Tejela, 5 orejas, y 2 de Juli, 7
Con aplomo midió EJ al 1º en el capote y con suavidad, sin molestar, lo trasteó en la franela hacia el tercio, donde ya lo tenía en el canasto. Fueron las series a más y se gustaba en un derechazo cuando una peña hizo volar papelillos, como en Nueva York. Tampoco en la izquierda rozó una sola vez el burel la tela; ni en el circular que enardeció la plaza. Temple y saber. Pero pinchó en lo alto, donde después le mató. El alguacil limpió en la arena la sangre del trofeo.
El 3º derribó al caballo y caía el picador de latiguillo mientras una nube provocaba desbandadas en el tendido. Con cabeceo y breves arreones, tomaba la muleta que EJ le planchaba, y que en la izquierda, entre el barullo del agua de septiembre, empezó a barrer la arena. Y así en la diestra, cuando el toro ya era otro, y Julián, ajeno a los eventos climáticos, toreaba -muy bien- para él. Y para el toro. Un señor que salía hacia el vomitorio le soplaba a su mujer en la oreja: "Bueno para las setas".
Torrealta / Juli, Tejela
Toros de Torrealta de aceptable juego y desigual presencia. Nobles 1º, 4º y 6º; y uno de V. del Río en 2º lugar, excelente. Julián López, El Juli: Pinchazo y estocada (oreja); media y descabello (silencio); media y descabello (oreja). Matías Tejela: Bajonazo (oreja); desprendida (2 orejas); algo caída y descabello (2 orejas). Plaza de Las Cruces. Guadalajara, 15 de septiembre. Casi lleno. Ambos en hombros.
Al 5º, toro breve, bien hecho y armado, le picaron atrás, rectificando y con barrena, saltó en banderillas y le costaba tragar la muleta que EJ le volaba a cuatro dedos del pitón y a otros cuatro del piso, hasta que la siguió. ¡Vaya poder! Cuando dejó media espada sonaba una campana bajo el arco iris. "Están llamando a misa", dijo alguien, y el presidente sacó el pañuelo mientras arrastraban al toro.
El 2º, cinqueño escurrido de V. del Río, alargaba el cuello tras la capa, se quedaba fijo en el peto, y el piquero optó por señalar. Brindó MT en esta tierra medio suya y el toro seguía el paño con tal codicia que perdía el equilibrio de puro avionear. Estuvo lento MT en darse cuenta de que esos toros estallan en dos series y sacó tardíos y sabrosos naturales a los que el astado no dejaba de embestir. En la diestra bebía la muleta, volaba en ayudados y le engañaban los desmayos. Así seguiría si no lo llega a matar (mal).
No quiso repetir error en el 4º, cinqueño al que ciñó la cadera en verónicas y en la muleta, tras buscar los medios, le levantó algo la tela para solventar sus flojezas. Y ahí toreó. Naturales de buen trazo, de figura cartelera, y templados derechazos, girando la muñeca mientras la muleta hacía abanicos, y las peñas arrastraban a todos a cantar y palmear Amparito Roca (la banda no tocaba porque había gente de pie delante de ella). Se gustaba Matías con brujería y hondura. En los remates finales, los molinetes de rodillas, los de pecho y los desplantes, la explosión de voces rubricaba la faena grande.
Puyas traseras y desgarradoras, seis banderillas al piso, calentaban las gargantas más que la sangre del toro. Que era buena y le impelía a seguir la muleta. Tejela, cumplida su ración de toreo, tardó en ver que el bicho repetía y se le escapaba la hora. Cuando lo hizo, se ciñó en series de naturales de curvo sabor torero e hizo revivir la atardecida en la revuelta arena alcarreña.