa aproximadamente al 8% de los empleados, frente al 15% de EE UU o el 17% de países nórdicos como Finlandia.

Esta manera de trabajar comenzó en EE UU en 1994, con un ensayo de la empresa AT&T en el que participaron más de 30.000 contratados, y no consiste simplemente -al contrario de lo que muchos creen- en trabajar a distancia, según explica Jordi Vilaseca, profesor de la Universidad de Barcelona y director del Observatorio de la Nueva Economía del IN3. El teletrabajo es una relación laboral específica y, como tal, debe incluir un contrato que estipule las condiciones laborales del empleado. Es decir, no se acepta como teletrabajo, por ejemplo, el hecho de consultar el correo electrónico de empresa desde casa y fuera de horas laborales.

Desde casa, se dedican horas en exceso, según los expertos
Se recomienda no colaborar a distancia más de tres días por semana
Los empleados sufren menos estrés y se sienten más motivados
Empresas como Kellogg prefieren definirlo como "trabajo flexible"
Las compañías menos receptivas a esta opción son las medianas
La presencia de mujeres no conlleva más medidas de conciliación

Es esencial que el teletrabajador, además, ejerza una labor de "autoprogramación", en la que él mismo dicta los ritmos para sus tareas. También, que haga un uso intensivo de las tecnologías de la información, especifica Vilaseca. Llevarse trabajo a casa (estar permanentemente conectado a la oficina) no se considera teletrabajo.

Por el momento, esta forma laboral, carece de regulación formal en España. Eso sí, en noviembre, el Gobierno la anunció como parte de las políticas de conciliación laboral y ahora está trabajando en ello, según fuentes del Ministerio de la Presidencia.

No obstante, algunas comunidades ya están dando pasos por su cuenta. Castilla y León, por ejemplo, tramitan un decreto pionero que va a regular el teletrabajo como forma de prestación de la jornada laboral en la modalidad de "no presencial", y que verá la luz en el primer trimestre de 2011.

¿Por qué a España todavía no le convence el teletrabajo? Jordi Vilaseca cree que el tejido empresarial español "todavía está dando el salto de la economía industrial a la del conocimiento", y que los empresarios españoles, por esta razón, aún "no se han dado cuenta de que la economía es global, y de que la competencia tiene por tanto que afrontarse mediante la innovación".

Margarita Mayo, profesora de liderazgo y comportamiento organizacional del IE Business School, lo achaca principalmente a una cuestión cultural del país, que a su vez se traslada a la cultura organizacional de la empresa: "En países como Suecia hay directivos que, a las tres o cuatro de la tarde, han terminado su trabajo y se van a casa. La gente los envidia, piensa: 'Qué bien hace su trabajo que puede marcharse antes'. En España, de una persona que salga a las cuatro no se infiere que sea eficiente, sino que no está comprometida" con la compañía.

La dirección de empresas en países nórdicos, explica Mayo, está mucho más orientada a resultados: al empleado se le indican claramente los objetivos que debe cumplir, y se le especifica además el bono o la recompensa que recibirá si alcanza la meta fijada.

Coincide el presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, Ignacio Buqueras y Bach: "Lamentablemente, aún está muy arraigada la cultura del presentismo, que hay que erradicar. Es tercermundista. Hay que pasar a la cultura de la eficiencia buscando la excelencia, si deseamos ser productivos en un mundo cada día más globalizado".

Otro factor que influye en la baja implantación del teletrabajo es el estilo de liderazgo de los directivos. "En España hay una cultura de control, de estar encima del empleado", sostiene Mayo, porque "si no ves lo que está haciendo, no confías", a pesar de que el problema, sorprendentemente, es que los empleados a distancia suelen trabajan demasiado, empleando las horas que haga falta hasta conseguir terminar el proyecto asignado. Así lo ha vivido José Antonio Gelado, periodista especializado en tecnología y teletrabajador desde hace una década: "Si no te adaptas correctamente, el trabajo suele acabar por comerse el espacio personal, y trabajas más".

¿Qué tipo de empresas se atreven con el trabajo fuera de las cuatro paredes de una oficina, un taller o una tienda? No hay muchos estudios al respecto, pero informes como el que publicó Margarita Mayo en la revista Human Resource Management en noviembre de 2009 aseguran que son dos los tipos de organizaciones que practican el teletrabajo: las grandes empresas y, curiosamente, las compañías más pequeñas (con un máximo de 20 empleados). Estas últimas son las que están más abiertas a esta práctica, mientras que las medianas (entre 100 y 200 asalariados) son las que menos se animan. Ayuda también que la compañía sea internacional: las empresas netamente españolas suelen ser reacias al teletrabajo.

Aunque haya quien pueda pensar lo contrario, el porcentaje de mujeres no determina "para nada" la adopción del teletrabajo "ni de ninguna otra práctica de flexibilidad" o conciliación, explica Mayo. ¿La razón? Probablemente, porque las mujeres no suelen ocupar puestos de alta dirección. Y, aventura, muchas de las que sí llegan seguramente han tenido que sacrificar parte de su vida familiar: las directivas tienen 0,54 hijos de media frente a los 1,3 de media de las españolas, según la encuesta de Adecco a mujeres directivas de 2009.

Las empresas que aplican el teletrabajo están de acuerdo en que incide de forma positiva en la eficiencia y en la retención de talento. La filial madrileña de Kellogg (que el año pasado recibió el Premio Empresa Flexible) es pionera en lo que han dado en llamar "trabajo flexible": un estilo de empleo orientado a los resultados, con total libertad para administrarse horarios y el lugar de trabajo. Incluso las oficinas están adaptadas para que los empleados cambien de ubicación según sus necesidades, algo que les ha supuesto un ahorro de hasta el 60% en energía.

