Una imagen exitosa de África

Participa en el disco homenaje a Robert Wyatt de la Orquesta Nacional de Jazz de Francia: canta Alifib, de aquel monumental Rock bottom grabado por el músico británico. Ya para su disco Bowmboï, con el que ganó credibilidad en el 2003, Rokia Traoré contó con el célebre Kronos Quartet. Y, hace tres años, fue invitada al espectáculo dirigido en Viena por Peter Sellars para el 250º aniversario del nacimiento de Mozart: "Escribí un texto que situaba al compositor en el Imperio del Mandé del siglo XIII, como griot (músico narrador) de Sundiata Keita y con el nombre de Djeli Amadeus". Prestigiosas revistas de música, como Folk Roots' y Songlines, la eligieron artista del año y, a Tchamantché, uno de los tres mejores discos. La maliense es una estrella ascendente que da una imagen moderna y exitosa de África.

Nació en 1974 en Malí. Un país pobre con voces asombrosas: Salif Keita, Oumou Sangaré, Kasse Mady Diabaté... Hija de una mujer sin complejos -"es la emancipación de la mujer en sí misma", dice riendo- y de un diplomático, su infancia transcurrió entre Bélgica, Argelia, Arabia Saudí, Nueva York y Malí. "Conozco africanos que crecieron en países diversos y que aún hoy andan buscándose porque no se sienten cómodos en Europa, pero tampoco ya en África", cuenta. "Yo no imagino mi vida de otra forma".

Se enfrentó al escepticismo cuando unió por primera vez balafón (gran xilofón) con n'goni (ancestro del banjo). "No era consciente, pero fue una manera de acercarme definitivamente a los míos. Lo echaba de menos al vivir lejos. Un regreso a las raíces que yo necesitaba. Quería usar esos extraordinarios sonidos para hacer música moderna y no fue muy bien recibido", recuerda. Su cráneo rasurado también dio que hablar en las calles de Bamako.

Tchamantché -palabra bamana que significa equilibrio -, cuarto disco de Traoré, está dedicado a Ali Farka Touré, con el sonido de las viejas guitarras Gretsch. "Yo empecé cantando con una guitarra. Y pensé en muchas cosas que Ali me dijo hace mucho tiempo. Él y Toumani Diabaté fueron los primeros músicos que me prestaron atención y me demostraron respeto. Ali me dijo que no hiciera caso a la gente, que estamos en una sociedad de hombres y que había elegido una profesión de hombres. Le vi dos semanas antes de morir. Estaba muy cansado, pero conversamos casi tres horas como si él supiera que era la última vez. Este disco es un agradecimiento por lo que él hizo por mi cuando yo empezaba".

La última canción de Tchamantché no figura en los créditos y se esconde al final, tras un largo silencio: The man I love, de Gershwin, en un arreglo despojado, recuerdo de una gira por Estados Unidos en homenaje a Billie Holiday junto a cantantes como Dianne Reeves o Fontella Bass. En la portada del disco aparece Traoré de perfil hacia la izquierda: "Para indicar que alguien mira al futuro se coloca su imagen mirando hacia la derecha, pero yo quiero examinar el pasado para intentar comprender por qué África está como está. Es hora de reflexionar, recobrarse y encontrar soluciones".