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Los países donantes aprueban 8.200 millones de dólares en tres años para Afganistán"

El objetivo es mejorar infraestructuras, sanidad y educación y acabar con el tráfico de opio

La comunidad internacional probó ayer con cifras que está dispuesta a apoyar a Afganistán, un país que sigue devastado tras 23 años de guerras. Delegaciones de más de 60 Estados y organismos internacionales reunidos en Berlín acordaron ayer conceder al Gobierno de Hamid Karzai nuevas ayudas por 8.200 millones de dólares (cerca de 6.600 millones de euros), hasta marzo de 2007.

El resultado es bastante mejor de lo esperado y supera los 4.500 millones de dólares reunidos para un periodo de dos años y medio en la conferencia de donantes para Afganistán celebrada en Tokio en enero de 2002.

El ministro afgano de Finanzas, Ashraf Ghani, afirmó que lo acordado cumple "al 100%" con sus expectativas. "Con esto nos es posible seguir alimentando el sueño de una vida mejor", dijo. Su Gobierno había llegado a Berlín con un plan de financiación que preveía aportaciones internacionales de 27.500 millones de dólares para los próximos siete años. Si bien esta petición es acorde con las inmensas necesidades afganas -"no pedimos un Mercedes Benz, sino tan sólo ayudas para una bicicleta", explicó gráficamente Ghani- se sabía que ninguno de los países estaba dispuesto a comprometer tanto dinero por un periodo tan largo.

La solución negociada a través de la ministra alemana de Cooperación, Heide Marie Wieczoreck-Zeul, es un gran paso. Los 8.200 millones de dólares para los tres próximos años no distan demasiado de los 11.900 millones previstos por Kabul para este mismo periodo. Además, Karzai y su ministro de Finanzas recibirán exactamente lo presupuestado (4.400 millones) para el primero de los ejercicios fiscales, que se inició el 21 de marzo.

Varias de los ministros que tomaron ayer la palabra recordaron que este compromiso financiero forma parte de la lucha contra un terrorismo que perpetra matanzas como la de Madrid. Estados Unidos desea asumir un mayor protagonismo en Afganistán, pese o precisamente por los problemas que tiene en Irak. Su secretario de Estado, Colin Powell, confirmó que su país aportará 1.000 millones de dólares para el primer año fiscal. Por razones legales, EE UU no puede garantizar ayudas financieras por un periodo de tres años. Powell, sin embargo, aseguró que su compromiso con Afganistán será duradero. Karzai agradeció el anuncio con una frase que debe haber caído muy bien en una Casa Blanca inmersa en la campaña electoral: "Por favor, transmita nuestra extrema gratitud al presidente George W. Bush".

Por detrás de EE UU, el conjunto de la Unión Europea será el segundo mayor donante, con cerca de 750 millones de dólares anuales. Entre los países que han anunciado nuevas ayudas figuran el Reino Unido (500 millones, a lo largo de tres años), Alemania (320 millones, en cuatro años) e Italia (140 millones, tres años). Además, en torno a 200 millones anuales provendrán de fondos comunitarios.

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Debido al cambio de Gobierno, España, por el momento, "no se ve en condiciones de asumir nuevos compromisos", según dijeron fuentes diplomáticas. En 2002, Madrid prometió donar 112 millones de dólares hasta 2005. De éstos, 56 millones aún no han sido desembolsados.

A diferencia de las donaciones de Tokio, en buena parte de carácter humanitario, en esta ocasión el dinero se destinará casi exclusivamente a la reconstrucción del país, el fortalecimiento del Estado central y la consolidación de la democracia, según aseguró el ministro Ghani, que entre las prioridades más urgentes mencionó la construcción de carreteras y de sistemas de riego, así como programas de sanidad y educación. Afganistán, que acaba de postergar de junio a septiembre sus elecciones, es uno de los países más pobres e inseguros del mundo. Otros de los objetivos del Gobierno de Kabul es acabar con la industria ilegal del opio, que lubrica económicamente a los señores de la guerra.

El secretario de Estado de EE UU, Colin Powell (izquierda), bromea con el presidente afgano Karzai en la rueda de prensa celebrada ayer en Berlín.
El secretario de Estado de EE UU, Colin Powell (izquierda), bromea con el presidente afgano Karzai en la rueda de prensa celebrada ayer en Berlín.REUTERS

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