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21ª EDICIÓN DE ARCO

Hallada una carta autógrafa de Miró de 1936 en la que el pintor asevera que 'la firma es inmoral'

Victoria Combalia

La búsqueda de mirós para la retrospectiva Joan Miró: Escargot, femme, fleur, étoile, que se celebrará en el Museo de Düsseldorf a partir del 13 de julio, ha producido el hallazgo de una carta autógrafa del pintor catalán, inédita, con una rotunda afirmación: 'La firma es inmoral'. La carta acompaña a un gouache de gran interés, de 1936, titulado Deux baigneuses, perteneciente a la colección del Conventet, en Barcelona, y es propiedad de Carmen Godia. Escrita por Miró el 28 de febrero de 1936 a Eduardo Westerdhal, dice así:

'Mi querido amigo; por el mismo correo le mando como impreso certificado un envoltorio conteniendo dos dibujos y dos pinturas destinados a la exposición que ustedes organizan. Ya sabe usted cómo de todo corazón estoy al lado de ustedes en esta heroica y simpática empresa que ustedes realizan.

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Ruégole me excuse si no le he mandado estas obras antes, como era mi intención, pero al regresar de Praga he tenido una temporada muy ocupado.

Siguiendo mi costumbre están todas firmadas al lado opuesto a la pintura. Plásticamente, la firma es inmoral y espiritualmente no puedo aceptar este individualismo que representa el querer exhibir el nombre, mayormente no teniendo yo nada que ver con mi obra, que concito siempre bajo el más absoluto estado de ausencia. Para conservar la firma no tienen más que dejar un hueco al cartón que proteja las obras, una vez enmarcadas.

Sentí muchísimo no poder tener la ocasión de conocerle a usted durante su estancia en Barcelona. Todos mis amigos le recuerdan y me hablan muy a menudo de usted.

Le doy de antemano las gracias por el estudio que está escribiendo de mi obra, que estoy esperando leer con gran interés. Sírvase saludar de mi parte a todos sus compañeros.

Reciba un fuerte apretón de manos de su afectísimo amigo,

Joan Miró'.

Eduardo Westerdhal era el director de la famosa revista vanguardista La Gaceta de Arte. Westerdhal le había ya pedido varias obras al pintor catalán para la famosa Exposición surrealista de Tenerife de mayo de 1935, a la que asistieron André Breton y Benjamin Péret. Como Miró no había podido desplazarse a Canarias, el crítico, solícito, le envió por correo una fotografía y un catálogo de la muestra. La misiva se refiere a la exposición del año siguiente, titulada Exposición de arte contemporáneo y que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, del 10 al 15 de junio de 1936.

Lo interesante de la carta es el comentario de Miró sobre el concepto de firma. Como ya hicieran Picasso y Braque, que se negaron a firmar algunas de sus obras cubistas, muchos artistas de vanguardia estaban en contra del individualismo expresado en la firma, que consideraban una idea romántico-burguesa. Miró fue más allá en dos sentidos: haciendo construir una de sus esculturas por un carpintero -de la misma forma en que el ruso Rodchenko había 'encargado' varias de sus obras por teléfono- y manifestando su estado de 'ausencia' al crearlas, es decir, su estado inconsciente.

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