_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Poesía y sudor

David Trueba

De entre todos los juegos de palabras que con malvado cariño hacemos los compañeros de profesión a costa del hermoso apellido Aguirresarobe, el que me gusta más es el de Javier Agarraesanube. Nace de su innato amor por los días nublados, por esa luz que debe recordarle al Eibar natal y que guarda domesticada dentro de su fotómetro. Lo peor que puede pasar en un rodaje es que Dios no se ponga de acuerdo con Aguirresarobe. Entonces, Javier pone a trabajar a sus eléctricos, les hace bajar del camión hasta el último estico y al final, aunque sólo sea en el rectángulo de la imagen rodada, Dios reconoce su derrota.

El cine español ha tenido directores de fotografía magistrales. El Premio Nacional lo tuvo en su día José Luis Alcaine, que es otro genio en activo. Pero desde los pioneros Aragonés, Blanco y Arroyo hasta los clásicos Paniagua, Berenguer, Sempere, Guerner, Torán, Aguayo, Valdelomar o Rojas hasta los más cercanos Luis Cuadrado, Teo Escamilla sin olvidar al español pasado por La Habana, París y Hollywood Néstor Almendros, si de algo puede presumir este oficio es de contar con iluminadores de lujo.

Más información
Javier Aguirresarobe logra el Nacional de Cine por su maestría fotográfica

Aguirresarobe además ha compartido en muchas ocasiones, sobre todo en las películas de Imanol Uribe, los esfuerzos de la producción, lo que le convierte en un operador con las espaldas bien anchas, sabedor de que muchas veces la eficacia de un rodaje reposa sobre su ritmo, su empuje y su habilidad para conjugar las prisas con la minuciosidad. Pelea por no tirar la toalla en ningún plano, por jamás dejarse poner el piloto automático, y la marmita en la que cayó de niño le sigue concediendo la fortaleza imprescindible para colocar la luz donde es preciso y la nube donde tiene que estar. Que le reconozcan la magia de su talento es de justicia, pero estoy seguro de que él compartiría este premio con sus eléctricos, los que le sufren y le ayudan en cada película, gente por ejemplo como Rafa Martos sin los que el cine español no tendría mucho sentido. Porque si existe un oficio que conjugue la poesía con el sudor ése es sin duda alguna el de director de fotografía. En cada plano de una película se dan cita demasiados elementos como para que quien debe controlarlos no se convierta a ratos en un desesperado y a ratos en un dios. En el caso de Javier Aguirresarobe, estoy seguro, la enhorabuena le pillará trabajando.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_