"Flamencos y valones vivimos juntos sin violencia, sin bombas"
El surrealismo belga goza de muy buena salud, sobre todo en el terreno político. Guy Verhofstadt (1953, Termonde), el gran perdedor de las elecciones del pasado junio, es hoy el político belga más valorado y el único que ha sido capaz de devolver una relativa calma al país tras seis meses de crisis aguda.
Acudió a la llamada del monarca el pasado diciembre y puso en pie un Gobierno provisional con fecha de caducidad: el 23 de marzo. Para entonces, este político liberal, con ocho años en el poder, ha de ser capaz de poner de acuerdo a flamencos y valones sobre la polémica reforma del Estado que dotará al próspero norte de más competencias. Para Verhofstadt, la transferencia masiva sólo será posible si a la vez se refuerza la estructura del Estado federal. Defiende su país como un ejemplo viviente de que es posible la existencia de un Estado con distintas lenguas.
"Una sociedad multicultural y multirreligiosa es posible y viable"
"Si transferimos competencias sin reforzar el Estado, el país se rompe"
Pregunta. Bélgica no tiene partidos políticos federales, tampoco prensa nacional. Flamencos y valones van a distintas escuelas y universidades, ven distintas cadenas de televisión. Los vínculos entre el norte y el sur son mínimos. ¿Qué sentido tiene Bélgica como país?
Respuesta. Flamencos y valones tenemos muchas cosas en común. Para empezar, el carácter, a pesar de que hablen distintos idiomas. Lo que llamamos la belgitud existe. Los sondeos muestran que la mayoría de los flamencos y los valones quieren vivir en un país llamado Bélgica; un país que se creó en 1830, antes que Alemania e Italia. Es verdad que yace en una frontera, la que divide la cultura germánica y el mundo latino, pero flamencos y valones siempre hemos vivido juntos y hemos resuelto nuestros problemas sin violencia, sin bombas. Sí, con discusiones, pero también con acuerdos políticos. Bélgica es importante para Europa porque demuestra que es posible un país con diferentes lenguas y culturas. Es un ejemplo en contra de los que piensan que sólo son viables los países que se basan en el principio de un pueblo, una lengua, un Estado. Las sociedades multiculturales y multirreligiosas son posibles, como lo fueron en el pasado en Europa. En el siglo XX perdimos esa diversidad con el genocidio de los judíos; con lo sucedido en los Balcanes, hemos perdido la mezcla de culturas y lenguas que constituye la riqueza de Europa.
P. Ocho meses de crisis han pulverizado, sin embargo, el entendimiento entre el norte y el sur del país, entre flamencos y valones. El equilibrio se ha roto. ¿Se puede recomponer?
R. Lo que necesitamos ahora es una nueva fase, la sexta reforma del Estado federal. Por primera vez desde hace 25 años hemos puesto sobre la mesa no sólo la transferencia de competencias a las regiones, sino también el refuerzo del Estado federal.
P. ¿Hasta dónde debe llegar la transferencia de competencias?
R. Las regiones en Bélgica tienen ya una gran autonomía por ejemplo en educación, cultura, infraestructuras y algunos aspectos de la política industrial y económica. Lo que queremos es transferir competencias de forma homogénea en el nivel federal y en el regional. Por ejemplo, en política económica, laboral y empresarial las competencias pasarían a las regiones, pero si transferimos sin reforzar el Estado, el país se rompe.
P. ¿Cómo reforzar el Estado?
R. Flamencos y valones podrán tener competencias por ejemplo sobre el mercado laboral, pero en un marco definido por el Estado. Es como el pacto de estabilidad en la zona euro, donde los países son responsables de su política presupuestaria pero con las obligaciones de déficit o endeudamiento que marca el pacto. Otra de mis propuestas es crear una circunscripción federal, es decir, que haya políticos a los que los elijan los electores de todo el país, la idea es crear una opinión pública federal, absolutamente necesaria.
P. El rey, probablemente la única institución que ha salido ilesa de la crisis, salta ahora a la prensa después de la filtración a un periódico flamenco de que el monarca quería ver a los nacionalistas fuera del Gobierno. ¿Corre peligro la monarquía?
R. No se critica al rey, se critica a los que han hablado a la prensa de sus conversaciones con el rey. Hay un principio fundamental en nuestro sistema político y es que la monarquía está por encima de las tensiones políticas y que tiene que haber absoluta confidencialidad en las relaciones con el rey.
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