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21ª EDICIÓN DE ARCO

Arco se afianza como escaparate del arte actual

La feria madrileña es una de las pocas plataformas españolas para conocer las últimas tendencias

'Si Arco sólo fuera una feria de arte, no sería una feria importante', afirma el crítico mexicano Cuauhtémoc Medina. Su importancia, aclara, radica en que no es sólo 'una feria de compradores', sino que a través de las mesas de debate y de los programas comisariados adquiere el carácter de una bienal de arte que lanza nuevas propuestas. 'Es verdad que las bienales son circos, pero si no hubiera circos, ¿dónde hubiéramos estado los freaks estos años?', dice.

Este aspecto de 'circo' en el que pueden conocerse algunos apuntes sobre las nuevas tendencias, difíciles de apreciar a través sólo de lo que presentan las galerías tradicionales, es una de las apuestas de la feria, que ha consolidado sus proyectos comisariados, Cutting Edge y Project Rooms. En este último espacio, la artista sevillana Pilar Albarracín ha presentado una propuesta que tiene mucho de espectáculo. Se trata de un viejo mercedes cargado de bultos que emula el de los miles de magrebíes que cada verano atraviesan España y al que la gente puede subirse. 'Estoy contenta del buen rollo y el interés de la gente, pero no es sólo una atracción de feria, hay algo más, que creo que el público comprende', afirma la artista.

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Nuevos medios

'En Arco la pieza se banaliza, porque hay mucho público, pero es un aspecto positivo y divertido', comenta Martí Anson, que presenta un proyecto consistente en un vídeo de un futbolista a punto de lanzar un penalti que, por efecto de un loop continuado, nunca llega a lanzar. Son propuestas difíciles de vender en una galería comercial, aunque hay algunas, no muchas, que incorporan el vídeo o los nuevos medios tecnológicos en sus stands. Las performances, en cambio, son muy difíciles de presentar en el marco de una feria de arte. Suelen mostrarse en formato vídeo, si bien empieza a ser norma que casi inmediatamente se comercialice la fotografía de la acción. El caso más evidente es el de Santiago Sierra, español afincado en México, del que la galería Enrique Guerrero vende, por ejemplo, la fotografía de la acción que realizó el pasado verano en la Trienal de Barcelona -en la que pagó a veinte trabajadores 24 euros al día por permanecer tres horas en la bodega de un barco- por 8.083 euros.

Medina ve una mayor sofisticación en el trabajo de artistas como Sierra, que, a su juicio, con sus violentas y polémicas propuestas han impedido que triunfara 'la tendencia nostálgica del centro que sueña con el regreso de la obra estética y de buena factura. En este sentido, ha sido muy ventajoso para los artistas periféricos esta revalorización del neoconcpetual en los noventa, que ha favorecido esa eclosión del arte global. Es un espejismo del que nos aprovechamos todo lo que podemos'.

<i>El viaje</i>(2001-2002), de Pilar Albarracín, que se puede ver en el <i>proyect room</i> de la galería Juana de Aizpuru.
El viaje(2001-2002), de Pilar Albarracín, que se puede ver en el proyect room de la galería Juana de Aizpuru.GORKA LEJARCEGI
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