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La revolución naranja invade Kiev

Pilar Bonet

El naranja, símbolo de los partidarios de Víktor Yúshenko, no está vinculado a la historia de Ucrania; fue una idea de especialistas en mercadotecnia del equipo electoral del candidato de la oposición, que eligieron esa tonalidad al considerar que se asociaba bien a una idea de acción. El naranja comenzó a utilizarse después de las legislativas de 2002. Antes, Yúshenko usaba colores más tranquilos, como un sol amarillo sobre fondo blanco y azul, que armonizaban con la bandera nacional ucrania, amarilla y azul.

El cerebro del color naranja fue Yaroslav Lisiuk, un médico de la ciudad de Lvov, reciclado como experto en tecnología política, señalan medios próximos a Nuestra Ucrania, el partido de Yúshenko. El naranja puede verse en todas partes en Kiev. Lo llevan los diputados de la Rada en bufandas, lazos, corbatas y jerséis; lo llevan los estudiantes y los ciudadanos, que crean prendas nuevas con bolsas de plástico y utilizan con imaginación otras, como chalecos fluorescentes para peatones nocturnos y uniforme de los empleados de la limpieza pública. Los grandes almacenes han sacado a sus escaparates sus existencias naranjas: vaqueros de verano, jerséis, blusas, prendas infantiles, chales y bufandas.

El estilo del muestrario indica que se trata de restos de colecciones de distintas temporadas. Si se pregunta a la gente de la calle qué significa el naranja de sus banderas, la mayoría improvisa la respuesta. "Es el color de los empleados de la limpieza, porque nosotros hemos venido a limpiar". Es el color del "sol y la luz", dicen.

Las naranjas que tonifican a unos intoxican a otros. Al menos, ésa es la visión de Liudmila Yanukóvich, la esposa del primer ministro, quien esta semana en un mitin en Donetsk ha dicho que las naranjas son "americanas" y "no son naranjas cualquiera, sino que están inyectadas [con narcóticos]". "La gente toma las naranjas, se las comen y toman otras. Y no pueden parar", dijo Liudmila Yanukóvich, según la cual los partidarios de Yúshenko estaban siendo víctimas de una "intoxicación masiva".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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