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Blair y Brown preparan el salto a su tercer mandato

Los laboristas apuestan por seguridad y economía para ganar en 2005

Los dos pesos pesados del laborismo han desvelado en los últimos días dos de los pilares en que se asentará la campaña electoral con la que el Partido Laborista aspira a obtener su tercer mandato consecutivo: eficacia económica y mano dura con el crimen. La semana pasada, Tony Blair presentó un programa legislativo para el próximo curso político basado en ley y orden. Esta semana, Gordon Brown ha presentado un ajuste presupuestario lleno de pequeños regalos para los votantes y ha situado a la economía británica como la más activa entre los grandes países de la UE y la más saneada del G-7.

Pese a las permanentes especulaciones acerca de sus malas relaciones, el primer ministro y el canciller del Exchequer han parecido perfectamente coordinados y con los papeles repartidos a la hora de fijar la estrategia. Blair lanzó en el discurso de la reina, el 23 de noviembre, un rosario de iniciativas de marcado carácter electoral, dominadas por la lucha contra el terrorismo y la seguridad ciudadana. Brown se abstuvo el jueves de aprovechar el habitual ajuste presupuestario de otoño para lanzar el desafío personal que algunos esperaban y se comportó como un hombre de partido: repartió dinero extra entre los electores y presentó un balance económico eufórico, que no sólo buscaba beneficiarle a él como responsable de las finanzas, sino consagrar al laborismo como una fuerza política capaz de gestionar la economía con tanto rigor como los tories y tanta generosidad social como los liberales-demócratas. El canciller del Exchequer aplazó deliberadamente las malas noticias al presentar unas cifras que, si van mal dadas, no tendrá que rectificar hasta pasadas las elecciones.

Como todos los Gobiernos en vísperas electorales, se mostró generoso con los votantes potenciales más sensibles, aunque el monto destinado a seducirles fue más bien modesto: 2.200 millones de libras (3.200 millones de euros). La parte del león fue para los ayuntamientos, que recibieron 1.000 millones de libras adicionales para no tener que acordar aumentos drásticos de los impuestos locales precisamente en vísperas de los comicios. Los camioneros se ahorrarán 665 millones de libras con la congelación del impuesto sobre el gasóleo. El resto se repartió entre parados con problemas, pensionistas, familias y, sobre todo, la infancia.

El ministro presentó un vistoso cuadro macroeconómico que le permite seguir dando lecciones de dinamismo a los grandes países de la UE y presumir del saneamiento de las cuentas públicas: 1,2% de inflación, 2,7% de paro registrado, tipos de interés al 4,75%, crecimiento por encima del 3%, aumento del nivel de vida por encima del 3%. Sin embargo, los analistas y la oposición pusieron en duda que pueda cumplir su vaticinio de que la economía británica crecerá entre el 3% y el 3,5% el año que viene. Tanto la OCDE como el FMI y el Banco de Inglaterra predicen un crecimiento inferior al 3% para el Reino Unido.

Brown responde que lo mismo ocurrió cuando hace 12 meses pronosticó que la economía crecería por encima del 3% y tuvo razón. Pero la coyuntura internacional está declinando tras un año espectacular, la caída del dólar dificulta las exportaciones europeas, el petróleo sigue por las nubes y el mundo encara un año difícil, con inestabilidad en Irak, la permanente amenaza de atentados terroristas y la sombra de un conflicto quizás de envergadura con Irán o Corea del Norte.

Todos los expertos coinciden en que si Brown yerra el pronóstico, los laboristas no tendrán más remedio que recortar el gasto o subir los impuestos o romper la norma que el propio Brown se ha impuesto de que la deuda pública no supere el límite del 40% del PIB. Pero todo eso sería después de las elecciones. Ayer, curándose en salud, Brown no quiso descartar de manera tajante una subida de impuestos. "Ningún político puede dar garantías en todas y cada una de las cosas", declaró a la BBC.

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Brown y Blair, el jueves, durante una visita a un colegio en Londres.
Brown y Blair, el jueves, durante una visita a un colegio en Londres.REUTERS

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