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Juan Pablo II ha estado ingresado en nueve ocasiones

Enric González

Karol Wojtila suele llamar Vaticano 3 al Policlínico Gemelli. Después de su residencia oficial junto a la basílica de San Pedro y de la residencia veraniega de Castelgandolfo, el Gemelli es el lugar donde pasa más tiempo: 137 días de su papado los ha vivido en el centro sanitario. Allí ha estado ingresado en nueve ocasiones, contando esta última. Tiene permanentemente reservado un apartamento en la décima planta, con dos dormitorios, capilla, cocina y habitaciones para su secretario, monseñor Stanislao Dziwisz, y para las monjas que le atienden. Y conoce bien a todo el equipo médico, encabezado por el profesor Rodolfo Proietti, jefe del Servicio de Urgencias.

Tras el ingreso del pontífice, el martes por la noche, fueron desalojadas la décima y la novena planta para garantizar un total aislamiento y para establecer unas medidas de seguridad férreas en torno a Juan Pablo II.

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En el vestíbulo la situación era muy distinta. Decenas de pacientes y sus acompañantes trataban de hacerse un hueco, esquivando empujones y encontronazos, entre el batallón de camarógrafos y periodistas que acampaban en el local y se desplazaban furiosamente de un lado a otro, al ritmo de las llegadas y salidas de las personalidades que visitaban al Papa.

Cuando un portavoz del centro hospitalario leyó en voz alta el comunicado emitido por la Oficina de Información de la Santa Sede, más de cien personas se aglomeraron a su alrededor: hubo que repetir la lectura porque algunos camarógrafos no habían logrado filmar una de las pocas escenas "reales" de una noticia carente de imágenes.

Los alrededores estaban copados por las antenas para-bólicas de las televisiones. Y el bar del policlínico hacía un negocio espléndido.

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Rezos por su salud

Un coro de 60 jóvenes australianos, en peregrinaje a Roma, se animó a llegar hasta el Gemelli para ofrecer un breve recital en homenaje al Papa. Durante toda la jornada hubo fieles que se acercaron al hospital para rezar por la salud del pontífice, pero la mayoría prefirieron orar en San Pedro o en cualquier otra de las iglesias romanas.

En el Vaticano, mientras tanto, la vida curial procedía con relativa normalidad. No existen "sustituciones" cuando el pontífice permanece hospitalizado, nadie asume temporalmente el mando, pero la maquinaria burocrática sigue en funcionamiento. Prueba de ello es que ayer mismo se anunció el nombramiento, por parte de Juan Pablo II, de tres nuevos obispos y de una veintena de nuevos miembros de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

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