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Angela Merkel, reelegida presidenta de los democristianos alemanes

La líder dice que Berlín debe ser "el motor y no el enfermo de Europa"

El Congreso de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) reeligió ayer en Düsseldorf a la jefa de su grupo parlamentario en el Bundestag (Cámara baja), Angela Merkel, de 50 años, como presidenta del partido con algo más del 88% de los votos válidos emitidos. La votación, con 110 votos en contra de los 949 votantes, supone sólo una ligera mejoría para la crisis de liderazgo de Merkel al frente de la CDU.

En un discurso de casi dos horas, acogido con ocho minutos de aplausos, Merkel barrió debajo de la alfombra los problemas que dividen a la CDU a base de exaltar el patriotismo, las virtudes tradicionales alemanas y cerrar filas contra el islamismo y el ingreso de Turquía en la UE. Al mismo tiempo, Merkel repartió masajes de ego a diestro y siniestro para todos los dirigentes de la CDU de cuyo apoyo depende su candidatura para competir en 2006 por la cancillería con el actual jefe de Gobierno, el socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD).

Merkel llegó tocada del ala al congreso de Düsseldorf. Tras medio año de desastres, los sondeos han registrado una caída de unos 10 puntos en la intención de voto por los democristianos (CDU/ CSU). La cadena de fallos y errores de Merkel en la dirección de la CDU y en las relaciones con el partido hermano, la Unión Socialcristiana (CSU), que preside el primer ministro de Baviera, Edmund Stoiber, candidato democristiano derrotado por Schröder en 2002, es larga: deserción de dos pesos pesados del grupo parlamentario, como los portavoces de Economía y Hacienda y Salud y Asuntos Sociales; enfrentamiento con otro del calibre de Wolfgang Schäuble, antecesor de Merkel en la presidencia de la CDU; intento de recogida de firmas contra el ingreso de Turquía en la UE y retirada inmediata del plan; aprobación de un proyecto chapucero de reforma del seguro de enfermedad, y pérdida de la confianza de los empresarios.

Todo ello sazonado con un debate bajo cuerda que ha durado casi un año con Stoiber (CSU), en lo que parecía, y así lo percibe el electorado, como una guerra sucia por la candidatura democristiana en las elecciones de 2006. Por añadidura, se puso en circulación el rumor de que las bases aceptan a regañadientes el liderazgo de una mujer del este de Alemania, protestante, divorciada y sin hijos, que está a partir un piñón con el presidente de los liberales (FDP), Guido Westerwelle, que escogió la fiesta de cumpleaños de Merkel para salir del armario y reconocer de forma pública su homosexualidad.

'No' al ingreso de Turquía

El discurso de Merkel ayer estuvo bien construido y expuso de forma sólida y clara la alternativa de la CDU al Gobierno de coalición de centro-izquierda entre socialdemócratas y Los Verdes. No obstante, el discurso de Merkel careció de la más mínima pasión necesaria para insuflar ánimos a un partido que afronta el año que viene dos elecciones regionales de gran importancia en los Estados federados de Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia y que tiene ya que tomar carrerilla para las elecciones federales de septiembre de 2006.

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En su hora y 50 minutos de discurso, Merkel empleó el recurso de buscar los puntos de coincidencia en los que todo el partido está de acuerdo y no fijar posiciones en lo que divide. Sostiene Merkel que Alemania no puede ser "el enfermo de Europa" y afirmó "Alemania tiene que volver a ser el motor de Europa". Arremetió Merkel contra la generación de Mayo del 68, a la que acusó de egoísmo y a la sociedad multicultural que "está condenada al fracaso". Los que viven en Alemania, según Merkel, tienen que aceptar la cultura directriz basada en la herencia judeo-cristiana y la Ilustración "en la que se celebran las fiestas cristianas y no las musulmanas, así como en Arabia Saudí no se celebra el lunes de Pentecostés". Se pronunció Merkel en contra del velo islámico en las escuelas y a favor de la expulsión de los imanes "predicadores del odio" islamista. Para Merkel, ofrecer a Turquía el ingreso en la UE es una mentira vital. Según ella, no se puede ofrecer la entrada en Europa a un país con fronteras con Siria e Irak y que además supone una carga imposible de asumir.

Angela Merkel saluda a los delegados del congreso de la CDU.
Angela Merkel saluda a los delegados del congreso de la CDU.EFE

Vencer sin convencer

Los ocho minutos de aplausos con que los delegados del Congreso de la CDU recibieron ayer en Düsseldorf el discurso de Merkel y el 88% de votos con que la reeligieron para presidir el partido no aclaran del todo si llegará a conseguir la candidatura a la Cancillería en las elecciones generales de septiembre de 2006.

Los aplausos a su discurso fueron prolongados, pero parecían más bien un ejercicio obligado de los delegados para mostrar que las filas están prietas tras meses de disputas y zancadillas. La votación fue abrumadora a favor de Merkel, pero menos. Los congresos de los partidos alemanes se distinguen por las mayorías de las llamadas búlgaras, en los días en que el comunismo todavía no había sido arrojado al basurero de la historia. Merkel ha conseguido un 88,4% de votos, un descenso de cinco puntos respecto a la votación con que la eligieron en 2002, cuando llegó al 93,7%. Los 110 votos en contra de Merkel de los 949 válidos ponen de manifiesto la existencia de una importante resistencia interna en la CDU contra el liderazgo de Merkel.

Todo ello para mayor satisfacción del canciller, Gerhard Schröder (SPD), y su coalición, que hace medio año se encontraba en estado de coma demoscópico. Los últimos sondeos registran una intención de voto por la CDU / CSU de un 38% que, junto con el 9% de los liberales (FDP), suma un 47%. Por el SPD votarían un 33%, y un 11% por Los Verdes, que suman un 44%. Se trata casi de un empate, impensable seis meses atrás.

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