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La poética de Gao Xingjian sube a escena en español

La "prosa poética y la prosa prosaica" del escritor y dramaturgo chino Gao Xingjian, afincado en Francia desde que huyó de Pekín en 1987, nunca gozó de tanto público en España. Su palabra, su presencia y la puesta en escena de Al borde la vida, la primera obra que escribió en francés y sin pensar en el público de su país, han llenado las jornadas organizadas por la Alianza Francesa de Madrid en torno al Nobel de Literatura de 2000.

Al borde la vida nunca se había representado en castellano y el director franco-boliviano Marcos Malavia respetó en su estreno el jueves pasado todos los deseos del autor para su puesta en escena.

La pieza pone de manifiesto el interés de Xingjian por un teatro poético, despojado de toda parafernalia y nunca sometido a la "dictadura del director". Un teatro en el que el actor viaja al interior de sí mismo a través de la palabra.

El espectador transita por el pensamiento de una mujer al borde sus propios abismos y para este viaje iniciático el director se sirve de elementos farsescos, trágicos, circenses, del teatro del absurdo, que le proporciona el texto de Xingjian. Malavia, por su parte, los remarca con imágenes que retrotraen a las estéticas de las vanguardias dali-buñuelianas y surrealistas del periodo de entreguerras. A todo lo cual colabora también el juego metateatral de la propuesta escenográfica que sitúa a los actores entre dos patios de butacas, el real tras la cuarta pared, el otro al fondo del escenario.

Mujer perdida

Quizá hubiera tenido más fuerza el espectáculo si la actriz francesa Muriel Roland hubiera interpretado el papel en su lengua materna y no en un castellano a veces forzado que frenaba las sinergias de su frágil cuerpo. Eso sí, el gran esfuerzo de Roland posibilita oír las imágenes poéticas de Xingjian creadas para esta mujer perdida en su universo existencial al que sólo accede, como contrapunto, una figura masculina, a veces su pareja, otras una farsa de su propia sombra, y de cuya interpretación se encarga el propio Malavia. Unas imágenes que Xingjian, también artista plástico, aporta a través de sus propias pinturas proyectadas en el escenario.

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