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PASARELA CIBELES

Julie Sohn asume la discreción como estilo y Duyos apuesta por el exceso

Nacho Ruiz rebusca con fuerza en sus orígenes libertarios

El desfile de Nacho Ruiz fue toda una sorpresa, a pesar de que apenas había la mitad del aforo ocupado. Su colección vuelve a sus orígenes con influencias que van desde Mugler a la estética posnuclear; el uso peculiar del cuero teñido y sobrepintado como si de un lienzo se tratara, los corpiños de fuerte textura trenzada, la piel muy rebajada envejecida y patinada en metalizados y óxido, las transparencias de organza dibujada a mano y el punto calado con entredós de tiras de cuero son algunas de las características de su potente regreso a un desenfado colorista y voluntarioso. Su traje final, con un corpiño ancien régime de plumas de gallo, mereció un espontáneo aplauso.

Julie Sohn convirtió la pasarela en un puente de aire oriental, pero que recordaba claramente el remodelado puerto de Barcelona, su ciudad de adopción, para dejar discurrir una discreta y ordenada colección muy bien dibujada, con tonos claros o un uso discrecional del negro conventual; hubo tonos oliva y rojo veneciano y una breve línea vertical que se impone como aplicación decorativa. Llamaron la atención sus ruedos sin terminado, lo que da un toque trash a una ropa que no alza la voz.

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Hallazgos técnicos

Joaquim Verdú es probablemente el único modista español que trata en exclusiva el punto a nivel de alta confección, aunque un estilismo de dudoso gusto quita valor específico a las prendas. Sus chaquetas saharianas, su estampado sesentero, la gasa plisada en dos sentidos hasta provocar una cuadrícula elástica y adherente, son algunas de las pautas de un hacer que tiene mucho de matemática y de hallazgos técnicos en el programa de ordenador sobre el que se crea la base de la ropa.

Juan Duyos mostró una colección plena de exceso. Falda vaquera con grafittis (lo que ahora se llama erróneamente customizar) y camisetas de punto en aire retro; para los chicos, un tratamiento de chulos maltratados por el exceso, pichis de after hours que han olvidado los pantalones en algún garito. Duyos se acerca a John Galliano no sólo en los complementos, sino en la tónica, y cede a las exigencias del espectáculo. Pero ¿y el muestrario para vender? Divertido, irreverente, transgresor, sus prendas llevaban lecturas, avisos a la grey creyente: la heroína es mortal, hay que beber con moderación, y así hasta recomendar el chándal a lo Martirio.

El día concluyó con Victorio & Lucchino bajo el título de Contrastes, reflejados a través del choque entre el blanco y el negro y con metáforas recurrentes como el yin y el yan, el día y la noche. Otra vez los sevillanos han vuelto a utilizar una de sus bazas: el tul estampado. Si una vez fueron angelotes barrocos y rocallas gaditanas, ahora son lunares y flores, elementos también consustanciales a una demostración a ultranza de andalucismo; al parecer, se trata de buscar una identidad regional a través de los tópicos, volante y flecos incluidos, todo cosido en un estilismo vergonzante.

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