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Entrevista:JOSEP BORRELL | Presidente del Parlamento Europeo | EL FUTURO DE EUROPA

"Ojalá pudiera haber un solo referéndum en Europa para ratificar la Constitución"

Carlos Yárnoz

Josep Borrell (La Pobla de Segur, Lleida, 1947) es presidente del Parlamento Europeo desde el martes. Al día siguiente, en su despacho de Estrasburgo, estaba feliz por su acceso al cargo y sólo se lamentaba de que el primer incidente lo hubiera tenido con el también catalán Bernat Joan, de Esquerra Republicana (ERC), quien se dirigió al pleno en catalán pese a no ser una lengua oficial en la UE. También se siente molesto con el eurodiputado Ignasi Guardans, de CiU, porque le criticó haber sido elegido con votos de los conservadores. "Ellos sí pactaron durante años con el PP".

Pregunta. ¿Qué mensaje quiso lanzar cuando dijo ante el pleno que també sóc catalá?

Respuesta. Era una forma de reforzar qué quiere decir ser catalán. Estamos en una Europa tan variada que no hay que suponer que un señor de Lituania sepa que existe Cataluña, que tiene una lengua propia que se llama catalán. Era una forma de decir que tengo tres identidades, que las siento y no tengo pudor en proclamarlas. Me salió espontáneo, sin ánimo de levantar polémica.

"No puede haber una política exterior común sin una identidad interior común"
"Las constituciones han nacido siempre en momentos críticos, no de la indiferencia"
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P. Pero al día siguiente llamó la atención a otro catalán que usó esa lengua en su intervención.

R. Le dejé hablar porque intercalaba frases en inglés y en catalán y era difícil cortarle intermitentemente. El reglamento del Parlamento permite expresarse en cualquier lengua oficial y, si hay españoles que no quieren usar el castellano, el reglamento les ampara. No les ampara para expresarse en una lengua que no es lengua oficial de trabajo. Por eso le dije que sus palabras en catalán no habían sido traducidas y que no constarían en acta. Otra cosa es pronunciar tres palabras cuya traducción de una lengua latina es inmediata.

P. Usted ha comentado que en la vida política hay carambolas...

R. Ser elegido presidente del Parlamento Europeo tiene mucho de esos muchos azares que el destino fabrica sin avisar. Pero también tiene mucho que ver el nuevo papel que juega el socialismo español en Europa.

P. Seguramente ve ahora de forma muy distinta lo ocurrido hace cinco años, su dimisión como candidato del PSOE a la Moncloa.

R. En los exámenes o audiencias parlamentarias que he pasado ahora ante los grupos políticos, me han preguntado por mi pasado, por las razones de mi dimisión. Aquí se fijan en todo. En mi respuesta les he advertido que no la atribuyan a un tema de concepción como hace mucha gente alegremente en España, porque hay que respetar la presunción de inocencia de todo el mundo. Después de más de cinco años de investigaciones judiciales, ni siquiera se ha formulado una acusación por la fiscalía sobre las personas directamente relacionadas conmigo. En su momento se orquestó un gran repique mediático, que fue utilizado obviamente en mi contra, pero hay que dejar actuar a los tribunales, que son los únicos que pueden calificar los hechos.

P. ¿Cuál es su prioridad como presidente?

R. El proceso de ratificación de la Constitución. Será difícil, complicado, habrá referendos... En los referendos no se contesta a la pregunta, sino a quién la hace y eso encierra un riesgo. Pero también es una oportunidad de hablar de Europa a los europeos.

P. Riesgo acrecentado tras la escasa participación en las pasadas elecciones europeas.

R. Sí. Me decía el martes el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, que cuando ellos hicieron el primer referéndum para el Tratado de Niza la participación fue muy baja porque la gente apenas se enteró de qué iba la cosa. Venció el no. La segunda vez que se les preguntó, la gente ya sabía de qué iba y, entonces, hubo una participación muchísimo más alta. Sabían que había un problema y que el riesgo era encontrarse fuera de la UE. Ésas son palabras mayores.

P. ¿Y ahora cuál será la clave?

R. La gran diferencia es que aquí no habrá segunda vuelta porque el tema es demasiado importante. Hay que hacer un esfuerzo de explicación para que los ciudadanos no voten en clave nacional. Yo debo dedicar a eso gran parte de mi tiempo, y no sólo en España, sino en toda Europa.

P. Participando en la campaña.

R. Creo que sí. En una campaña europea. Ojalá pudiésemos haber hecho un referéndum europeo. O todos en el mismo día y, en su defecto, en sólo tres días, para crear un clímax europeo, un momentum constitucional. Es curioso. Las constituciones han nacido siempre en momentos críticos, casi dramáticos: una guerra civil, una liberación colonial, el hundimiento de un régimen... Raramente nacen de la indiferencia.

P. Usted ha defendido tesis federalistas para Europa.

R. Es una palabra proscrita aquí y es que no tiene el mismo significado en una lengua que en otra y ése es uno de los problemas. Nombrar el federalismo a un británico es hacerle salir corriendo porque imagina que la capital del Estado se va a desplazar a Bruselas. Para un alemán, un español y, con más razón, a un catalán la palabra le suena a descentralización. La construcción europea pasa, al contrario, por una centralización de competencias que las partes ceden.

P. En la Cumbre de Laeken se dejó abierto el debate de avanzar, pero incluso de dar marcha atrás, de renacionalizar, y nadie lo ha hecho.

R. Es verdad. Hubo gente que dijo: ¿Por qué tenemos que tener una política agrícola común? Eso es negar la razón y el origen de la UE. Tenemos una política agrícola común porque Europa era un continente destruido por la guerra y hambriento que quería garantizar a sus agricultores una renta que les permitiera producir y garantizar la autosuficiencia alimentaria. Quizá ahora no empezaríamos por ahí.

P. Cada vez se ve más claro que ahora debe haber una Europa a dos o a varias velocidades. Quizá más que nunca con 25 países en el club.

R. A 25 y con la unanimidad como criterio de decisión, la parálisis está asegurada en algunos campos. Pero más que criterio de decisión lo que falta es una identidad común que compartir. ¿Es posible imaginar una política exterior con mayorías cualificadas? ¿Ir a la guerra en contra de la opinión de alguno? No puede haber una política exterior común si previamente no se ha forjado una identidad interior común. Ése es el gran reto de la Europa de este siglo.

Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo.
Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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