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Longares gana el Premio de la Crítica

El jurado dice que 'Romanticismo' 'está en la mejor tradición narrativa de Cervantes y de Galdós'

Manuel Longares (Madrid, 1943) lleva 20 años publicando, en general, con buena crítica, y, en general, sin llegar al gran público, pero con Romanticismo (Alfaguara), su última novela, ha pasado algo diferente. Ya antes de que se hablara de ella en los papeles corría de boca en boca. Incluso se barajó en algunos premios, para sorpresa del aparentemente tímido y modesto Longares. Quedó finalista del Premio Salambó, con un jurado de 15 escritores de prestigio, y también del lujoso Premio Fundación Juan Manuel Lara Hernández, que obtuvo Álvaro Pombo.

Finalmente ha sido el de la Crítica el que ha reconocido públicamente su valía. Ángel Basanta, miembro del jurado, afirmó que la asociación de críticos ha tenido en cuenta 'el presente de una magnífica novela y los 20 años de importante trayectoria literaria'. Y situó a Romanticismo 'en la mejor tradición narrativa de Cervantes y de Galdós'.

'Me siento contento con este premio que se me da en vísperas del día de República'
'En España no hay más de 5.000 lectores, y aún exagero. Es un mercado pequeñito'
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Longares explora la realidad de la burguesía en 'Romanticismo'

A las puertas del premio quedaron Lo real, de Belén Gopegui; El diablo meridiano, de Luis Mateo Díez; Soldados de Salamina, de Javier Cercas, y La costumbre de vivir, de José Manuel Caballero Bonald.

'Mi hijo dice que yo estoy para los premios de prestigio, no para los que dan dinero', dijo ayer con mucho humor Manuel Longares. Y añadió que se sentía muy satisfecho, porque el de la Crítica 'es un premio exactamente literario, en el que no influyen otras circunstancias editoriales, como el dinero. Estoy muy contento porque siempre he mantenido la bandera de la literatura. He dedicado mi vida a la literatura y me siento muy compensado con este premio, que se me da, además, en vísperas del día de República'.

Basanta explicó Romanticismo: 'Es una novela larga con los tres elementos clásicos: presentación, nudo y desenlace. El libro comienza en 1975, y gira en torno a la burguesía franquista del madrileño barrio de Salamanca, temerosa de la muerte del dictador. En la segunda parte se desarrollan las peripecias de estos burgueses para mantener sus privilegios, y la tercera narra cómo con el paso del tiempo este grupo social ha cambiado algunas de sus costumbres, pero cómo siguen los mismos en el barrio, en el cogollito inexpugnable para quienes no son de allí'.

'En Romanticismo', añadió Basanta, 'hay un esfuerzo para la recreación de un lenguaje que tiene como maestro a Valle-Inclán', y puso como ejemplo los veraneos burgueses en San Rafael y la playa de la Concha de San Sebastián. Se trata, según el crítico, de una novela realista, que 'se sitúa en una tradición que nos ennoblece', pero innovadora: 'Crea un lenguaje nuevo cargado de ironía, humor, e incluso hace a veces una deformación esperpéntica'.

Situada en el barrio madrileño de Salamanca, Romanticismo tiene 500 páginas, y por ella desfilan más de 100 personajes. 'En realidad, yo no quería escribir una novela sobre la transición, sino una historia de ricos y pobres, pero la transición me sirvió como recurso para hacer evolucionar a los personajes. Esa burguesía de Madrid que tiene el tono oficial de ministerio. Se despertaron un día a la vida, después de la muerte del dictador, y todo les estaba permitido. Luego vino la amargura y el desencanto. Así les fue y así nos fue'.

Longares ha escrito, entre otras novelas, La novela del corsé (1979), Soldaditos de Pavía (1984), Operación Primavera (1992) y No puedo vivir sin ti (1995). Ha traducido también un libro de J. V. Foix, Sol i de dol (Solo y dolido), del que se siente muy satisfecho. 'Si tuviera que salvar algún libro sería éste. Me entusiasmó. Yo no hablo catalán, pero me senté y lo estudié, quise pasar a sonetos castellanos los versos alejandrinos de Foix. Me ayudaron mucho Enrique Badosa, Carlos Pujol y Pere Gimferrer'.

