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'No es fácil para los talibán librarse de Bin Laden'

Ángeles Espinosa

Francesc Vendrell es con seguridad el alto funcionario internacional que más contacto ha tenido con los talibán. En los dos años que lleva como representante personal del secretario general de la ONU y jefe de la Misión Especial para Afganistán (UNSMA), se ha reunido en numerosas ocasiones con sus dirigentes y es uno de sólo dos o tres no musulmanes que ha conocido a su líder, el jeque Mohamed Omar. En medio de la crisis, no tiene manos para atender todas las llamadas que le piden análisis, consejos o impresiones. A pesar de todo, su objetivo no ha cambiado: la reconciliación nacional de los afganos. 'En Afganistán no es posible una respuesta militar que pueda mostrarse en directo por televisión', advierte Vendrell, convencido de la necesidad de que la comunidad internacional cuente con el pueblo afgano antes de tomar cualquier decisión al respecto.

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Pregunta. Dada su experiencia, ¿qué puede decirnos sobre cómo viven este momento los dirigentes talibán? ¿Cómo piensan?

Respuesta. A pesar de las muchas horas que he pasado hablando con ellos, no me atrevería a descifrar su pensamiento. Yo he hablado sobre todo con los más moderados, los que han estado más expuestos al mundo, y me consta que son nacionalistas afganos que deben estar extremadamente preocupados por el destino de su país. Otros más extremistas, próximos a Osama Bin Laden, pueden tener otras ideas, y desde hace algún tiempo tenemos la sensación de que son los que están ganando terreno.

P. ¿Son tan simples como se les describe en la prensa occidental?

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R. Si por simples entendemos que no tienen una educación occidental..., pero son gente inteligente y sabia.

P. ¿Cómo reaccionarán ante la amenaza? ¿Entregarán a Bin Laden?

R. Es difícil de decir. Claramente, los que mandan son muy rigoristas, siguen los principios del wahabismo como en Arabia Saudí. Pero también hay un elemento de patriotismo que puede unirles en la resistencia frente a otros países. Además, tienen apoyos en muchos países musulmanes, lo que les da más fuerza. No es fácil para los talibán librarse de Bin Laden. No hay unanimidad al respecto. Además, muchos de los que les apoyan fuera ven a los talibán y a Bin Laden como los verdaderos musulmanes y están dispuestos a enfrentarse por ellos a Occidente.

P. ¿Qué está haciendo la UNSMA en este momento?

R. El día 11 cambió por completo la situación. Tenemos que volver a pensar nuestro papel. Pero los objetivos de la ONU siguen siendo los mismos: lograr una solución política y pacífica al conflicto de Afganistán. Para ello nos basamos en dos pilares: uno, que el pueblo afgano pueda decidir libremente su futuro y elegir un Gobierno plural y respetuoso con las minorías; y dos, que se alcance un compromiso jurídico de buena vecindad entre ese Gobierno afgano y los países limítrofes.

P. ¿Y cuál está siendo su trabajo estos días?

R. Tratar de asegurarnos de que cualquier acción en Afganistán, o en relación con ese país, tiene también unos objetivos políticos claros para su población. Ésta puede ser, a pesar de la tragedia, la ventana de oportunidad para Afganistán. Estamos intentando que la coalición que se está creando acepte a los afganos como aliados, no como enemigos. Debe contarse con ellos, porque son los que mejor conocen la lengua, el terreno y dónde están escondidos los terroristas.

P. ¿Está pensando en algún grupo en particular?

R. No, no me mal interprete. Me refiero al pueblo afgano, a todos los grupos que lo integran y que quieren librarse del terrorismo, vengan de donde vengan, incluso sectores moderados de los talibán.

P. ¿Ha hablado de ello con dirigentes de Estados Unidos o de otros países?

R. Hace ya tiempo que lo hacemos. No sólo con Estados Unidos, también con Rusia, Irán y los países europeos. Todos comparten la preocupación por la red terrorista que también se ha manifestado en España recientemente.

P. Pero ¿considera usted que el problema terrorista se resuelve con una operación militar tal como plantea Estados Unidos?

R. Es lógico que haya sido su primera reacción [tras los atentados]. Ahora tendrá que valorar en qué medida puede llevarse a cabo con éxito. En Afganistán, si está pensando en Afganistán, una respuesta militar que pueda mostrarse en directo por la televisión no es posible. No hay edificios importantes, salvo alguna mezquita, y espero que las mezquitas no sean un objetivo. No tengo claro qué tipo de acción militar va a llevar a cabo Estados Unidos.

P. ¿Siguen abiertos sus canales de comunicación con los dirigentes talibán, a pesar de que el personal extranjero de la ONU ha tenido que salir de Afganistán?

R. Hasta ahora lo estaban. Tuvimos que cerrar la oficina de la misión de la ONU en Kabul por razones de seguridad... Ahora, los talibán han cerrado el espacio aéreo.

P. ¿Se puede evitar aún la guerra que anuncia Estados Unidos?

R. Si por guerra entendemos una intervención militar, no necesariamente en Afganistán..., me parece poco probable que se evite una guerra de armas. Sin embargo, será una guerra distinta, habrá que adaptar los métodos a la situación para lograr los objetivos, que Estados Unidos ha dejado claro que son la eliminación de los terroristas y de quienes les protegen. Necesitamos formar un gran paraguas con todos los afganos que desean librarse del terrorismo y decidir su propio futuro.

P. ¿En todo caso los afganos van a pagar un coste muy elevado?

R. A corto y a medio término, sí. De continuar la frontera cerrada, resultará imposible continuar la distribución de ayuda y la situación humanitaria va a empeorar, y ya era muy difícil con anterioridad. Existe el riesgo de que se produzca una hambruna, algo que hasta ahora se había evitado. Ojalá que, si finalmente Occidente decide intervenir, sea para [llevar a Afganistán] a una situación mejor que la de los últimos 22 años.

P. La ONU apoya desde hace años la opción del ex rey Zahir Shah. ¿Cuál sería su cometido?

R. El ex rey es un anciano de 86 u 87 años que gobernó Afganistán durante 40 años, entre 1933 y 1973, y la mayoría de los afganos recuerdan esa etapa como un periodo dorado de paz y de un mínimo de progreso y de prosperidad. De todos los afganos, es el único que podría obtener un apoyo general. No para gobernar directamente o restaurar la monarquía, sino como jefe de un Gobierno de transición, dada su legitimidad para convocar la Loya Jirga, la tradicional asamblea tribal afgana.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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