Los vídeos de Bill Viola revelan su obsesión por la vida y la trascendencia
El Museo Guggenheim de Bilbao exhibe cuatro creaciones recientes del artista neoyorquino
La obsesión por el agua, el fuego, el nacimiento y la muerte son recurrentes en la obra del videoartista estadounidense Bill Viola (Nueva York, 1951), un pionero en la utilización artística de las imágenes en movimiento. La presencia literal de los elementos primarios y la sugerencia del ciclo de la vida se repiten en las cuatro videoinstalaciones que forman la exposición Bill Viola: temporalidad y trascendencia, que hoy se abre al público en el Museo Guggenheim de Bilbao. Las piezas, procedentes de las colecciones Guggenheim, estarán expuestas hasta enero de 2005.
Los conservadores del departamento de audiovisuales del Guggenheim de Nueva York han elegido entre sus colecciones piezas creadas entre 1996 y 2002 que configuran "un conjunto único para comprender la obra de Viola y su tratamiento de la temporalidad y la trascendencia". La obra de realización más reciente es Salir al día (2002), creada por encargo del Deustche Guggenheim de Berlín. En ella, cinco proyecciones simultáneas sobre la pared de la sala intentan formar un fresco de imágenes digitales en proyección continua. En cada secuencia, de 35 minutos de duración, Viola vuelve a los temas del nacimiento, la muerte y la regeneración con el uso del fuego como símbolo del fin del mundo y el agua como origen de la vida. "Los cinco paneles componen una articulación épica del transcurso de los ciclos de la naturaleza", explicó el comisario John G. Hanhardt. El título de la obra proviene de la traducción literal de un libro egipcio sobre la salida al día del alma, una vez liberada de la oscuridad del cuerpo.
Cinco ángeles para el milenio (2001), un préstamo de la Fundación Aarhus, de Dinamarca, es otra videoinstalación de gran formato, integrada por cinco proyecciones que retratan una figura masculina en un misterioso mundo subacuático. Es el ángel que emerge a la superficie en los vídeos en medio de una explosión de luz y ruido.
La parte acústica también subraya los efectos visuales de El mensajero (1996). Creado originalmente por encargo de la catedral de Durham (Gran Bretaña) para ser proyectado en su interior, el vídeo muestra una forma indefinida que lentamente se convierte en un hombre que sale desde las profundidades para tomar aliento de forma audible.
La última instalación incluida en la exposición es El cruce. Las dos caras de una misma pantalla de grandes dimensiones son iluminadas por diferentes proyecciones. En ambas se ve la misma figura humana, que acaba aniquilada por el agua y el fuego, presentadas como fuerzas antagónicas de la naturaleza. En todas las videoinstalaciones el impacto de las imágenes se refuerza con el sonido, en un ejercicio, señaló el comisario, en el que el tiempo y la escala están calculados para provocar la respuesta del espectador.
Las cuatro videoinstalaciones se alejan de la iconografía de la pintura religiosa que Viola reinterpretó en una serie presentada al público el pasado año en Los Ángeles, Londres y Múnich. Entonces montó cuadros en movimiento inspirados en piezas religiosas de la Edad Media y el renacimiento.
El Guggenheim también presenta desde hoy sendas obras de Gerhard Richter (Dresde, 1932), Lawrence Weiner (Nueva York, 1942) y Rachel Whiteread (Londres, 1963), creadas por encargo del Deustche Guggenheim. Son artistas de tres generaciones diferentes y propuestas sin vínculos entre ellas, que han sido conectados por su interés en fusionar medios de expresión para colocarse a caballo entre pintura, escultura y relacionarse con la arquitectura.
Richter presenta Ocho gris (Acht grau) (2002), ocho paneles de vidrio esmaltado de cinco metros de alto de color gris, montados sobre soportes de acero e instalados bajo un lucernario, en los que se reflejan los visitantes. Weiner, artista conceptual, trabaja con el lenguaje en la pieza Azken Finean / Después de todo / Nach Alles / After
All, compuesta por breves textos que cubren las paredes de la sala. Whiteread, premio Turner 1997, ha convertido en esculturas el moldeado a tamaño natural de dos espacios interiores de su vivienda de Londres.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.