Las Administraciones públicas están tomando ejemplo de la empresa privada. La semana pasada, 29 funcionarios del Departamento de Justicia vasco iniciaron su participación en un proyecto piloto de teletrabajo, por el que ejercerán desde casa tres días por semana y se ahorrarán el trayecto a la oficina.

Como Álex Rodríguez, que hasta ahora empleaba dos horas al día en desplazamientos entre Llodio y Vitoria y que ahora se conecta desde el salón de su casa. Cataluña también llevó a cabo dos planes piloto, en 2008 y 2010, con 80 funcionarios en total. El Gobierno catalán está ahora valorando la continuidad del proyecto. La Comunidad de Madrid, por el contrario, no cuenta con este tipo de experiencias.

Los expertos destacan las ventajas de este estilo de relación laboral: las encuestas aseguran que los trabajadores se sienten más satisfechos y motivados, con menores niveles de estrés, según explica Margarita Mayo.

Se acabaron los atascos o los interminables viajes en transporte público en hora punta. Además, las interferencias del trabajo en la familia también disminuyen. La empresa, por su parte, contribuye a evitar emisiones de CO2 y se ahorra en electricidad.

Sin embargo, no todo es positivo en el teletrabajo. La familia, por ejemplo, sí puede interferir en el buen desarrollo de la jornada laboral (niños corriendo, discusiones de pareja...).

Los inconvenientes se centran, principalmente, en la pérdida de contacto con los compañeros de trabajo y con los jefes. Un factor que puede perjudicar al empleado, por ejemplo, a la hora de que sus superiores piensen en él a la hora de conceder un ascenso, lo que los estadounidenses definen con el dicho out of side, out of mind (fuera de la vista, fuera de la mente).

Los expertos suelen aconsejar que se teletrabaje un máximo de tres días a la semana, para no alterar tanto las rutinas y no desvincularse del todo del ambiente laboral.

Otro inconveniente es el aislamiento psicológico del trabajador a distancia. De ahí los estadounidenses que desayunan frente al Skype, en camaradería virtual con otros colegas. José Antonio Gelado reconoce: "Te relacionas con menos gente, o no de la misma forma que acudiendo a un lugar de trabajo. No hay compañeros, no hay café, no hay quedadas...", pero compensa porque: "Por otra parte, permite que te relaciones de otra forma y con otro tipo de gente".

No todo el mundo vale para trabajar de esta manera. Gelado señala la importancia de que la persona en cuestión tenga habilidades de "autocontrol y organización", es decir, que sea capaz de separar empleo y vida personal y establecer rutinas.

La tendencia, sostienen los expertos, es parecerse a Europa: "Para la generación Facebook, que está trabajando continuamente con la tecnología y que valora más la vida personal, el telecommuting va a ser parte de su forma natural de trabajo", asegura Mayo.

Vilaseca cree que actualmente España es un ejemplo paradigmático de sociedad conectada en la Red, pero no le saca provecho: "Tenemos la conexión, pero no sabemos qué hacer con ella". Hará falta un cambio cultural y organizacional por el que las empresas entiendan que el teletrabajador es el primer y último responsable de su labor.

Los teletrabajadores son, en general, más productivos. Pero la familia a veces puede interferir en el desarrollo del trabajo.
Los teletrabajadores son, en general, más productivos. Pero la familia a veces puede interferir en el desarrollo del trabajo.SANTI BURGOS

Ventajas e inconvenientes del trabajo a distancia

A favor

- La empresa puede reducir los costes al alquilar oficinas más pequeñas. Kellogg, por ejemplo, ha ahorrado hasta un 60% en electricidad en sus oficinas adaptadas de Madrid.

- Disminuyen los conflictos que el trabajo puede causar en la familia.

- El trabajador tiene total libertad para conciliar su vida personal con la profesional.

- Elimina los desplazamientos entre el lugar de trabajo y la residencia del trabajador.

- Aumenta considerablemente la satisfacción laboral del trabajador, y reduce sus niveles de estrés.

- Disminuye la rotación de los trabajadores.

- Permite que el trabajador elija libremente su lugar de residencia: algunos grupos de teletrabajadores proponen que los Ayuntamientos rurales acojan centros de teletrabajo u ofrezcan facilidades para que los empleados a distancia se instalen en ellos.

- Permite acceder a un mercado laboral global.

- Reduce las emisiones de dióxido de carbono de las empresas.

En contra

- Al trabajador le puede costar establecer nuevas rutinas para separar su vida personal de la laboral.

- La tendencia es que el empleado acabe sobrecargándose de trabajo y dedicando a su labor más horas que en un trabajo tradicional.

- La familia sí puede interferir con el trabajo, sobre todo si el teletrabajador no dispone de un espacio propio para realizar su tarea.

- Falta de interacción y relaciones sociales con compañeros de trabajo.

- El factor out of side, out of mind: el empleado que no pasa habitualmente por el centro tradicional de trabajo puede acabar perdiendo oportunidades de promoción profesional.

- No todas las empresas pueden afrontar los costes de una tecnología adecuada para el teletrabajo: Intranet, ordenador portátil, teléfonos móviles.

- Pueden existir problemas de seguridad en las transmisiones de datos.

- Algunos compañeros laborales pueden interpretar la ausencia del puesto de trabajo como una imagen de poca seriedad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Raquel Seco
Periodista en EL PAÍS desde 2011, trabaja en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro. Antes editó en el suplemento IDEAS, coordinó el equipo de redes sociales del diario y la redacción 'online' de Brasil y trabajó en la redacción de México.
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_