La arquitectura española bifurca sus caminos en su presentación en Venecia

El jurado de la 9ª edición de la Mostra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia ha otorgado el León de Oro a la obra más significativa de la exposición central, titulada Metamorfosis, al estudio japonés SANAA por su proyecto de museo de arte contemporáneo en Kanazawa, Japón, y también por la ampliación del IVAM de Valencia, del que Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa son autores. También se ha concedido un premio especial a los españoles Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña por la explanada del Fórum. Ayer se presentó también el pabellón de España, que reúne el trabajo de 26 estudios en una exposición de corte histórico que contrasta con la apuesta por extrema modernidad del resto de la bienal.

La exposición central que ha comisariado Kurt W. Forster hará correr ríos de tinta

La bienal de las curvas y las formas caprichosas, de los edificios de colores, de los materiales translúcidos y de las construcciones que se camuflan en el paisaje creando nuevas topografías ha dedicado especial atención a lo que sucede en España, tanto a proyectos realizados en el país como a los que diseñan arquitectos españoles en otros lugares.

"La española es una de las arquitecturas más brillantes del ámbito internacional", afirmó convencida la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, en la presentación del pabellón español, que ayer se inauguró con un espectáculo de pantomimas y un abundante aperitivo de jamón y queso extremeño. Su comisario, el arquitecto extremeño Gerardo Ayala, ha sido el encargado también de remodelar el pabellón al que ha transformado tanto en su exterior, situando una veladura de lamas de madera separada de la antigua fachada que, a su juicio, le otorga un aire "más alegre y moderno", como en su interior, en donde su intervención es tan contundente que casi no hay espacio para los paneles y maquetas de la muestra, repartida en las dos sales laterales. El público pasa por una pasarela y la nave central se ha recubierto de una chapa de color rojo que se refleja en el suelo recubierto de un vidrio lacado en negro que quiere ser un homenaje a los canales venecianos. Según Ayala, la exposición que ha titulado Corredores de fondo, reúne a los profesionales "que representan lo mejor de la arquitectura española", aunque reconoció que es una selección personal.

Se presenta el trabajo de 26 estudios, y cada uno presenta dos obras, una de sus inicios y otra más actual, lo que a juicio de Ayala permite conocer lo esencial de su arquitectura. La selección, centrada en arquitectos enmarcados casi todos en la sobria tradición de la modernidad, ha sido recibida con cierta sorpresa en la Mostra. Por lo extenso, por la mezcla de nombres incuestionables con otros prácticamente desconocidos y, sobre todo, por las muchas ausencias en una muestra que se quiere representativa e histórica y que no acaba de ser ni un homenaje a los clásicos ni tampoco una apuesta clara por las nuevas generaciones.

Entre las obras destacables figuran los trabajos de profesionales de prestigio como Miguel Fisac, César Portela, José Antonio Corrales, Francisco José Mangado, Roser Amadó y Lluís Doménech, Cruz y Ortiz, Guillermo Vázquez Consuegra, Esteve Bonell y Josep Maria Gil, Juan Navarro Baldeweg, Carles Ferrater, y José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres. Estos tres últimos también están ampliamente representados en la exposición internacional, y el equipo Martínez Lapeña-Torres ha obtenido un premio especial en la categoría de Hiperproyectos por su explanada en el Fórum, proyecto que aún está por acabar.

Pero si la exposición y el montaje en el pabellón español (que ha costado 700.000 euros, a los que hay que sumar los gastos de representación de toda la delegación española, que se aloja en el hotel Danieli, uno de los más lujosos de Venecia) provocarán sin duda un sano debate, la exposición central que ha comisariado Kurt W. Forster también hará correr ríos de tinta por la apuesta claramente personal de su selección, enfocada hacia las corrientes herederas del posmodernismo y fruto de las nuevas tecnologías, en la que también abundan los proyectos de españoles o en España.

Sin ir más lejos, el jurado, que preside el español Luis Fernández Galiano, ha concedido el León de oro a la trayectoria a Peter Eisenmann, cuyo proyecto más ambicioso hasta la fecha es la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela. La construcción va más lenta de lo que la Xunta de Galicia hubiera deseado, pero de su espectacularidad dan cuenta las grandes maquetas de su teatro de la música que se presenta en una de las secciones de la bienal. En el apartado de pabellones nacionales, ha sido el de Bélgica el que ha logado el León de Oro por la instalación Kinshasa, la ciudad imaginaria, que plantea mediante vídeos y fotografías una mirada a la ciudad africana. Los japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa han ganado un León de Oro por la ampliación del IVAM de Valencia -un proyecto polémico del que la Generalitat valenciana sólo ha aprobado la parte menos espectacular y está por ver si el galardón permitirá realizar la segunda piel de celosía que en principio tiene que recubrirlo-, y por su aún más espectacular museo de arte contemporáneo en la ciudad japonesa de Kanazawa.

Entre los premios especiales, destaca también el que ha recibido el madrileño Alejandro Zaera-Polo, que junto a la iraní Farshid Moussavi forma el equipo Foreign Office Architects, con sede en Londres, por el Novartis Car Park de Basilea, en Suiza, un proyecto en el que conjugan un parking subterráneo con un jardín en la superficie, de manera que los dos elementos se articulan formando un extraño paisaje en el que lo natural y lo artificial se confunden.