'Tres ensayos sobre teoría sexual', de Freud
EL PAÍS publica mañana uno de los textos fundamentales del creador del psicoanálisis
Si como el propio Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, ha explicado en numerosos trabajos, la infancia es una época clave en el posterior desarrollo de la personalidad, la suya propia contiene una serie de datos que permiten deducir, también, una notable influencia en las inquietudes intelectuales que mostraría a lo largo de su vida. Algunas de sus biografías señalan que fue un lector precoz y que autores como Shakespeare y Goethe dejaron en él una profunda huella. En su autobiografía confiesa que nunca se sintió atraído por la medicina y que lo que en verdad le interesaba era la naturaleza humana. Lo cierto es que este médico, nacido en Freiberg, en la República Checa, en 1856, se trasladó a Viena con su familia a los 4 años de edad, en donde residiría hasta 1938. En la capital austriaca hizo todos sus estudios, doctorándose en medicina en 1881. Sus primeros pasos profesionales se encaminaron hacia el estudio de los trastornos mentales. La utilización de técnicas como la hipnosis y, después, la de la asociación libre, animando al paciente a hablar sin control consciente, le llevaron a la convicción de la importancia del inconsciente, la parcela de la psique humana habitualmente escondida, y en la que la líbido, la energía sexual, resultaba ser una fuerza determinante. Tres ensayos sobre teoría sexual, publicado en 1905, y que el lector del EL PAÍS podrá comprar mañana por tres euros, es para Castilla del Pino, 'junto con Interpretación de los sueños, una aportación fundamental, en que biología y psicología caminan en paralelo'.
Reconocimiento paulatino
La publicación en 1905 de Tres ensayos sobre teoría sexual tuvo poca resonancia. Entre quienes se interesaron por el libro, predominaban los que mostraron su escándalo por la importancia que el psicoanalista otorgaba a la sexualidad. En la obra, Freud se desmarcaba del resto de estudiosos con frases como: 'No sé de ningún autor que haya reconocido claramente la existencia de un instinto sexual en la infancia'. Sólo en 1908, cuando el Congreso Internacional de Psicoanálisis se reunió en Salzburgo, Freud empezó a ganar reconocimiento. Sus ideas pasaron de ser extravagantes a considerarse revolucionarias. La consagración llegaría al año siguiente: Freud fue invitado a dar una serie de conferencias en la Universidad Clark, en Massachusetts, que supusieron todo un éxito. Tras aquel viaje, las charlas aparecerían luego reunidas en un libro que, bajo diversos títulos, popularizaría las ideas de Freud, dando a conocer casos concretos de análisis como el de Dora o El pequeño Hans.
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