Romanticismo tiene algo de novela decimonónica, lo que a Longares no le importa en absoluto. 'Si quieres analizar las relaciones de la burguesía ya tienes el molde hecho: las novelas clásicas de fines del XIX y principios del XX, como Fortunata y Jacinta, La Regenta, Madame Bovary, Los sonámbulos, de Hermann Brock, o Los Buddenbrook, de Thomas Mann', dijo cuando presentó Romanticismo.

'Hace 20 años se decía que la literatura española empezaba con Thomas Berharnd... Muchos se han querio cargar nuestro patrimonio cultural, a Calderón, Galdós, Baroja, o Clarín'. ¿Son sus prefridos? 'Sobre todo Pla, es un fenómeno, un narrador de gran potencia, de imaginación portentosa, es una maravilla. Leer a Pla es como una terapia'.

'No se pueden poner puertas al campo. He escrito novela decimonónica y también novela experimental. Ahora es posible que cada uno escriba como quiera, aunque hubo un tiempo en que no era posible, un tiempo en que nos censurábamos nosotros mismos... Nos estamos jugando la vida con esto y no hay en España más de 5.000 lectores y aún exagero. Es un mercado pequeñito, y atacándolo nos hundimos todos'.

Longares está trabajado en una nueva novela, una historia de 'pobres, desde la posguerra, que se van a trabajar al extranjero y vuelven un poco más ricos'.

En literatura en euskera los galardonados fueron Joseba Sarrionandia con El amigo congelado, 'la peripecia de un exiliado en la que hay todo un mundo simbólico', según explicó el miembro del jurado Jon Kortazar, y Mientras llega la muerte, cógeme de la mano, de Kirmen Uribe.

En lengua gallega, el ganador del premio de narrativa fue Xosé Vázquez Pintor por A memoria do boi, 'una memoria polifónica de la ciudad de Pontevedra', según dijo Luciano Rodríguez. El de poesía recayó en Refutación da musa, de Manuel Forcadela, que, en opinión de Rodríguez, es una obra marcada por la cultura clásica romana.

Otro miembro del jurado, Joan Josep Isern, destacó el paralelismo de los dos autores premiados en catalán: Julià de Jódar por El trànsit de les fades, en narrativa, y Lluís Solà, en poesía, con De veu en veu. 'Ambos autores son de escasa producción, sus obras fueron de aparición tardía y los dos rehúyen las servidumbres de lo que está de moda'.

Manuel Longares.
Manuel Longares.MIGUEL GENER

El fin de la poesía de la experiencia

Los críticos premiaron el libro de poesía Metales pesados (Tusquets)al considerar que Carlos Marzal 'se aparta de lo previsible en la generación de los ochenta', o, lo que es lo mismo, 'aporta un discurso distinto a la poesía de la experiencia', según estimó Guillermo Carnero. 'Es un libro meditativo que en un primer momento puede desconcertar a los lectores de una poesía más fácil', advirtió Carnero, en el que hay 'una reflexión filosófica sobre el paso del tiempo y de cómo se va constituyendo el yo del autor a través de episodios biográficos que sólo apunta para montar la reflexión'. En esta obra no hay hueco para la narratividad, la anécdota y el costumbrismo urbano, 'que estaban dando síntomas de terminar', opinó Carnero. 'La poesía de la experiencia se había convertido en un ámbito previsible, y al darle esta dimensión está haciendo en nombre de su generación una autocrítica', concluyó. Carlos Marzal (Valencia, 1961) declaró ayer a la agencia Efe que, 'aunque la voluntad reflexiva es una de las constantes del libro', ha tratado de que no sea 'un mero discurso de carácter filosófico, sino de pensamiento poético, pero con una formulación de calidad literaria'. Entre las obras de Marzal, profesor del instituto del Puerto de Sagunto, figuran El último de la fiesta, La vida de la frontera y Los países nocturnos. Marzal trabaja actualmente en su primera novela, que será de estructura y extensión compleja, explicó, y en la que tratará de las trampas del azar y de la casualidad.

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