_
_
_
_
Reportaje:

Refugio para gais y maltratadas

La Ley de Asilo dio protección a 179 personas en 2009 - España, que introduce la causa de género y orientación sexual, es de los países que menos acoge

Naiara Galarraga Gortázar

Débora se llama Débora desde que tenía 17 años. Odia tanto el "nombre de chico" con el que nació hace 39 años en Honduras que no lo revela ni ante la promesa de no publicarlo. Va contando su historia en el banco de una plaza, a la sombra. Su activismo en Tegucigalpa a favor de los LGTB (lesbianas, gais, trans y bisexuales), el tiro que le pegaron -"gracias a Dios, a orillas del estómago"-, los siete meses presa, la absolución por falta de pruebas... Y se embala. Habla alto y sus gestos femeninos son más ostentosos. De repente, dice: "En mi país no puedes hacer esto, ya estarían rodeándome, insultándome". Débora aterrizó en España en junio de 2008 con un propósito: pedir asilo. Se lo dieron en julio.

Transexuales, mutiladas e incluso un albino han recibido amparo
ACNUR estima que el 70% de peticiones son de mujeres y minorías sexuales

La convención de Ginebra de 1951 define a los refugiados como los perseguidos por cinco motivos: ideas políticas, raza, religión, nacionalidad o pertenencia a determinado grupo social. El último se convirtió en una especie de cajón de sastre, donde quizá habría entrado el caso de Débora. La nueva Ley española de Asilo, en vigor desde noviembre, ha sumado dos causas: género y orientación sexual, "algo bastante excepcional" en el panorama legislativo, asegura el secretario general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Alfredo Abad.

El asilo, que nunca fue uniforme aunque a menudo se crea que es solo político, se diversifica. Imposible saber, no obstante, cuántos extranjeros reciben el estatuto de refugiados -o la protección para quien no está perseguido pero huye de un conflicto- por una u otra razón. "No se clasifican por motivos. Y a veces se solapan", según fuentes del Ministerio del Interior. El responsable de CEAR añade que "ni siquiera en la comunicación se precisa el motivo".

El perfil de los solicitantes (3.007 en España en 2009) es cambiante "porque el mundo es cambiante", declara Juan Carlos Arnaiz, oficial de protección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Este organismo es una buena atalaya para observar los cambios porque analiza todas las demandas de asilo presentadas en España (Interior escucha su opinión, no vinculante, sobre cada caso). "Calculo que ahora el 70% de las solicitudes están vinculadas con el género o con minorías sexuales", indica. El asilado que casi todo el mundo tiene en mente, más común hace una década, era el disidente, el sindicalista, el defensor de los derechos humanos. A ellos se han unido homo y transexuales, mujeres maltratadas, forzadas a casarse de niñas... Incluso un subsahariano albino. Abdoulaye Coulibaly, veinteañero maliense, es refugiado desde finales de 2009, tras llegar en cayuco a Tenerife.

Vistas las cifras, es un afortunado porque España está entre los países europeos que menos solicitudes recibe y menos estatutos de asilo concede. El año pasado, lo otorgó a 179 perseguidos. Otras 162 personas recibieron protección subsidiaria. "Nos preocupa que las políticas de control migratorio hayan dejado fuera a posibles solicitantes de asilo", afirma María Serrano, responsable adjunta de Política Interior de Amnistía Internacional. Son cifras tan exiguas que las crisis puntuales dificultan percibir tendencias.

Pero el oficial de protección de ACNUR observa algunas: "En los últimos años ha habido muchas peticiones de mujeres argelinas y marroquíes por violencia intrafamiliar". Algunos casos son bastante claros: "Si su marido es poderoso, un juez, digamos, y no puede denunciarle". O los gais que huyen de Irán, Arabia Saudí o Yemen, de una condena a muerte si les descubren. El iraní Alí (nombre ficticio) llegó a España de carambola. A su arresto en una fiesta clandestina de homosexuales en Teherán le siguieron seis días de malos tratos y amenazas de muerte en comisaría. En cuanto pudo compró un visado en el mercado negro. Era para España. "Él no tenía ni idea de que España protegía a gais y lesbianas, cogió el país que pudo", cuenta su amigo David Cedeño. Alí, que tiene el asilo desde diciembre, sigue con miedo. "Aquí puede ser él mismo. En Irán le hubieran obligado a casarse con una chica", asegura otro amigo, Pedro Biedma, de la asociación Colega Málaga.

Otros han visto reconocida su condición de refugiados en los tribunales. CEAR destaca las sentencias a favor de dos mujeres. La nigeriana Hajia, a la que casaron y mutilaron, es refugiada gracias al Supremo después de un periplo jurídico de seis años. La argelina Kheira fue obligada a casarse, violada y maltratada por un marido que intentó asesinarla. Le denunció pero fue castigado a multas pequeñas. Hoy es asilada.

También existen solicitudes inconsistentes, como las de decenas de nigerianas que invocan historias clónicas plagadas de inexactitudes, cuenta el oficial de protección Arnaiz. Posiblemente son víctimas de la trata.

A ACNUR le preocupa la calidad del proceso en general. "Cómo se hacen las primeras entrevistas, el trato con los funcionarios, con los abogados. Los expedientes no son todo lo completos ni rigurosos que deberían ser", detalla Arnaiz. Contarle con pelos y señales por qué te persiguen en tu país a un desconocido en una comisaría atestada es arduo. Una situación en la que mujeres y niños son aún más vulnerables. Amnistía pide procedimientos específicos para ellos. Añade Serrano que a AI también le preocupa que la Ley de Asilo excluya a los ciudadanos de la UE -un activista gay polaco o un gitano rumano no pueden pedir protección en la Unión- y que las causas de exclusión hayan aumentado.

Los perseguidos por su religión no son mayoría, pero hay. El representante de ACNUR recuerda: cristianos argelinos conversos, cristianos paquistaníes, chinos de Falung Gong, testigos de Jehová armenios, hindúes de Rusia, protestantes de Eritrea...

El activista gay colombiano Manuel Antonio Velandia sufrió un atentado y huyó cuando amenazaron a su familia. Es refugiado desde abril. "Es un precedente muy importante, permite que otros países avancen", afirma.

Débora, en el proceso de cambiar de sexo, dejó atrás Honduras, "una sociedad machista con costumbres y valores religiosos". Cuando pueda pedirá el pasaporte español porque sin él no puede cambiarse oficialmente de nombre. Y ser solo Débora.

Débora era activista transexual cuando le pegaron un tiro en su país, Honduras. Huyó a España, que le dio asilo en julio.
Débora era activista transexual cuando le pegaron un tiro en su país, Honduras. Huyó a España, que le dio asilo en julio.SAMUEL SÁNCHEZ

Por qué y cuántos

- La convención de Ginebra de 1951 define a los refugiados como los perseguidos por cinco motivos: raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas y pertenencia a un grupo social determinado (causa esta que se ha convertido en una especie de cajón de sastre).

- La nueva Ley de Asilo española, en vigor desde noviembre, sumó expresamente dos motivos a los clásicos: la persecución por género y por orientación sexual. Es una de las primeras legislaciones que incorporan esta novedad.

- Algo más de 377.000 personas pidieron asilo durante 2009 en los 44 países industrializados, incluidos 260.730 en la Unión Europea, cifra que supone un 10% más que el año anterior.

- España recibió el año pasado 3.007 solicitudes de refugio, la cifra más baja desde que empezó el recuento, en 1989. El récord mínimo de concesiones es de 151 asilos en 2008.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_