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Reportaje:

Torturas en el 'Abu Ghraib ruso'

Cientos de presos se mutilan en protesta por los malos tratos que reciben en las cárceles de Rusia

Las palizas y las torturas son cosa común en las prisiones de Rusia, según denuncia la organización Pro Derechos Humanos en su informe anual, titulado El Abu Ghraib Ruso. El documento -que informa ampliamente sobre la protesta masiva realizada la noche del pasado 27 de junio en el presidio de Lgov y durante la cual centenares de reos se cortaron las venas y se autoinfligieron otras heridas-, sostiene que el sistema penitenciario ruso se encuentra en una profunda crisis. Lev Ponomariov, director ejecutivo de Pro Derechos Humanos, opina que las condiciones en los lugares de reclusión son ahora peores que en el gulag de la época soviética de Leonid Brézhnev.

Las protestas de Lgov fueron provocadas precisamente por las constantes palizas a las que eran sometidos los presos que se negaban a ingresar en los llamados grupos voluntarios para mantener el orden. En aquella ocasión, más de 500 presos se mutilaron en un desesperado acto de protesta contra los malos tratos. En Lgov funcionaba el llamado Consejo Profiláctico, a cuyas "sesiones", que transcurrían en el despacho del director del presidio, eran llevados los que debían ser castigados. Allí, los presos eran golpeados con porras de goma y bates de béisbol.

Ahora, la mayoría de los reos que denunciaron los malos tratos de que eran objeto y que fueron la base para abrir una causa criminal contra el director de la cárcel de Lgov han retirado sus quejas debido a las presiones y torturas a que son sometidos por las autoridades penitenciarias. Concretamente, Vitali Kniázev, que ha recurrido al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, fue torturado con un calentador eléctrico, no resistió y renunció a sus acusaciones. Más tarde escribió una declaración en la que pide que todo retiro de sus denuncias sea considerado inválido y obtenido bajo tortura si sucede en ausencia de su abogada, Yelena Liptser. Otro preso que recurrió a Estrasburgo fue Vladímir Starokadonski. Como represalia, el jefe de la cárcel moscovita Matróskaya Tishiná lo puso completamente desnudo ante todos sus compañeros de celda y comenzó a insultarlo. La abogada Lipser opina que las vidas de Kníaziev y Shatunov están en peligro en Lgov.

Es común la práctica de desnudar al preso y ponerlo en cuclillas para practicarle registros humillantes. El hecho de que, como regla general, no encuentren nada prohibido muestra que en realidad se hacen con el fin de presionar y humillar a los reos. Además, a los reos se les presiona para que se conviertan en soplones, ingresen en grupos para mantener el orden y adopten la "pose del crucificado". Con frecuencia no se les presta asistencia médica -por ejemplo, a los que participaron en las protestas de Lgov- y, de forma ilegal, prohíben a sus familiares llevarles remedios. A esto se suma la pasividad de la Fiscalía, que a menudo no sólo encubre a los funcionarios de las cárceles, sino que incluso se convierte en cómplice al asistir a las palizas a los presos.

Los activistas de derechos humanos piden la destitución del general Yuri Kalinin, jefe del Servicio de Cumplimiento de Condenas, como primer paso para poner fin a las torturas carcelarias. A pesar de las críticas que hacen al sistema, reconocen que hay provincias en que la situación es relativamente buena -Krasnodar, por ejemplo- y constatan mejoras en la alimentación. Pero las condiciones siguen siendo malas en comparación con los estándares europeos: las celdas son pequeñas, sucias y suelen faltar objetos de primera necesidad, como colchones y ropa de cama.

Un grupo de detenidos cena en una celda de la prisión de Tula, al sur de Moscú.
Un grupo de detenidos cena en una celda de la prisión de Tula, al sur de Moscú.REUTERS
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