Tarantino sumerge en un baño de sangre a Uma Thurman
El realizador rueda 'Kill Bill' tras seis años de silencio.
Se trata de una pareja nacida en el cielo de Hollywood. Como Fred Astaire y Ginger Rogers, o Jack Lemmon y Walter Matthau, sólo el cine podría unir los destinos de Quentin Tarantino y Uma Thurman, juntos de nuevo en un baño de sangre en Kill Bill, la película que pone fin a un silencio de seis años de uno de los directores más imitados en la última década. 'Hay que verlo para creerlo. Es un material que da hasta miedo filmar. Creo que va a ser un espectáculo muy duro', confiesa Thurman.
Su papel es el de una bella asesina, una recién casada que, tras despertar de un coma de cinco años, está lista para vengarse de los asesinos que la dieron por muerta el día que debería haber disfrutado de su noche de bodas. Una aventura descrita como una mezcla de géneros, desde las películas de samuráis a los spaghetti westerns, pasando por las cintas de acción, horror y casquería donde David Carradine es el Bill del título al que hay que matar, el mismo destino que les espera a sus sicarios, interpretados por Daryl Hannah, Lucy Liu, Vivica A. Fox y Michael Madsen.
Como ha reconocido el director a la prensa, es la película que hará realidad sus sueños de este aficionado obseso con el cine. 'Es su comedia negra. Loca, divertida, violenta y cómicamente dramática. Es su proyecto más ambicioso que cubre todo el espectro de estilos', intenta aclarar Thurman, que descansa estos días en California tras un intenso rodaje en China, en uno de los antiguos estudios utilizados para las películas propagandísticas de Mao, donde el pasado junio comenzó la producción de este filme de 45 millones de dólares de presupuesto.
El trabajo de Thurman comenzó tres meses antes de iniciar el rodaje para llevar a cabo un fuerte entrenamiento de 'cinco días a la semana, nueve horas diarias' con Yuen Wo-Ping, el maestro en artes marciales encargado con anterioridad de, entre otras, The Matrix. También fue ella la culpable del prolongado periodo que mantuvo a Tarantino alejado de las pantallas desde Jackie Brown. El realizador siempre contó con Thurman como musa y protagonista de Kill Bill, una idea nacida de las conversaciones que mantuvieron mientras rodaban Pulp Fiction. Después vino el éxito y la fama para ambos y, luego, otros proyectos que arrinconaron los nueve folios iniciales de Tarantino en un cajón, proyectos como el guión de Inglorious Bastards, un filme centrado en la Segunda Guerra Mundial que ha crecido demasiado para su realización. Fue entonces cuando Kill Bill volvió a la superficie. El segundo embarazo de Thurman volvió a retrasar el proyecto, a lo que se añadió el abandono de Warren Beatty (quien inicialmente iba a interpretar el papel de Bill). Pese a todo, Tarantino y Thurman creen que tanta demora no le vino mal al filme. 'Quentin está ahora en el punto artístico y creativo más alto -resume Thurman-. Y además escribe los mejores diálogos que pueden existir en Hollywood'.
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